La provincia de Araba/Álava y su capital Vitoria-Gasteiz
(Texto basado o extraido del libro «Álava, pueblo a pueblo«,
editado por la Diputación Foral de Álava-Arabako Foru Aldundia)
Ubicada al norte de la Península Ibérica, Araba/Álava es uno de los tres Territorios Históricos que forman la Comunidad Autónoma de Euskadi. Por su ubicación al sur de Bizkaia y Gipuzkoa, ha sido y continúa siendo uno de los pasos naturales hacia el continente europeo. Además, para los visitantes procedentes del sur es una de las puertas de acceso a Euskadi. Por la diversidad de su paisaje, los contrastes de su orografía y la gama de colores de su «piel» resulta una caja de sorpresas para cualquier visitante.
Geografía
Su orografía y la diversidad de paisajes y climas otorgan al Territorio Histórico de Álava un carácter singular.
Localizada geográficamente en el sudoeste de Euskadi, a espaldas de Bizkaia y Gipuzkoa y colindando también con las provincias de Burgos, Navarra y La Rioja (estas dos últimas, comunidades autónomas uniprovinciales), es un territorio que supera los 3 millones de km² y su población también supera holgadamente los 300.000 habitantes.
Escudo de Álava
Álava, tierra de contrastes
Tres sucesiones de cadenas montañosas cruzan Álava de este a oeste. Las situadas más al norte establecen los límites entre Álava y los valles atlánticos de Gipuzkoa y Bizkaia, con valles verdes entre montes de pinos y hayas, caseríos y ganado vacuno.
Entre estas sierras del norte y una segunda línea de montañas que recorre la zona media del territorio se extiende una amplia llanura, conocida como la Llanada alavesa, tierra de transición hacia las llanuras meridionales. Más al sur, la sierra de Cantabria es el último obstáculo natural antes de adentrarse en las vegas de la Rioja Alavesa, tierra de viñedos que se extiende hasta el valle del Ebro, cuyo paisaje se confunde con el de la meseta castellana.
El relieve alavés se resume en una serie de cadenas montañosas, orientadas en sentido de los paralelos y separadas por corredores o amplias cubetas de elevada altitud media. La influencia de tales sierras en las disimetrías pluviométricas, en el freno a las influencias atlánticas o mediterráneas, es notable.
Variedad climática
La variedad orográfica y biológica va unida a una diversidad climática. Así, si en la franja norte de Álava el clima es oceánico con un tiempo húmedo y suave, con abundantes lluvias, en el interior son comunes los inviernos fríos y las fuertes heladas. En las tierras del sur, por el contrario, es de tipo mediterráneo continental, seco y de temperaturas más extremas. La Llanada Alavesa queda también en lo climático como una tierra de transición, con inviernos fríos.
Foto aérea del Embalse de Ullibarri-Gamboa
y del Parque de Garaio
Enclaves naturales
Entre los atractivos naturales de Álava están los embalses de Uribarri (Ullibarri-Gamboa) y Urrunaga. Creados para abastecer de agua a Vitoria-Gasteiz y Bilbao, estos lagos artificiales constituyen el mayor humedal vasco y un espacio de ocio único.
La gran calidad paisajística está representada por enclaves naturales como Valderejo, declarado Parque Natural en 1992, pequeño valle situado en el extremo más occidental de Álava, Entzia o el Parque Natural de Izki, situado al sudeste del territorio, que con sus 9.143 hectáreas alberga una gran diversidad de paisajes, las lagunas de Laguardia, las Salinas de Añana con sus blancas terrazas escalonadas y los tres parques naturales que comparte con otros dos territorios: Gorbeia, Urkiola y Aizkorri. A la lista añadimos también el Valle de Aramaio con sus magníficos caseríos dispersos entre montañas, o Zuia como más próximo a Vitoria y al amparo del macizo Gorbeia, impresionante espacio natural, montañero y rural.
Historia
Los primeros pobladores
Repartidos por toda la geografía alavesa encontramos monumentos megalíticos y restos de poblados que evidencian un territorio poblado desde la Prehistoria.
Los cazadores del Paleolítico
Los restos arqueológicos más antiguos hallados hasta el momento en territorio alavés son los instrumentos de piedra que reflejan asentamientos esporádicos de cazadores del Paleolítico, cuando los Homo Erectus se dedicaban a la caza y recolección. El hallazgo de un bifaz achelense (útil de piedra de forma almendrada, tallado por sus dos caras y con aristas cortantes) recogido en Aitzabal por José Miguel de Barandiarán es testimonio del desarrollo de unas técnicas de elaboración de instrumentos hace más de 100.000 años.
Con la última glaciación, Europa se cubre de hielos permanentes. El hombre de Cromagnon habita zonas costeras del Cantábrico donde las temperaturas son más suaves, ya que la vida en el interior alavés se presenta imposible.
A partir del año 8.500 a. C. la glaciación empieza a remitir y los fríos se retiran hacia el norte, favoreciendo un ambiente fresco y húmedo en Álava con el paso de los años. Los animales herbívoros refugiados en la costa colonizan el interior y tras ellos llegan los nuevos cazadores a tierras alavesas. Viven en pequeñas cuevas y abrigos rocosos y cazan corzos, ciervos y toros primitivos. Adornan ya sus cuerpos con conchas perforadas y utilizan instrumentos básicos para cazar y pescar. Álava es una tierra de bosques de hoja caduca, en cuyos claros crecen los pastos donde se alimentan caballos, corzos, cabras, sarrios, etc.
Dolmen de la Hechicera, en Elvillar (Álava)
Últimos cazadores y nuevos habitantes: base humana de Álava
Desde el sur llegan también nuevos habitantes que se mezclarán con los primeros. Estos grupos humanos suponen el sustrato humano básico de Álava. Dicha mezcla humana convive durante mucho tiempo y es la protagonista del comienzo de la agricultura y la ganadería (domestican al perro y la oveja), aunque la caza seguirá siendo importante.
La seguridad que aportan los nuevos sistemas de producción agrícola y ganadera se reflejan en un aumento demográfico y la sedentarización de los grupos humanos, comenzando a vivir en auténticos poblados. La creencia en fuerzas superiores da lugar a la construcción de dólmenes en los que enterrar a sus muertos, dejando importantes testimonios en la Provincia.
Llegada de los indoeuropeos
La expansión de los pueblos del sureste europeo llega a Álava hacia el 1.200 a. C. cuando los indoeuropeos se asientan en Álava. La nueva población se instala en poblados que llamamos “castros” u “oppida” amurallados e incorpora las técnicas del hierro y la incineración en los ritos funerarios.
Setecientos años después se produce otro importante cambio cultural por los contactos con los pueblos celtíberos de la península, además de la influencia de fenicios y griegos. Se potencia la agricultura (empleándose el arado), aparece el urbanismo, se funden piezas de bronce y hierro y se decora la cerámica con pintura.
La romanización no tardará en llegar. Para entonces, en Álava ya se habrá comenzado a emplear la moneda y existirán manifestaciones artísticas destacables como estelas funerarias decoradas.
La romanización en Álava
Muchos restos de la época y testimonios de historiadores y geógrafos romanos nos hablan de la integración de Álava en el imperio romano. Entre los restos arqueológicos más importantes se encuentran los puentes de Mantible en Assa y Trespuentes y la ciudad de Iruña/Veleia.
Llegada de los romanos
Los romanos llegan a Álava en un momento en el que conviven poblados que mantienen su forma de vivir a la antigua y otros adaptados a los cambios del final de la Edad de Hierro. Los distintos pueblos prerromanos de la zona se integran en el estado romano, especialmente en Álava y Navarra donde la romanización es algo más intensa.
Desde el siglo I. a.C. queda reflejada la administración militar y política romana, sobre todo en las proximidades de la calzada Astorga-Burdeos que cruza Álava y vertebra la región, en el valle del Ebro y en las riberas de sus afluentes.
Muralla del oppidum de Iruña-Veleia,
junto a la localidad de Trespuentes
La influencia romana
Mientras las zonas menos aptas para la agricultura mediterránea, como los valles cerrados y profundos, permanecen menos influenciados, el resto del Territorio asimila la cultura romana y llega el derecho, el tráfico comercial y el latín, empujando al euskera hacia las zonas menos romanizadas. Lentamente se irá introduciendo el cristianismo en las zonas urbanas.
También se importa de Roma el fenómeno de la urbanización. El oppidum de Iruña/Veleia es un ejemplo de ciudad donde se aprecian las murallas, calles y edificaciones. El yacimiento de Iruña/Veleia, de 80 Ha de extensión, abarca 1.500 años de historia continuada. Situado a 10 kilómetros de Vitoria, se inició en los comienzos de la Edad del Hierro y alcanzó su momento más álgido a partir del siglo I, en la época romana.
Álava medieval
Cuando cayó el imperio romano, el poder y la influencia cultural de los romanos desapareció, y con ellos el latín y el cristianismo. Con las invasiones de los diversos pueblos bárbaros y la caída del Imperio romano, las distintas tribus vascas serán atacadas por estos pueblos. La zona de La Llanada, camino natural de paso, verá el tránsito de algunos de estos bárbaros. Al mismo tiempo, las guerras con el reino visigodo van a ser continuas. Paralelamente, otro poderoso movimiento sube desde el sur y centro de la Península, con una nueva concepción de la vida y una nueva cultura, el islamismo.
Basílica de Armentia, en el municipio de Vitoria-Gasteiz, primera catedral del País Vasco (siglo XII)
Por otra parte, tras la caída de Roma, la cristianización era todavía muy ligera y periférica, y la existente estaba fuertemente mezclada con las culturas populares. La influencia de los visigodos fue muy pequeña y los musulmanes no llegaron a dominar Álava, aunque la atacaron muchas veces. Por otro lado, surge el reino astur-leonés, sucesor del reino visigodo, que proseguirá la lucha de aquéllos contra los vascos más occidentales, mientras el resto mira hacia el reino de Pamplona, primero, y luego a su sucesor el reino de Navarra.
Como consecuencia de la invasión musulmana del Valle del Ebro se produce, hacia la mitad del siglo IX, la emigración de cristianos del Obispado de Calahorra hacia tierras libres de la presencia permanente de los musulmanes. Las tierras de la Llanada alavesa serán refugio de esos cristianos, que crearán el Obispado de Armentia. Así en la documentación de los siglos IX-XI aparece una decena de personas a las que se les titula “obispo en Álava, de los alaveses, en Veleia y en Armentia”.
Don Fortunio fue su último obispo. A su muerte desapareció el Obispado de Armentia, absorbido por el de Calahorra. En 1496, mediante una Bula, el Papa Alejandro VI ordenó la traslación de la iglesia colegial de Armentia a la ciudad de Vitoria.
Primeras referencias al topónimo Álava
En este contexto de continuas guerras se da la aparición de caudillos militares, y pronto surgirá el Condado de Álava. En la Crónica de Alfonso III, escrita a fines del siglo IX, aparece por vez primera el topónimo Álava, al referirse a las campañas que Alfonso I de Asturias realiza a mediados del siglo VIII. Durante estos dos siglos, el topónimo Álava puede identificarse con las tierras de la Llanada, concretamente al norte y este de Vitoria, coincidiendo, aproximadamente, con la mitad oriental de la denominada “Álava nuclear”, según aparece descrita en la Reja de San Millán, de 1025, y que, con pequeñas modificaciones, viene a coincidir con los límites que un documento de 1258 especifica para la Cofradía de Arriaga. A esta Álava nuclear se iría sumando una Álava periférica, constituida por la Tierra de Ayala; la situada al oeste del río Baias; Trebiño y la Rioja alavesa.
Tierra de caminos y fronteras
Durante la alta y plena Edad Media, el territorio recibe la influencia de los reinos que van surgiendo en las regiones limítrofes, como son el reino astur, el reino de Pamplona y luego de Navarra y el de Castilla. En Álava se encuentran numerosas villas que conservan las murallas de épocas medievales marcadas por los enfrentamientos entre reinos y las pugnas entre nobles, además de palacios, iglesias y otras construcciones.
El territorio alavés no se libra de numerosos ataques lanzados por los musulmanes que rápidamente se habían extendido por la península hasta llegar al norte. Protegida por fuertes castillos y torres señoriales, las tierras alavesas permanecen siempre controladas por condes locales. Desde principios del siglo X, estas tierras quedan definitivamente en la retaguardia de la frontera cristiano-musulmana, mientras se convierten en paso obligado de peregrinos jacobeos.
Entre Castilla y Navarra
A partir del siglo X son evidentes las influencias de Castilla y Navarra. La alternancia de condes con diferente orientación monárquica, hace que la balanza de la soberanía sobre el territorio alavés recaiga sobre uno u otro reino. Bajo el gobierno de Sancho VI de Navarra y con el fin de asegurar su defensa, se fundan una serie de villas entre las que destacan Laguardia, Vitoria, Antoñana, Bernedo y La Puebla de Arganzón.
Alfonso VIII de Castilla reacciona ante la presencia navarra. Entre 1199 y 1200 y tras negociar con algunos nobles alaveses, descontentos con la política de los reyes navarros, se apodera de prácticamente toda la tierra alavesa, y supone la incorporación definitiva (salvo un breve paréntesis) de Álava a Castilla, a excepción del territorio dominado por la Cofradía de Arriaga.
Último reducto feudal de la nobleza alavesa
No toda Álava queda en manos del monarca castellano. Frente a un territorio dominado por villas con fueros otorgados por la Corona, la Cofradía de Arriaga es una comarca con una organización de base feudal, organizada en merindades y con señores con capacidad para ejercer acciones jurídicas. Ilustres apellidos de la nobleza alavesa como los Rojas, Mendoza o Ayala formaban parte de dicha organización, junto a nobles de menor rango y campesinos dependientes. Será en 1332 cuando la Cofradía se autodisuelva entregando voluntariamente las tierras a Alfonso XI. Con este Pacto, Álava presenta su perfil territorial casi definitivo.
El Camino de Santiago en Álava
El camino de Santiago alavés transcurre desde el Túnel de San Adrián hasta el río Ebro. A partir del siglo XII y XIII muchos peregrinos eligen esta ruta como alternativa al camino navarro, sobre todo por tratarse de una vía segura.
De calzada romana a Camino de Santiago
Santiago de Compostela se había consolidado desde el siglo XI como uno de los centros de peregrinación más importantes de la cristiandad. Y a partir del siglo XII comienza su andadura una nueva ruta jacobea a través de Álava y Gipuzkoa. Los peregrinos atraviesan el túnel de San Adrián (a 1000 m de altura) en el límite con el territorio guipuzcoano para continuar por Salvatierra, Vitoria, La Puebla de Arganzón y Armiñón. La ruta utiliza lo que queda de la calzada romana que venía de Burdeos y se dirigía hacia Astorga. Esta calzada cruzaba Álava y durante muchos años vertebró la región económica, social y políticamente.
Santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz,
en Argandoña (Álava)
Puntos clave en el Camino
El Camino del interior es uno de los mejores espejos de Álava. Un itinerario de contrastes para conocer bosques húmedos, huertas fértiles, extensiones de secano, llanadas interminables, paisajes rurales etc. La Basílica de Armentia (del siglo XII y primera catedral del País Vasco) y el Santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz constituyen dos puntos importantes en el Camino de Santiago alavés.
Repercusión del camino de Santiago
El fenómeno de las peregrinaciones fue mucho más allá que el simple trasiego de fieles por los caminos. Además de una manifestación religiosa, las peregrinaciones a Santiago de Compostela estimulan el desarrollo de la actividad comercial y artesanal, la difusión de la cultura, la entrada de nuevas formas interpretativas del arte, como el románico. También suponen una revolución urbana ligada a la concesión de fueros y privilegios por parte de los reyes, que introducen un nuevo grupo social, el burgués, dentro de la estructura de la sociedad medieval formada por señores, clero y campesinado.
Historia moderna
En los últimos tiempos de la Edad Media se produce el fin de las guerras de bandos en el País y la neutralización del poder anarquizante de los jauntxos, lo que permite la expansión de la población por el descampado, lejos de los poblados, la intensificación de la vida municipal y del comercio. Mientras Bizkaia y Gipuzkoa van a ir entrando en un período de florecimiento, con el desarrollo marítimo provocado por el comercio, el avance de la pesca y la emigración de los señores a las villas, Álava entra en un paulatino estancamiento económico y social.
El régimen foral de Álava
Hasta finales de la Edad Media no se conoce en Álava ningún Código de leyes. Fundamentalmente, la costumbre operaba con fuerza de ley. Solamente existen los fueros de las villas, por los que se rigen éstas. Durante la primera mitad del siglo XIV comienzan a aparecer derechos escritos, pero todavía no serán generales para todo el Territorio.
Las villas, apoyadas por los reyes, van tomando la iniciativa en el gobierno del Territorio, desplazando a la nobleza rural y reprimiendo sus desmanes que tanto afectaban al desarrollo del comercio. Éstos responden introduciendo las luchas de bandos en las ciudades. Las villas se van agrupando en hermandades.
En 1417 las hermandades de Vitoria, Trebiño de Uda y Salvatierra forman una colección de 30 ordenanzas que serán el Fuero, siendo revisada y ampliada en 1458. En las Juntas de las Hermandades de Ribabellosa, en 1463, se redactó un nuevo Cuaderno de Ordenanzas, que fue el que en lo sucesivo rigió en Álava. Asistieron procuradores de las hermandades de Vitoria, Salvatierra, Miranda de Ebro, Pancorbo, Saja, Legutio, Villalba, Valderejo, Valdegovía, Lakozmonte, La Ribera, Aríñez, Hueto, Kuartango, Urkabustaiz, Zuia, valle de Orduña, Ayala, Artzeniega, Zigoitia, Badayoz, Arrazua y Ubarrundia, y representantes de las juntas de escuderos de Vitoria, Ganboa, Barrundia, Egiraz, San Millán y de Hegiles, juntas de Araia, Arana, Arraia y Laminoria, Hiruraiz y Losas de Suso.
Las Juntas
En ellas residía la soberanía de Álava. Los reyes eran tan sólo unos protectores que tenían la obligación de jurar el cumplimiento de los Fueros. Mientras no presentasen ese juramento, no eran considerados como señores de las tierras de Álava. Estos juramentos se repiten hasta el año 1839, fecha de la pérdida del régimen foral “manu militari”.
Las Juntas Generales podían ser ordinarias y extraordinarias. Las primeras se reunían cada 4 de mayo en la villa de la Provincia designada con antelación, y el 18 de noviembre en Vitoria. En esta Junta de noviembre eran elegidos cuatro diputados que debían resolver todos los asuntos que se presentasen durante el año. Asistían a las Juntas Generales: el Diputado General, sin voto; los alcaldes de hermandad; los procuradores, representantes de cada pueblo, y los secretarios. Para que se constituyesen las Juntas habían de estar presentes, por lo menos, las dos terceras partes de las Hermandades.
Los procuradores eran los representantes que enviaban los pueblos a las Juntas. Su elección se regía por numerosas disposiciones del Fuero y de las mismas Juntas Generales. No existía uniformidad. Cada pueblo observaba sus usos y costumbres. Para ser procurador se exigía: haber nacido en Álava, no estar encausado, no ser deudor público y no tener empleo en el Gobierno. El cargo era obligatorio para el elegido.
Palacio de la Diputación Foral de Álava
Diputación General
El Diputado General era el jefe civil, político y militar de la Provincia. Constituía el poder ejecutivo, y duraba en su cargo tres años. No podía ser reelegido sin que transcurriese otro espacio de tres años. Era elegido en las Juntas de noviembre. Para ser Diputado General era preciso: ser oriundo y vecino de Álava con casa abierta y arraigo, persona ilustrada, de estado seglar, con medios suficientes para vivir con el decoro y decencia que el cargo exigía, y no ser empleado del Gobierno Central.
Deberes y Derechos de Álava
En materia de administración de justicia, siempre se ha aplicado, civil y criminalmente, en primera instancia por la Provincia. En las instancias segunda y superiores competían los tribunales de Castilla. Ningún alavés podía ser juzgado en primera instancia, sino por jueces de Álava.
Para la seguridad interior de la Provincia existía una pequeña fuerza armada: el Cuerpo de Miñones. La Provincia nombraba siempre los jefes y oficiales. El Diputado General era el jefe superior de estas milicias.
Los naturales de Álava no estaban obligados a realizar el servicio militar en tiempos de paz. En caso de guerra, la Provincia alistaba y armaba sus fuerzas sin que nunca se admitiese el sistema de quintas. No estaban obligados los alaveses, en ningún caso, a salir fuera de los límites de la Provincia.
La Junta General imponía a los alaveses sus impuestos y contribuciones proporcionales a la riqueza particular: «por cabañas mayores y menores, porque los pobres no sean fatigados». Además, existían los arbitrios y sisas de acuerdo con los mismos pueblos. Álava pactó con el rey de Castilla que «jamás impondrá el rey ninguna contribución directa ni indirecta en Álava», sino la del «pecho aforado» que desde antiguo se pagaba al conde o Señor militar. Por ello, en Álava, no rigieron las leyes tributarias dadas por los reyes de Castilla, y posteriormente por los reyes españoles.
Historia Contemporánea
Con la segunda mitad del siglo XVIII Álava registró un cierto desarrollo material y cultural. Ello se debió en buena medida a la creación en 1764 de la Sociedad Bascongada de Amigos del País, con sede en Vitoria. Este organismo realizó una importante labor, promoviendo la implantación de una imprenta, apoyando iniciativas industriales, y mejorando diversos cultivos agrícolas, como el de la patata y la vid, entre otras acciones.
Siglo XIX
Sin embargo, el siglo XIX será testigo de continuas divisiones, consecuencia de las diversas guerras que van a desarrollarse a lo largo del mismo, y del posicionamiento de los distintos grupos sociales ante las mismas.
A comienzos del siglo, en la guerra contra Napoléon, entre liberales o afrancesados y conservadores o patriotas. Posteriormente durante las guerras carlistas y según los distintos momentos, entre isabelinos y carlistas; liberales y tradicionalistas; progresistas y moderados. En medio de ello la defensa a ultranza del Régimen foral, o sea de las leyes propias, la defensa de una actualización del mismo, o bien la defensa de la postura de los diversos gobiernos españoles de suprimir las leyes vascas.
Finalmente, vía “manu militari”, el Régimen Foral de Álava, Bizkaia, Gipuzkoa y Navarra es suprimido, culminando Alfonso XII la labor centralista que habían iniciado los Borbones con su llegada al trono de España. El régimen autonómico vasco desaparece, siendo sustituido, en 1878, por los Conciertos Económicos entre las Diputaciones Provinciales, ya no Forales, y el Estado.
Mientras en Bizkaia y Gipuzkoa se desarrolla el proceso de industrialización, Álava, carente de una burguesía industrial, entra en un proceso de ralentización económica, dirigida por una clase media que, en buena medida, actúa al dictado del clero.
Sin embargo, se da un cierto impulso a la acción cultural, con la aparición de las primeras publicaciones periódicas, algunas revistas y tertulias. Surgen, en Vitoria, sociedades como el Ateneo, la Academia Alavesa de las Ciencias de la Observación o la Exploradora. Este ritmo decae a fin de siglo y durante buena parte de la primera mitad del siguiente.
Siglo XX
Durante el período anterior al alzamiento militar de 1936 se van produciendo algunos cambios, sobre todo en Vitoria, debido a que las condiciones de vida fueron mejorando con la reducción de la jornada laboral a ocho horas, a partir de 1919, con el aumento de salarios y la reducción de la tasa de mortalidad. Sin embargo, el resto del Territorio, eminentemente rural, siguió sumido en un fuerte adormecimiento.
En este período se desarrollan las asociaciones de masa, entre ellas, las mutualistas, los sindicatos obreros de todo signo, los partidos políticos, que tenían sus distintos medios de expresión, como periódicos, revistas, y las asociaciones recreativas, culturales y deportivas. Nacieron los espectáculos de masa, como el deporte, así en 1923 se fundó el Deportivo Alavés y un año después se inauguró el campo de Mendizorrotza, la asistencia al cine o a los teatros, la llegada de la radio, o la sociabilidad de asistencia a bares y tabernas.
Sin embargo, la religión siguió teniendo gran importancia en todo el Territorio, sobre todo en las zonas rurales, y las instituciones de la Iglesia siguieron controlando extensas esferas de la vida pública, a través del clero, de los colegios, sindicatos obreros, asociaciones y partidos políticos.
Esta evolución se vio cortada por la guerra de 1936. Tras los difíciles años que siguieron a la postguerra, la industrialización de Vitoria y de Llodio, a finales de la década de los cincuenta, trajeron consigo una profunda transformación de la estructura económica y social en las décadas posteriores.
La necesidad de apertura social que definió las décadas de los sesenta y setenta, desembocó en las primeras elecciones democráticas de 1977. A partir de entonces, se vive en Álava una etapa de desarrollo económico y progreso social. Su capital, Vitoria, experimenta una rápida modernización y dinamismo industrial, que contribuyen a renovar el tejido empresarial, industrial y de servicios. Se multiplican los servicios municipales, urbanísticos, culturales, deportivos y universitarios con la presencia de la Universidad del País Vasco, con el Campus de Álava. Al mismo tiempo, se ha consolidado como ciudad de servicios al pasar a ser capital de la Comunidad Autónoma de Euskadi.
La actividad agraria que había constituido, hasta hace no mucho, la base de la economía del Territorio de Álava, ha pasado a un restringido último término a partir de la mitad de este siglo como consecuencia del fenómeno de la industrialización reciente. Sin embargo, hoy día, la industria constituye la actividad económica fundamental de Álava, tanto por el sector de población activa a ella dedicado, como por su valor añadido bruto del total del territorio.
Pero este crecimiento, debido a la industrialización comenzada en la década de los sesenta, no ha afectado por igual a todo el Territorio, sino que se ha polarizado en algunas áreas: inicialmente en Llodio y Vitoria, extendiéndose posteriormente en Oyón, Salvatierra, Legutio y Amurrio.
Mapa de Álava de 2017, con sus siete Cuadrillas: Campezo-Montaña Alavesa, Salvatierra-Llanada Alavesa, Zuia-Gorbeialdea, Ayala, Añana, Laguardia-Rioja Alavesa y Vitoria
Organización Administrativa de Álava / Araba
Álava se compone de 417 núcleos de población, distribuidos en 349 concejos que se agrupan, a su vez, en 51 municipios, formando 18 Hermandades. Todo ello se engloba en siete Cuadrillas. Esta tupida división administrativa puede resultar complicada, pero su existencia hunde sus raíces en la más profunda historia de Álava.
Las Cuadrillas de Álava se rigen por la norma Foral 63/1989 de 20 de noviembre. Son entidades territoriales formadas por diversos Municipios. Sirven para participar, promover y gestionar asuntos de interés general que afecten a su ámbito territorial.
El Territorio Histórico de Álava está formado por siete Cuadrillas: Cuadrilla de Añana; Cuadrilla de Ayala; Cuadrilla de Campezo – Montaña Alavesa; Cuadrilla de Laguardia – Rioja Alavesa; Cuadrilla de Salvatierra; Cuadrilla de Vitoria y Cuadrilla de Zuia. Los órganos rectores de las mismas son: la Junta de Cuadrilla y el Presidente.
Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria-Gasteiz
Vitoria-Gasteiz, capital de Euskadi y de Araba/Álava
Escudo de
Vitoria-Gasteiz
Situada en una colina, a una altitud de 550m. sobre el nivel del mar Mediterráneo, y con una pobla