Recuerdos de una infancia, por Conchi Porro
(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 1 (1997) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)
Llegando estas fechas tan entrañables, me hago una pregunta… ¿Por qué este gusanillo en mi familia hacia el belén?… ¿A qué es debido?
Remontándome en el tiempo recuerdo por estas fechas el trasiego de cajas, bien guardadas y amarraditas con su cuerda blanca y su gran letrero (muy bien escrito y detallado), diciendo lo que contenían.
A continuación se presentaba el siguiente dilema… dónde se iba a poner este año. Sobre el mueble aparador o sobre la mesa del comedor. Daba igual un sitio que otro, al final siempre iba sobre la mesa del comedor.
Lo primero era buscar papel marrón de envolver para tapar la mesa y luego papel azul para el cielo, al mismo tiempo que del papel de plata del paquete de tabaco de mi padre recortábamos estrellas y una luna.
El sábado íbamos a la carpintería para recoger serrín para construir los caminos, recoger el corcho para las montañas y el polvo de talco para que existiera la nieve, pues según me decía mi madre en aquella época hacía mucho frío…
Por la noche cuando nos sentábamos en la candelita mi madre recortaba trozos de la tela para hacer las ropitas del Niño y ponerlas en el tendedero de la Virgen.
Después venía colocar la gruta, las casitas, el castillo de Hérodes y el mayor problema para mi padre, instalarle la luz en las casitas; cosa que siempre solucionaba mi madre, con sus tijeras y su esparadrapo, a la vez que nos reñía para que no nos subiéramos a la azotea a coger verdín y musgos, para la vegetación, y por último, desembalar todas las figuritas; por cierto, nunca me dejaban tocarlas, pues eran de barro y podía romperlas, más tarde nos compraron unas de plástico para que pudiéramos moverlas y tocarlas y esas no se partían.
Esas las movíamos (los Reyes Magos) cada día un poquito hacía el portal para que llegaran a su destino y el día señalado ponerlas a adorar al Niño.
Creo que mi pregunta queda solucionada con estos recuerdos.
Me agrada y enorgullece haber heredado la costumbre navideña de montar el belén, y de habérsela transmitido a mis hijos… Gracias Papá.
Conchi Porro
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