Entrevista a Carles Tarragó
en Diario de Sevilla:
«La tecnología también ha llegado al arte del belén»
Desde que Carles Tarragó accedió el pasado año a la presidencia de la Federación Española de Asociaciones de Belenistas la tarea que tiene encomendada es conseguir que el belenismo sea considerado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Tarragó considera que el belén es una institución en todo Occidente y ha logrado que muchos de estos aficionados alcancen altas cotas de representación artística en sus creaciones, si bien es cierto que cada año la obra se destruye para partir de nuevo de cero.
Pedro Ingelmo (P.I.) – ¿Por qué hay una federación de belenistas?
Carles Tarragó (C.T.) – Es muy antigua. Antes de federación, en los tiempos de Franco, se denominaba Reunión Española de Belenistas. Tenemos que situarnos en la época, cuando las comunicaciones no eran lo de ahora. La gente que sentía pasión por el arte de los belenes no conocía cómo se trabajaba en otros puntos del país. Por eso, aún hoy, los belenes son tan distintos en Cataluña, en Orense, en Zamora o en Andalucía.
P.I. – ¿Y cuándo se conocieron los belenistas de uno y otro sitio empezaron a parecerse los unos a los otros?
C.T. – No, la identidad se sigue manteniendo, pero estar todos en contacto hace que unos nos copiemos a otros en aspectos más técnicos que de contenido. Es decir, para ganar tiempo o para ahorrar en materiales.
P.I. – ¿Ha evolucionado mucho la técnica?
C.T. – Indudablemente. Los belenes, hasta los años 90, eran muy humildes en los materiales. Prácticamente, salvo en Cataluña, donde siempre se ha trabajado con la escayola, los materiales principales eran corcho y musgo. Los nuevos materiales, como la espuma de poliuretano o el porexpán, han revolucionado el belenismo. Se puede modelar más fácilmente, es más ligero y el resultado es realista. Se alcanza una exquisitez sublime.
P.I. – Explíqueme, usted que es catalán, las diferencias entre un belén catalán y un belén andaluz.
C.T. – Eso no tiene una respuesta fácil, pero el belenismo sigue siendo muy local y el caso entre Cataluña y Andalucía quizá sea el más acusado. En este caso estamos hablando de metros cuadrados. El belén clásico andaluz es grande, muy grande. Si hay 25 metros cuadrados, se hace en 25 metros cuadrados. El belén catalán es pequeño, de unos 60 centímetros por un metro. Lo metemos en una caja y lo llamamos diorama.
P.I. – En Jerez el diorama es su toque de distinción.
C.T. – El caso de Jerez en Andalucía es especial y tiene que ver con un belenista catalán que acabó viviendo en Jerez y que influyó el belenismo de esta localidad, pero en Andalucía, en general, el belén tira a lo grandioso.
P.I. – ¿Cuánto le lleva a usted construir su belén?
C.T. – Un diorama puede llevarte entre 300 y 400 horas de trabajo, pero volvemos a lo mismo. Yo he visto en Andalucía belenes maravillosos que se han construido a lo largo de más de medio año. Es más, he visto gente que sacrifica una habitación entera desde el mes de julio para ir allí construyendo el belén. Lo van haciendo entre toda la familia. El que tiene esta pasión se la toma con mucha intensidad.
P.I. – Pero, claro, es muy intenso, pero un belén dura lo que dura.
C.T. – Por supuesto, este es un arte efímero. Se expone en Navidad y muere en enero, pero eso también es bello porque acabas de terminar el belén de este año y ya estás pensando en el del próximo año.
P.I. – ¿La temática también varía?
C.T. – Por seguir con la diferencia entre Cataluña y Andalucía, en Andalucía se trata de narrar toda la historia en un belén, mientras que los catalanes solemos centrarnos cada año en una escena distinta.
P.I. – El belén de la plaza de Sant Jaume ha vuelto a crear polémica en Barcelona. Es un trastero. ¿Es eso un belén?
C.T. – Para mí, sí. Para mí, un belén es todo aquello que evoque la Navidad y este belén cumple la función, aunque no estén situadas las figuras a la manera tradicional.
P.I. – ¿Hay muchas empresas que vivan exclusivamente del belenismo?
C.T. – Exclusivamente pocas, pero alguna hay. Es curioso el caso de una empresa de electrónica que suministra a la mayor parte de los belenistas españoles tecnología led. Hasta hace no mucho los belenes se iluminaban con electricidad. Los belenistas sabemos un poco de todo y de todo sabemos más bien poco. Somos carpinteros, pintores y también electricistas. Pero claro, vaya electricistas. Ha sido un milagro que no hubiera cada año un incendio por un belén porque se hacía de forma muy rudimentaria. Ahora ha llegado la tecnología led y lo ha cambiado todo porque permite, de forma más segura, más tonalidades, más intensidad, más calor.
P.I. – También me refería a las figuras.
C.T. – En este caso en Andalucía es donde hay más tradición de talladores y hay unos escultores estupendos especializados en el belenismo. Fuera de Andalucía apenas hay. En los que estoy pensando son muy jóvenes, con muchas ganas de innovar y trabajar.
P.I. – Hay mercado para eso.
C.T. – Sí, porque esto funciona de esta manera. El belenista adquiere la figura al escultor y durante un año lo luce en su belén. Al siguiente se lo vende a un banco o a un centro comercial y, al año siguiente, reinvierte lo ganado por haber vendido su belén para adquirir nuevas figuras. Estoy hablando, claro, de los grandes belenes.
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