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Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 15 - Asociación Belenista de Valladolid (2020)

San José el Justo, por Juan Giner Pastor

27 Nov 20
Presidencia FEB
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San José el Justo

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidEn el relato evangélico de la concepción virginal de María el evangelista Mateo atribuye a José el título de justo (Mt 1, 19). ¿Cómo se manifiesta la justicia en José? En otras palabras, ¿qué sentido tiene el título justo dado al padre de Jesús? Los padres de la Iglesia discrepan cuando tratan de explicar la justicia de José. San Justino dice que José mereció el título de justo por el hecho de observar la ley. La ley obligaba a repudiar a María, su esposa, considerada como adúltera. José encubre esa justicia legal, que tanto le atormentaba, haciendo uso de su bondad natural: «resolvió repudiarla en secreto».

San Jerónimo escribe cómo José sabía que María era virgen y casta, pero se sorprendió al saber que estaba encinta. La justicia de José consistió en defender la reputación de María. Otros padres de la Iglesia opinan que José era justo por haber acatado la palabra de Dios que le fue dirigida por medio del ángel: «José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido por ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús» (Mt 1, 20).

José, descendiente del rey David, recibió el encargo de hacerse padre del Niño, es decir, de adoptarle legalmente, dándole el nombre de Jesús y haciéndole participar de la descendencia de David.

Detalle de un diorama realizado por Juan Giner y figuras a palillo de M. Castells, con san José sujetando a un perro con una herida en la pata derecha, que el Niño Jesús está lavando y la Virgen lleva un ánfora con agua

Detalle de un diorama realizado por Juan Giner y figuras a palillo de M. Castells, con san José sujetando a un perro con una herida en la pata derecha, que el Niño Jesús está lavando y la Virgen lleva un ánfora con agua

Hay en José una gran capacidad para escuchar en su interior. Por eso surge dentro de él la lógica y la fuerza para afrontar las grandes decisiones y pone enseguida a disposición de los designios divinos su libertad, su legítima vocación humana, su fidelidad conyugal. Su aceptación de Dios se traduce en disponibilidad para las cosas que se refieren a su servicio.

Así, la Justicia de José consiste en haber entrado en el plan de Dios, prestando obediencia a la orden recibida de Dios por medio del ángel: «a quien pondrás por nombre Jesús». En efecto, el privilegio de dar nombre al recién nacido incumbía al padre.

José es el jefe de la Sagrada Familia. Muy pronto los célebres sueños, en los que se le aparece el ángel del Señor, cederán el lugar al trabajo cotidiano en Nazaret, que asegurará al Hijo de Dios hecho hombre el sustento diario. José trabaja en Nazaret para procurar el pan de cada día. En aquel tiempo Nazaret era una aldea perdida, un oscuro lugarejo. Así y todo, Nazaret, cuando Dios lo quiso, llegó a ser el centro del mundo y de la Historia. Allí ocurrió el misterioso momento de la Encarnación del Verbo. Allí, durante treinta años, vivió Jesús con María y José, el carpintero. José fue un modesto obrero de aldea que vivía del trabajo de sus manos. Y a Jesús se le conocía por el «hijo del carpintero».

No deja de ser realidad que la pobreza y el trabajo manual fueron elegidos voluntariamente por Dios para su Hijo hecho Hombre. Con miras a esto, el hogar, donde había de nacer para la Historia, fue el de un humilde artesano. Jesús aprendió el mismo oficio que su padre, José. Y el clima doméstico que vivió, la estrechez económica y el rudo trabajo tuvieron más tarde su proyección sobre el mensaje y las obras de Jesús: predilección por los humildes, por los económicamente débiles. En esto algo debió a su padre legal, José, y a su madre María. Ahí está uno de nuestra sangre, un hombre a secas, José, para decirnos con su vida que el área de trabajo no ha sido excluida del cultivo de la mirada de Dios, y que las manos encallecidas merecen gratitud.

Juan Giner Pastor
Maestro Mayor Belenista, Medalla UN-FOE-PRAE 2000,
Insignia de Oro FEB 2004 y Trofeo FEB 1981

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