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Portada del boletín Ánfora n.º 24 (2018), de la Asociación Complutense de Belenistas

Maquetas y muñequitos, por Juan Pablo Cruz Fernández

01 Dic 18
Presidencia FEB
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Maquetas y muñequitos

Artículo publicado en el boletín Ánfora n.º 24 de la Asociación Complutense de Belenistas

Isotipo de la Asociación Complutense de BelenistasA veces me pregunto si yo estoy muy equivocado y además no tengo ni idea de qué va la feria. Pero prefiero pensar que las cosas son como yo lo aprendí y que el belenismo es algo diferente.

El problema es que cada día veo que el interés de los belenistas se decanta hacia un maquetismo que es mejor cuanto más perfeccionista y fiel es la representación del motivo representado y, bien, no es problema, hasta que se convierte en obsesión. No se pueden hacer maquetas de catedrales o palacios a escala y después poner figuras a escala correspondiente. Nuestro cerebro no trabaja así, no es razonable buscar el misterio en un belén como si de buscar a “Wally” se tratara. Un belén es una representación más o menos artística del nacimiento del hijo de Dios y del “arte” del que estoy hablando no es la arquitectura y menos aún el urbanismo.

Quizás el arte que más se le aproxima sea la pintura, bien que en este caso estamos hablando de una “pintura” tridimensional, pero a la postre hay más similitudes entre estas dos disciplinas de lo que parece. Empezando por lo más fácil de comparar, en un diorama se fuerza el punto de vista, se cuida la perspectiva, se estudian los efectos de luces para lograr el color deseado y si bien es una creación tridimensional, se busca que por la embocadura se observe la escena que queremos representar. Y no es imprescindible una perfección técnica que respete escrupulosamente un escenario determinado, es más, el efecto puede ser más o menos abstracto o impresionista o cualquiera otra que se nos venga al magín. Nada de lo anterior tiene nada que ver con el maquetismo y sí mucho con la pintura, o sea, que si aceptamos las premisas anteriores no sé si deberíamos dar tanto bombo a los belenes “maqueta”.

En los belenes redondos (aquellos que se ven por varios costados) y en los de embocadura abierta, las cosas se complican, más en los primeros, pero se puede hacer una extrapolación a los segundos. El caso es que es prácticamente imposible mantener la perspectiva forzada cuando por el lateral se pueden ver los distintos términos en paralelo, así que hacemos “trampa” y, por lo menos en mi caso, ponemos el punto de fuga en un lugar indeterminado detrás de un monte que ocupa el centro del belén. Y digo “indeterminado” porque el punto de fuga en este caso recorre un circulo (más o menos) que corre en oposición al perímetro del belén, esto destroza cualquier intento de armonizar un concepto maquetista del belén con una escena impactante (supongo que es lo que estamos buscando) y artísticamente aceptable.

Tras este rollo, viene mi propuesta ¿por qué no hacemos belenes y dejamos de hacer maquetas en las que después se ponen “muñequitos”?

Juan Pablo Cruz Fernández

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