Patrimonio de la Humanidad
Artículo publicado en el libro Belenes y Pesebres de España (2009) de la Federación Española de Belenistas
Los belenistas-pesebristas me merecéis todo el respeto y admiración.
El arte del pesebrismo-belenismo se tiene en alta consideración por quienes disfrutamos con vuestro trabajo, dirigido a la representación de la vida plasmada con tanto interés y esmero. Las virtudes que os rodean son difíciles de ver actualmente, porque para conseguir el alto rendimiento y nivel de la tarea que realizáis es preciso tener una adecuada formación, paciencia, entrega, horas y horas de dedicación, seriedad y disciplina en la consecución de un objetivo. Valores todos ellos que, hoy en día, van desapareciendo y que por ello se magnifican en aquellas personas que los ponen en práctica para lograr los objetivos marcados. Paciencia, disciplina, trabajo y cariño por lo que haces son cualidades que se deberían introducir en un relicario personal que todos habríamos de llevar para utilizarlos siempre.
Méritos que el belenista-pesebrista posee y que luego seguro que las refleja en su actividad diaria, en la personal y en la laboral. Quien es capaz de tener tanto arte y amor con estas obras no puede ser un mal padre, una mala persona en su vida. Y es que esta actividad y muchas otras que requieren de unos principios básicos de actuar, de ser, de comportarse con uno mismo y con los demás, sirven para ir modelando personalidades. De este modo, quienes os dedicáis al arte del pesebrismo-belenismo es evidente que proyectáis vuestra filosofía de trabajo, de esfuerzo y dedicación en vuestra actividad laboral, en vuestra vida familiar y en vuestras relaciones con los demás. Ser un amante del arte del belenismo-pesebrismo es algo más que recrear la vida de la Navidad plásticamente. Es autoimponerse una disciplina de trabajo y esforzarse para conseguir terminar una obra que tomasteis la decisión de iniciar. Las obras inacabadas no existen en vuestra mente y, desgraciadamente, en la vida estas obras inacabadas se repiten continuamente. Proyectos que se promueven y no se ejecutan o concluyen. Ideas que se quedan en sólo eso, ideas. Frases con intenciones que no se llegan a plasmar. Por eso, actividades como el pesebrismo-belenismo instauran una escuela no sólo en el arte de la figuración y recreación de la Navidad, sino que se configuran como un método de «comportamientos». El belenismo-pesebrismo es una escuela de compromisos. Es una escuela de asumir responsabilidades para concluir lo iniciado. Y, además, concluirlo bien. Compromiso, comportamiento, responsabilidad… ¡Qué bien suena! ¿No? Pero qué pocas veces se están llevando ahora a la práctica estos valores.
Así, instalar un belén o un pesebre en casa es algo innato a los que queremos introducir los valores de la Navidad en nuestros hogares y en nuestras vidas, ya sea el pequeño pesebre tradicional, o bien aquel belén que por sus dimensiones y grandiosa escenificación requeriría de una ubicación más próxima a su contemplación por el público. Y, de este modo, todos participamos del pesebrismo-belenismo, haciendo el belén o el pesebre en nuestras casas como un rito y tradición de la Navidad, o visitando los belenes y los pesebres que los maestros belenistas-pesebristas construyen con su arte recreando los escenarios del nacimiento de Cristo. Y hemos ido de pequeños, de la mano de nuestros padres, asombrados de ser como gigantes que entrábamos en un mundo en miniatura. Y ahora llevamos a nuestros hijos también, cogiéndolos de la mano para que continúen deleitándose ante vuestras obras de arte. El arte de la representación de la vida y de la diversidad de modos y maneras de cómo escenificáis el nacimiento del Redentor.
Un arte que merece, tanto o más que otros, el reconocimiento de «Patrimonio de la Humanidad». Pues, ¿hay algo con mayor grandeza que reflejar en un pesebre o un belén la realidad de nuestra Navidad? ¿Hay algo mejor para obtener ese galardón que recrear en forma de figuras y escenarios el momento del nacimiento de Cristo? ¿Alguien puede pensar que en el panel de comparaciones de los que han tenido el honor de ser designados como «Patrimonio de la Humanidad» tienen mayor crédito y prestancia que el mundo del belenismo-pesebrismo considerado en su conjunto? Opino que si hay algo que con mayor razón se mereciera el reconocimiento de verdadero «Patrimonio de la Humanidad» es el legado de todos cuantos se han dedicado y os dedicáis al pesebrismo-belenismo.
Porque, mientras una parte de la sociedad apuesta -y como juez lo sé muy bien- por el crimen, el odio, la envidia y tantas manifestaciones de violencia que están dirigiendo a nuestro mundo por vías cercanas a la autodestrucción, otra parte de nuestra sociedad apuesta también por los aspectos más positivos, como los que nos muestran el belén y el pesebre: la comprensión, el amor, el respeto. Que es el mensaje que vosotros, pesebristas y belenistas, siempre habéis representado en los belenes y pesebres . El mensaje de la vida, no el de la muerte. Así el pesebre y el belén simbolizan nuestro lado bueno y el que le enseñamos a nuestros hijos. A esos que el día de mañana montarán nuestros belenes o pesebres en casa y a los que puedan integrarse en las distintas asociaciones de pesebristas y belenistas. A esos hijos presentes y futuros a los que tenemos la obligación de trasladar un mensaje de trabajo y de comprensión. A los hijos que puedan conseguir, si vosotros no lo hacéis antes, que el belenismo-pesebrismo sea considerado Patrimonio de la Humanidad. Como debe ser… Os lo merecéis.
Vicente Magro Servet
Presidente de la Audiencia Provincial de Alicante
Cruz de Honor de la Orden de San Raimundo de Peñafort
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