(Artículo publicado en la revista Navidad con Belén nº 23 (2016) de la Asociación Belenista de Oviedo)
Una nueva Navidad
Forma parte de todos los paisajes de diciembre: con nieve y bosques alpinos, en las estepas inmensas de tantos páramos, en una selva africana con su tundra impenetrable. Pero llegando estas calendas del final de cada año, la vida se pone navideña sea cual sea su escenario y sus paisajes.
La Navidad tiene esa cualidad: saberse adaptar a cada época, a cada entorno por fuera donde la vida pasa y a cada interno por dentro donde las cosas suceden. Y en todos esos momentos y lugares, la Navidad nos susurra de nuevo su mensaje como la vez primera. Un canto de gloria para el Dios de los cielos, con estrofas de paz para todos los hombres. Van transcurriendo los siglos, aparecen tantos momentos diversos y fugaces, y queda tenaz la Buena noticia pendiente de un nuevo reestreno, como si nunca antes se hubiera escuchado, como si su novedosa bondad nos estuviera esperando desde siempre.
Así nos volvemos a asomar a una Navidad inédita, la que corresponde celebrar este año 2016, tras haberla celebrado nada menos que 2016 veces. Pero aunque la Navidad sea la misma fiesta, nosotros no somos los mismos. Cada cual tiene su ingrediente de distinción que nos hace ser diferentes a como éramos el año pasado, o el anterior, o todos los años de antes. No así el mensaje navideño: Dios se hace hombre, viene a contarnos con nuestras lenguas lo que eternamente fue su Palabra; viene a repartirnos en todos los lares lo que en su infinito cielo no cabía en la tierra toda. Un Dios cercano, humanado, pequeño y vulnerable, así de humilde, así de bueno con un corazón misericordioso y amable.
Los belenes que ponemos en estas fechas con el mejor arte de nuestra imaginería, y los nacimientos vivientes en donde cada uno de nosotros es una figura ante el misterio de la santa Familia de Jesús, María y José, nos señalan esas dos cosas en medio de las cuales se decide nuestra esperanza, nuestro amor y nuestra fe: recordar lo que sucedió hace dos mil años, y sabernos parte de esa historia inacabada.
La Navidad es un hecho que sigue sucediendo si dejamos que Dios se haga hueco en nosotros y entre nosotros, acercándonos el milagro de ternura divina que ponga un bálsamo en nuestras asperezas humanas. Enciende una luz que acaba con nuestras penumbras todas y nos siembra una paz que pone en jaque mate todas nuestras guerras y violencias. Así lo vivimos con todo el envoltorio festivo y alegre de estos días entrañables. Viene en ayuda todo cuanto colabora con esta noble causa que hace memoria de lo que ya sucedió y al mismo tiempo nos compromete para desear y consentir que pueda seguir sucediendo.
El arte belenista se nutre de este hermoso y antiguo relato, y lo escenifica con gusto y talento cristiano, para que quien se asome a lo que representa el nacimiento, pueda descubrirse en él como quien participa en el belén viviente que cada día nos contempla.
+ Fr. Jesús Sanz Montes OFM, Arzobispo de Oviedo