Cada año nos parece que a través del paso de los días se nos van escapando diversos momentos que será difícil reproducir; la sociedad nos pone de nuevo en la realidad del día a día y nos presenta otras coyunturas, otras ocasiones que demuestran nuestro error; la sociedad corre y corre, los tiempos nos envuelven, todo se desarrolla a un ritmo vertiginoso y hay personas o grupos que, de repente, salen de esa situación y rompen los moldes; la semana acaba con el trabajo y llega el ocio, unos este lo emplean sabiamente, otros lo desperdician o lo acomodan a sus gustos.
La familia es una de las variedades elegidas para ese descanso, y dentro de las múltiples facetas y del gran abanico de posibilidades que este nos presenta, es interesante, muy interesante, la que eligió la Familia Artaiz-Urdaci: ellos han preferido la que a la vez que les produce solaz para el descanso, sirve para que otros centremos nuestro espíritu en la que es causa y raíz de nuestra existencia.
La Familia Artaiz-Urdaci, pastoreada por José Mari Artaiz, acompañado de su esposa, hijos, nietos, sobrinos, cuñado, «todos», desde hace 25 años -comenzaron en San Quirico el año 1974- han ido cada Navidad dejando en otras tantas cimas navarras un pequeño belén; ellos han sabido buscar en un recodo del camino o en la cima, un hueco, una hendidura rocosa, el sitio preferente donde dejar sencillas figuras de San José, la Virgen María y ese Niñito que es fuente de nuestros pensamientos, trabajos y devoción.
Nos llena de orgullo y responsabilidad contar con esta familia amiga que así hace público su amor al Niño de Belén y la Sagrada Familia: ojalá seáis por muchos años merecedores de este reconocimiento que hoy os hace la Federación Española de Belenistas en respuesta a nuestra petición.
Gracias, por vuestro amor.
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