Técnicas de construcción de belenes, por Antonio Bernal González
(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 1 (1997) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)
Visitando, observando, y conversando con algunos de los excelentes belenistas jerezanos, he aprendido a perfeccionar muchas de las técnicas de construcción y acabado que, año tras año, vengo aplicando en los míos de Arcos.
En esta ocasión voy a explicar algo que descubrí a raiz de mi visita, la pasada Navidad, al belén de Antonio Peña Bernal en Picadueña Vieja.
Venía observando como Antonio daba a sus construcciones un acabado de pintura que me llamaba la atención de manera especial: rincones, recovecos, techos de vigas, piedras y baldosas de ladrillo viejo.
Lo que me contó y lo que yo he sido capaz de descubrir, utilizando esta técnica, constituye la base del contenido de este artículo.
Envejecimiento del pintado con «tierras»
Una vez construida y recubierta la edificación, con escayola o plaste (se consiguen excelentes resultados trabajando con paciencia el plaste pues permite acabados más minuciosos y delicados), se utiliza la conocida técnica del claro-oscuro, empezando por pintar de gris o caqui, que puede ser un color también muy apropiado para el fondo.
Después vamos aclarando con sucesivas manos de blanco un poco manchado de ocre o sencillamente con blanco.
Esperamos que la pintura esté totalmente seca, para lo cual es recomendable dejar el trabajo para el día siguiente.
Por último aplicamos el pintado con las «tierras».
Las llamadas «tierras», se venden como tales en droguerías y casas de pinturas y son unos polvos para disolver en agua. Los colores más usados, en nuestro caso, son: el ocre, verde y marrón (nogal).
Cómo trabajarla
La «tierra» se disuelve en agua dándole más o menos densidad según queramos que sea la intensidad de la mancha.
Se aplica sobre la superficie a tratar con una brocha o una esponja empapada en el líquido resultante, pasando de inmediato a limpiar con un trapo o esponja mojada en agua limpia y escurrida lo suficiente como para que limpie lo que deseemos y deje manchado lo que nos interese.
Esta operación se repite cuantas veces sea necesaria hasta conseguir el efecto deseado.
Mezclando el verde con algo de marrón se consigue el efecto de paredes manchadas por el paso del tiempo.
El marrón sólo (en mayor o menor intensidad), imita casi a la perfección, las manchas producidas por el chorreo de betunes y aceites aplicados a las maderas para su conservación.
Los tres colores trabajados con habilidad, son de una gran ayuda para dar realismo a piedras de tipo de areniscas, con tonalidades que van desde el amarillo suave, pasando por el amarillo verdoso al marrón más o menos oscuro.
Todo lo que cuento lo he aplicado, con cierto éxito, en el belén que esta Navidad se podrá contemplar en el edificio que las Hermanas Salesianas, tienen en la Calle Corredera.
Antonio Bernal González – Secretario de la Asociación de Belenistas «La Adoración»
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