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Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 15 - Asociación Belenista de Valladolid (2020)

La cuna de Jesús fue un pesebre, por D. Ricardo Blázquez Pérez

27 Nov 20
Presidencia FEB
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La cuna de Jesús fue un pesebre

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidTodo nacimiento de un niño es alumbramiento; la madre lo da a luz. El niño abre los ojos a la luz del día y los papás quedan deslumbrados por el hijo que les ha nacido. Navidad es la celebración del nacimiento de un Niño único, el Salvador del mundo.

El nacimiento y la muerte de Jesús son ante celebrados en la Liturgia; por su parte, la piedad ha ampliado su irradiación en los «nacimientos» o «belenes», y en las procesiones de la Semana Santa, El nacimiento de Jesús fue narrado por el Evangelio en los siguientes términos: «María dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada» (Lc 2, 7). Los nacimientos que podemos visitar en el tiempo de Navidad orientan nuestra mirada al establo donde está acostado Jesús, atendido por María y protegido por José.

Dos circunstancias del nacimiento de Jesús quiero hoy subrayar: Jesús nació como un niño de una familia pobre, no tuvo donde reclinar la cabeza (cf. Lc 9, 52) y murió despojado en la cruz. Siendo rico como Hijo de Dios eligió ser pobre por nosotros (cf.2 Cor 8, 9). Y sobre la otra circunstancia nos dice el Evangelio que fue perseguido por Herodes apenas nacido, que fue rechazado y que fue condenado a muerte como un malhechor. En el horizonte lejano del Niño Jesús se vislumbra la cruz (cf. Lc 2, 34-35). El Evangelio, en medio del encanto de un niño recién nacido, cuyo lenguaje es la sonrisa y el llanto, nos muestra a Jesús pobre y entregado a la muerte. Desde el comienzo de su vida nos enseña el Evangelio como fue la misión de Jesús, nuestro Salvador.

Yo deseo que cuantos adoramos al Niño en Navidad, aprendamos la doble lección que nos da: sobriedad ante el dinero y ayuda a los que padecen hambre, soledad y desamparo de cara al futuro. Recordando la huida a Egipto de José y María para salvar al Niño amenazado, acojamos a los que vienen hasta nosotros pidiendo trabajo y protección (cf. Mt 2, 13-18).

Agradezco a los “belenistas» que con su arte y piedad nos prestan un precioso servicio en la celebración de Navidad. También este año de pandemia podemos felicitarnos porque ha nacido el Salvador.

+ Monseñor Ricardo Blázquez Pérez
Cardenal Arzobispo de Valladolid

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