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Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 16 - Asociación Belenista de Valladolid (2021)

Oración a San Francisco, por César de Pedro García

26 Nov 21
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Oración a San Francisco

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 16 (2021) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidPAZ Y BIEN

Santo por su buen hacer ayudando a todos sin interés
Amante de todo lo creado: personas, flores, animales, enemigos
Nada le turbaba, era decidido, valiente

Fue un hombre muy introvertido, supo escuchar a Jesucristo
Renunció a la vida fácil, para darse a los demás
Aceptó todo lo que el Señor le indicaba
Nada le importaba, orar toda la noche por lo que amaba
Cuando el Señor le dice que repare la Iglesia, él la arregla
Iglesia no era el edificio, si no, enseñar el bien
Sólo Francisco es capaz de hacer pensar, si lo sabemos escuchar
Como San Francisco nos enseña a todos nosotros la…
Orden franciscana seglar, debemos tener todo esto en cuenta

Dedicarnos de todo corazón a imitar en lo posible al Santo
Entender a las demás personas, que están contigo sin criticar

Ayudar en lo posible a la Iglesia y feligreses que lo necesiten
Siempre tener una palabra amable en el momento necesario
Inspirar confianza y amor, para todos los que nos rodean
Seguro que haciendo esto, sin orgullo, con humildad, como lo hacia nuestro San Francisco, seríamos mucho más felices. Hermanos, imitémoslo

César de Pedro García

Cartel XXXVII Congreso Nacional Belenista - Alicante, La Marina y Callosa de Segura 1999

Comunicaciones – XXXVII Congreso Nacional Belenista 1999 – San Francisco de Asís, patrono de los belenistas, un ejemplo para todos

08 Abr 99
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San Francisco de Asís, patrono de los belenistas, un ejemplo para todos

Cartel XXXVII Congreso Nacional Belenista - Alicante, La Marina y Callosa de Segura 1999Logo XXXVII Congreso Nacional Belenista - Alicante, La Marina y Callosa de Segura 1999San Francisco de Asís ha sido considerado por la revista «Time» el personaje más importante de este milenio y, ciertamente, su vida, su obra y su predicación lo convierten en una personalidad que merece contínua evocación por la actualidad de su mensaje que exalta el amor, la sencillez, la humildad y el respeto a la naturaleza y a la Creación toda, reflejo de la bondad y la grandeza de Dios. Un mensaje que es una auténtica guía vital para todos y muy especialmente para quienes, como belenistas, hemos de hacer realidad cotidianamente el compendio de paz y ternura que el belén entraña.

Nacido en 1182, su padre Pietro de Bernardone era un próspero mercader de telas de Asís, en la Umbria italiana; su madre, doña Giovanna, a la que familiarmente llamaban doña Pica, era una provenzal con quien se había casado don Pietro durante uno de sus frecuentes viajes de negocios por Francia. Precisamente, el nombre de Francisco se lo impuso su padre, con la expresa intención de honrar a la tierra que le había dado la riqueza.

Recibió Francisco la educación de los jóvenes adinerados de su tiempo, aprendiendo latín y matemáticas. Aún adolescente, su padre le puso a trabajar en el mostrador de su almacén, y parece que con éxito.

El joven Francisco, provisto con abundancia de dinero e inteligencia, de carácter abierto, vanidoso, trajeado preciosamente, generoso, se convirtió en el «príncipe» de las peñas juveniles asisianas, primero en los convites, primero en los certámenes poéticos, primero en las manifestaciones propias de la juventud de entonces, también pensó en descollar en el arte de las armas y hacerse caballero. Su anhelo de aventuras le hizo intervenir en algunas de las frecuentes batallas que enfrentaban a las ciudades-estado de la Italia medieval, aunque ello también le supone sufrir una profunda crisis espiritual ante la vanidad de los placeres materiales y la inutilidad de su vida hasta ese momento.

San Francisco de AsísTras una gravísima enfermedad que le pone en peligro de muerte, Francisco recapacita sobre su existencia mundana y en las grutas solitarias de la campiña de Asís se entrega a la meditación y la plegaria. En 1206, rezando ante el Crucifijo en la desmantelada iglesita de San Damián, escucha la voz del Señor que le dice: «Francisco, restaura mi casa, la cual, como ves, cae en ruina». Es una orden simbólica, que inviste a Francisco de una altísima tarea: la de restaurar los principios divinos de la Iglesia de Cristo, socavada por las herejías, la inmoralidad, la simonía. Aunque Francisco, no comprendiendo el significado profundo de las palabras divinas, volvió a casa de su padre para llevarse algunas piezas de tejidos preciosos que vendió, junto con su cabalgadura, para conseguir dinero con el que restaurar la iglesita de San Damián.

El señor Bernardone, contrariado ya por el cambio habido en la vida de Francisco, desilusionado en las grandes ambiciones que había puesto en el hijo, se enfureció, pidiendo la intervención de los Magistrados de la ciudad y hasta del Obispo. Francisco hizo entonces una pública declaración de pobreza, devolviendo incluso los vestidos recibidos de la familia, y empezó su predicación de un lugar a otro, mendigando para comer y vestido con una modesta túnica ceñida por una cuerda.

Los temas esenciales de su predicación eran el amor cristiano, la exigencia de paz entre los hombres, la fe en la salvación, el bien y la alegría como meta de un camino terreno entre obstáculos, oposiciones y dolores. Anunciaba a los hombres la paz y el amor fraternal, insistía en la necesidad de oponerse a las malas costumbres y a la avaricia en donde quiera que estuviesen anidadas, recordó a los hombres, religiosos y laicos, toda la predicación de Jesús y de los Evangelios. Los humildes, los puros de corazón, es decir, los que eran como él, acogieron sus palabras y le siguieron aumentando su número. Y Francisco emprendió una larga serie de viajes por Italia y el extranjero, dando siempre ejemplo de santidad en oración, en innumerables obras de caridad que atraían a donde se encontraba Francisco gentes inspiradas por su palabra y por su ejemplo. De vuelta a Asís, se cobijó en la cercana iglesita de Santa María de los Ángeles, la «Porciúncula», que fue el primer centro del orden monástico que Francisco empezaba a concebir.

Después, acompañado por los primeros doce seguidores, Francisco marchó a Roma, donde el Papa Inocencio III lo recibió escuchando su petición del reconocimiento de la Orden de los Frailes Menores, que habían aceptado la regla de la pobreza, en 1209.

A partir de entonces la predicación de los frailes se extendió por toda Italia y por el extranjero: en Alemania, en Francia, en España, en Tierra Santa, a través de incomodidades, peligros y persecuciones el movimiento franciscano cobraba dimensiones cada vez más extensas. En 1221 Francisco elaboró la nueva Regla de su orden, que fue aprobada por el Papa Honorio III en 1223. Y es durante la celebración de la Nochebuena de ese mismo año cuando Francisco instituyó en Greccio la que se convertirá en una gran tradición: el belén.

Francisco era ya saludado como santo, mientras él saludaba y alababa a Dios en el hermoso himno en loor de la Creación que es el «Canto de las Criaturas».

El 17 de septiembre de 1224, en el monte Verna, Francisco recibió las llagas de la Pasión de Cristo y durante la noche del 3 al 4 de octubre de 1226, en la Porciúncula, murió Francisco. Y el que en su humildad ni siquiera se había considerado digno de ser consagrado sacerdote, fue proclamado santo por la Iglesia dos años más tarde, en 1228.

Ojalá todos nosotros, guiados por su ejemplo, pongamos en práctica la actitud que San Francisco de Asís nos enseñó como una auténtica guía vital en la Oración que dice: «¡Señor, haz de mí un instrumento de tu paz! Que donde hay odio, ponga yo Amor. Donde hay ofensa, lleve yo el Perdón. Donde hay discordia, lleve la Unión. Donde hay duda, lleve la Fe. Donde hay error, lleve la Verdad. Donde hay desesperación, lleve la Esperanza. Donde hay tristeza, yo lleve la Alegría. Donde hay tinieblas, lleve vuestra Luz. Oh Maestro, haced que no busque tanto el ser consolado, sino consolar; el ser comprendido, sino comprender; el ser amado, sino amar. Porque dando, se recibe. Olvidando, se encuentra. Perdonando, se es perdonado. Muriendo, se resucita a la vida eterna. Amén».

Retrato más antiguo de San Francisco de Asís, pintado en 1228, año de su canonización, solo dos años después de su muerte, en el muro de una capilla lateral del Monasterio de San Benedicto, también llamado Santuario del Sacro Speco, en Subiaco (Italia)

San Francisco de Asís, designado como celestial Patrono de los belenistas

15 Ene 86
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Retrato más antiguo de San Francisco de Asís, pintado en 1228, año de su canonización, solo dos años después de su muerte, en el muro de una capilla lateral del Monasterio de San Benedicto, también llamado Santuario del Sacro Speco, en Subiaco (Italia)

Retrato más antiguo de San Francisco de Asís, pintado en 1228, año de su canonización, solo dos años después de su muerte, en el muro de una capilla lateral del Monasterio de San Benedicto, también llamado Santuario del Sacro Speco, en Subiaco (Italia)

Hoy, miércoles 15 de enero de 1986, se ha recibido de la Sagrada Congregación pro Culto Divino un decreto firmado por el Eminentísimo Sr. Cardenal D. Pablo Agustín Mayer, Prefecto de dicha Congregación, en el que se hace saber que el Santo Padre Juan Pablo II, conforme a lo solicitado, declara a San Francisco de Asís como Patrono de los belenistas de España.

Al margen de esta declaración, verdadero regalo de Su Santidad a los amigos del belén en España por nuestro tenaz y constante trabajo en la consecución de dicho Patronazgo, en otro decreto paralelo el Serafín de Asís ha sido asimismo nombrado celestial Patrono de los pesebristas austríacos y, por extensión, de todos los del mundo, con lo que ha quedado satisfactoriamente cumplido el anhelo del universal Patronazgo del Santo.

Los amantes del belén tenemos, pues, ya en el Cielo un «protector de oficio» que será el intercesor de nuestros deseos, el inspirador de nuestras actividades y el consolador en nuestros desalientos; el gozo y la alegría de nuestra apostólica dedicación en pro de una Navidad más santa y provechosa para la extensión del reino de Dios en las almas.

Para contextualizar la consecución de este Patronazgo, a principios de 1982 el presbítero Juan Pérez-Cuadrado, de la Asociación Belenista de Guipúzcoa, hizo las pertinentes consultas para confirmar si San Francisco de Asís era o no «oficialmente» Patrono de los belenistas, es decir, proclamado por la Santa Sede como tal. Tras quedar patente que no lo era, la Asociación Belenista de Guipúzcoa presentó una «comunicación» en el XI Congreso Internacional de los Amigos del Pesebre de Niza, en octubre de 1982, que fue aprobada por aclamación, en la que se proponía que se tomara el acuerdo de gestionar con la Santa Sede la declaración oficial del Patronazgo franciscano para los belenistas de todo el mundo.

Iniciadas las oportunas diligencias (D. Juan Pérez-Cuadrado se tomó la molestia de remitir la propuesta a todas las asociaciones belenistas del mundo conocidas y un sobre con el sello para que se la devolvieran firmada), pronto afloraron ciertas reticencias por parte de algunas asociaciones belenistas extranjeras, que, si bien ofrecían su colaboración, realmente nunca llegaba…

Ello motivó que, transcurrido un tiempo prudencial, se decidiese enviar al Santo Padre, con la conformidad de la Conferencia Episcopal Española, que se portó de maravilla, una solicitud en la que se pedía la declaración del Patronazgo de San Francisco de Asís para los belenistas de España. Fue el propio Presidente de la Conferencia Episcopal Española, Monseñor D. Gabino Díaz Merchán, Arzobispo de Oviedo, el encargado de enviar las oportunas «preces» a Roma, que han dado sus frutos hoy.

¡Loor y bendición a San Francisco de Asís, desde hoy mismo nuestro celestial Patrono!

Decreto de 15 de enero de 1986 de la Sagrada Congregación pro Culto Divino, firmado por el Prefecto de la misma, el Eminentísimo Sr. Cardenal D. Pablo Agustín Mayer, en el que se hace saber que el Santo Padre Juan Pablo II, conforme a lo solicitado, declara a San Francisco de Asís como Patrono de los belenistas de España

Decreto de 15 de enero de 1986 de la Sagrada Congregación pro Culto Divino, firmado por el Prefecto de la misma, el Eminentísimo Sr. Cardenal D. Pablo Agustín Mayer, en el que se hace saber que el Santo Padre Juan Pablo II, conforme a lo solicitado, declara a San Francisco de Asís como Patrono de los belenistas de España