XXXIX Congreso Nacional Belenista (2001)
Ponencia
Bet-lehm, ¿una ingenuidad?
por Carmelo Martínez Martínez
Puede resultar provocativo el título. ¿De qué ingenuidad se trata? ¿A quién se trata de ingenuo? Será una buena oportunidad de ofrecer la respuesta a los miembros del Congreso de Belenistas, que se celebra en Logroño en junio de este año 2001.
Vayan estos apuntes como anticipo del tema. Se puede hablar de varias ingenuidades. Una, la del candor que suscita la contemplación de los belenes. Verdadera y hermosa ingenuidad provocada por la variopinta multiplicidad de formas y estilos que la devoción, la creatividad y el arte nos han proporcionado a través de los siglos.
Cualquier libro ilustrado sobre belenes nos fascina con la presentación de los personajes del belén (el Niño, María, José, pastores, Magos…) y con la imaginería en la confección de los pesebres, de la cueva y del entorno del portal. Ingenuidad candorosa que todos admitimos. Belenes provenzales, napolitanos, americanos, españoles, etc., plasman las culturas respectivas en vestimentas, establos o casas, a veces espectaculares por su riqueza y colorido.
Una segunda ingenuidad puede ser la fecha de la celebración del nacimiento de Jesús de Nazaret. Se estableció hace siglos para el 25 de diciembre. Ya es suficientemente conocida la razón de esta datación. La inculturación del cristianismo en Roma, que celebraba su gran fiesta del Sol invicto el 25 de diciembre, encontró el símbolo perfecto para fijar la fecha del nacimiento del Sol de la Humanidad, Jesucristo, “Luz del mundo”. La celebración de Mitra, “dios del Sol”, quedaría suplantada por el nacimiento de Jesús de Nazaret. Un mito (dios “Mitra”) por una realidad histórica (Cristo).
Pero últimos análisis de los Evangelios de Mateo y Lucas, y que se están haciendo públicos, provocan inquietud y preguntas. ¿Estamos padeciendo una tercera ingenuidad respecto al lugar del nacimiento de Cristo y otros acontecimientos que rodean su nacimiento?
A quienes hemos visitado Tierra Santa nos ha gustado contemplar y venerar los lugares en los que vivió Jesús, aunque algunos de ellos muy transformados.
Respecto al lugar de su nacimiento, y desnudando con nuestra imaginación suelos, techos y paredes, retirando estrellas, plata y mármoles, nos hemos arrodillado en la cueva-cripta de la Basílica de la Natividad, intentando recrear el lugar exacto. Hemos lamentado con San Jerónimo el haber “retirado el pesebre de arcilla para sustituirlo por otro de plata”. También hemos caminado hasta los campos de Booz, lugar de la aparición de los ángeles a los pastores.
Y aquí surgen las preguntas: ¿es todo una ingenuidad? ¿Son literalmente exactos los evangelistas al hablarnos del lugar del nacimiento de Jesús? ¿Hay otras explicaciones e interpretaciones que, respetando el mensaje religioso del Evangelio, difieren de lo que hasta ahora hemos afirmado como exactitud histórica? El nacimiento de Jesús en la ciudad de Belén, los magos de Oriente, la huida a Egipto, ¿responden a hechos históricos o a símbolos con sus mensajes religiosos? De todo esto hablaremos.
Para tranquilidad de los belenistas, y de cuantos admiramos la belleza de vuestro arte plasmado en las mil formas de belenes, el camino emprendido por Francisco de Asís, y mantenido en vuestra hermosa tradición, hoy espléndidamente recuperada y potenciada, ofrece plásticamente las claves y el mensaje del Evangelio, porque nos da la verdad de que un Hombre, hace dos mil años, nació en nuestra Tierra, y a él confesamos como Hijo de Dios, el Mesías, el Salvador. El nos trae la alegría y la paz. Y vosotros, belenistas, sois los actuales ángeles-mensajeros que ofrecéis la Buena Noticia. Y todos quedamos fascinados.
Hay una ingenuidad que no hace estúpidos, sino que engendra sencillos creyentes. Hay que acercarse sin doblez, con candor, a vuestras creaciones del belén.
Hubiéramos querido las imágenes de cámaras, vídeos, TV, ofreciéndonos la historia exacta de los acontecimientos. Nada de eso hace falta para la fe. Vuestros magníficos belenes ofrecen las pistas para elevarnos a la contemplación del Misterio.
Carmelo Martínez Martínez
Sacerdote y psicólogo
Carmelo Martínez Martínez, sacerdote y psicólogo, nació en Logroño. Estudió en los seminarios de Logroño y Córdoba y en las Universidades de Comillas y Barcelona. En su parroquia se coloca cada año uno de los belenes más artísticos de Logroño.
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