La imagen de San José en los belenes
Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid
Cuando llegan las fechas próximas a la Navidad, los que nos consideramos católicos y creyentes nos afanamos por buscar un lugar “relevante” en nuestros domicilios para colocar nuestro “belén o nacimiento”.
Tenemos noticias de cómo san Francisco dio comienzo a esta costumbre, preparando el primer belén que se afanaron en contemplar extasiados los lugareños de aquella comarca. Es cierto que han cambiado mucho las cosas y que ahora no siempre se contemplan los belenes desde una perspectiva de fe. La cultura y la tradición intervienen mucho en esta actividad. Llama la atención que, en muchos lugares la preparación del pesebre ha dejado de hacerse en las iglesias, y ha pasado a organizarlo las concejalías de cultura de los ayuntamientos.
Muchos nos proponemos crear un belén majestuoso, que llame la atención de nuestras visitas, con grandes paisajes, castillos y cuantas más figuras, mejor. Es suficiente una tarde de paseo por uno de los mercadillos navideños para darnos cuenta de toda la decoración, arquitectura, paisajes y personajes que se van añadiendo cada año a los belenes. Hemos de reconocer que algunos totalmente descontextualizados y fuera de lugar. Prima la creatividad, en el mejor de los casos, o el más puro espíritu consumista.
Nos olvidamos en muchas ocasiones que lo importante es recrear las Sagradas Escrituras para enseñar a nuestros pequeños de dónde viene nuestra fe. Los motivos navideños deben ser catequesis sobre los escasos relatos que se nos han transmitido de los primeros años de la vida de Jesús. Cuando entramos en las iglesias antiguas solemos ver magníficos retablos con alusiones al titular de las mismas, a milagros que realizó o facetas de su vida. También en muchos retablos aparecen momentos de la vida de Nuestro Señor Jesucristo, o de la Virgen María.
Cuando ponemos el “misterio” de nuestro motivo navideño, solemos dar prioridad a la Virgen y al Niño Jesús, pero no hacemos lo mismo con San José. Parece que José aparece como en un segundo plano, un poco por detrás de María y Jesús. También esta disposición puede ser un motivo catequético, como dando a entender que José asume la responsabilidad de cuidar y proteger a Jesús niño, pero que no lo hace desde una realidad de paternidad directa.
José era de familia humilde y el Señor le tenía reservado un papel sobradamente importante en la historia católica. “San José fue, como dice la escritura, ese hombre fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia de la cual también todos formamos parte. Dios lo escogió y lo llenó de gracias para que cumpliera una misión singular y entrañable: la de cuidar del Niño y de su madre.”
Hablamos de María como la primera creyente, porque se fio de la palabra del arcángel y dijo un SÍ con mayúsculas a la voluntad de Dios. En esta misma situación se encuentra José. Es el evangelista Mateo el que nos narra las dudas de José y el propósito que tenía de abandonar a su esposa al enterarse de que estaba esperando un hijo. En este caso es un ángel del Señor el que le invita a fiarse de Dios, a aceptar que el embarazo de María no ha surgido por causas naturales. Y José, hombre de fe, al despertar hizo lo que le había indicado el ángel del Señor.
“Hablar de san José es hablar de fidelidad: siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor” serían las palabras que Dios le diría el día de su tránsito al cielo. Porque nada desvió a san José de su misión en la tierra. ¿Qué otra cosa fue su vida sino una entera dedicación al servicio para el que había sido llamado?”.
En la figura de san José deberían de fijarse muchos padres de familia. Él era un hombre amable y protector con su familia. Por eso creemos que debe dársele la importancia que se merece en nuestros belenes.
Nos llama la atención algún “misterio” en el que aparece san José con el Niño Dios en sus brazos. Lo habitual es que sea la Virgen María quien lo sostenga en su regazo.
Todos los que leemos alguna vez la Biblia sabemos de las dudas que le surgieron cuando el ángel se le apareció en sueños para decirle que confiara en María. Hay que pensar que en aquella época la figura del hombre no era “sumisa” precisamente. Él confió en el Señor y en María.
Son pocos los pasajes de la Biblia en los que se hace referencia a la figura de José pero, en la mayoría de ellos, demuestra la preocupación que tenía por su familia: la persecución de Herodes, huida a Egipto, Jesús perdido en el templo. Se muestra preocupado como cualquier padre.
Monserrat Aguado Maté
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