LIV Congreso Nacional Belenista (2016) – Clausura –
D. Íñigo Bastida Baños
Presidente de la Federación Española de Belenistas
¿Hacia una navidad sin Navidad?
Paz y Bien, queridos amigos:
En los últimos tiempos, varias asociaciones belenistas repartidas por todo el país están sufriendo en sus carnes la falta de apoyo o la retirada del mismo por parte de las instituciones. Esto se está traduciendo en la práctica en la negación o reducción de apoyo económico vía subvenciones y/o convenios, o en la anulación de cesiones de lonjas para trabajar durante el año o para exponer trabajos belenistas en Navidad. Esto está contribuyendo, a pesar de nuestros empeños y desvelos, a que de año en año vengamos observando, tanto en las fechas previas como en las propias fiestas navideñas, un paulatino descenso de los símbolos tradicionales de la Navidad, sobre todo en los espacios públicos. Es decir, que nos encontramos con la paradoja de celebrar una Navidad con cada vez menos elementos navideños…
Además, en estos tiempos de la «nueva política», se viene agudizando, incluso forzando, esta especie de autocensura cultural practicada tanto por las Administraciones Públicas, responsables de la decoración de las calles y edificios, como por muchos comerciantes en sus tiendas, y que parece responder a una corriente de opinión que postula que la exhibición de una determinada iconografía religiosa discrimina a las demás o a las personas no creyentes, así como que las creencias personales deben quedar exclusivamente en el ámbito de lo privado.
Con este argumentario se está defendiendo, tanto en algunas instituciones como en muchos consejos escolares de colegios, impedir el montaje de belenes en lugares y centros públicos tras las quejas o denuncias de algún ciudadano, o para evitarlas. Considero que esta tesis es cuando menos discutible, pues si se lleva al extremo demuestra su incoherencia: aquellas personas que defienden que no es correcto imponer una determinada concepción del mundo a los demás, lo que están haciendo es exactamente lo contrario de lo que predican, pues de ese modo implantan su propia visión (con lo fácil que sería practicar o implantar un principio de respeto bilateral «no te obligo, no me impidas»). Pero, sobre todo, es un grave error querer reducir a simple iconografía cristiana símbolos como los Reyes Magos, el Niño Jesús, la estrella de Belén o el belén mismo, que son patrimonio milenario, y por tanto tradición, de nuestra cultura, de nuestra civilización, y que tienen por ello un valor por encima de las creencias de cada cual.
El concepto de civilización que nosotros conocemos o practicamos tiene un recorrido construido y unido, de modo indisoluble y por historia, al ámbito de las costumbres o las creencias, que han dado como resultado final un compendio legal y social de derechos, deberes y libertades. Tratar de cercenar algo con el supuesto y único bisturí de la razón es paradójicamente irracional. No se sostiene. No tiene ni pies ni cabeza.
En muchísimos pueblos y ciudades estamos trabajando y luchando por preservar y recuperar antiguas tradiciones, destinamos montones de dinero para hacer excavaciones arqueológicas para poner en valor y conocer mejor nuestro pasado, en las comunidades autónomas bilingües se procura que todo el mundo lo sea, incluso defendemos y financiamos manifestaciones de culturas, antes remotas, ahora también nuestras, que se corresponden principalmente con las culturas de la población inmigrante que ha venido, ¿y no vamos a poder mantener nuestras propias costumbres seculares, que además de no haberse perdido, nos enriquecen, nos identifican y nos unen, con el agravante de que incluso se pretenden erradicar desde lo público o dejarlas sólo en el ámbito privado? He aprendido muchas cosas en mi vida, pero entre ellas no está el concepto de «cultura privada»…
Estamos hablando, además, de símbolos y/o referencias que, desde mi humilde punto de vista, no son beligerantes o antagónicos con los de otras culturas o tradiciones: no se me ocurre en qué puede ofender un Rey Mago o la estrella de Belén. Creo que el impulso desde lo público para entre todos construir y aceptar una sociedad plural es totalmente compatible con el hecho de, no sólo cultivar, sino fomentar y apoyar tradiciones centenarias populares que han pasado de generación en generación, como es el caso de la nuestra. Por ello, es sorprendente que desde nuestras instituciones se caiga en el error de despojar a la Navidad de los símbolos navideños, y que, como víctimas colaterales de todo ello, se deje de apoyar a asociaciones como las nuestras.
Esa supuesta corrección política o equidistancia a la que nos están acostumbrando las administraciones públicas para aparentar que mantienen la tradición sin herir hipotéticas o reales susceptibilidades, tiene un cierto punto de patetismo. La Navidad tiene sentido tal cual es: rememorando la venida al mundo de Jesús en un humilde pesebre. De hecho, la palabra Navidad viene del latín nativĭtas, nativitātis que significa nacimiento, tal como recoge nuestro espléndido Diccionario de la Lengua Española. Pretender obviarlo a través esto en pos de lo políticamente correcto es tristemente cómico.
Las tradiciones, entre ellas las navideñas, cohesionan a la colectividad. En estos tiempos desgraciadamente cada vez más convulsos, insolidarios e individualistas, la Navidad, sin amputaciones, modificaciones o añadidos artificiales, pero con todo su significado y, sobre todo, con su espíritu, puede y debe contribuir a la necesaria cohesión social y suponer una oportunidad para construir una sociedad más justa, un mundo mejor. Si nuestros representantes institucionales perseveran en descafeinarla o en tratar de disfrazarla de lo que no es, creo que lo único que lograrán es tirar piedras contra su/nuestro propio tejado, que como lo tenemos de cristal, acabarán por romperlo, porque es muy frágil desafortunadamente…
Paz y Bien a todos.
Iñigo Bastida Baños
Presidente de la Federación Española de Belenistas
P.D.: Con gran pesar, tras unos maravillosos días vividos en Sevilla, declaro clausurado el quincuagésimo cuarto (LIV) Congreso Nacional Belenista.