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Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

Las Navidades de Teresa de Jesús, por Javier Burrieza Sánchez

27 Nov 15
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Las Navidades de Teresa de Jesús

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidYa ha concluido oficialmente el V centenario del nacimiento de la madre Teresa de Jesús, aunque no por ello debemos olvidar lo mucho que hemos aprendido, leído, contemplado y disfrutado. La santa reformadora se encuentra profundamente asociada a la Navidad como lo está literaria, lírica y musicalmente toda la familia del Carmelo. Con motivo de la mencionada conmemoración, tuve la oportunidad de analizar la presencia de la Pasión y Muerte de Cristo en su obra. Sería incompleto mi análisis si no recordase las alegrías de la madre Teresa en tiempo de Navidad y las pequeñas escenas vitales que a este tiempo se asociaron.

La expansión que hizo de la devoción a san José se vinculaba al tiempo del nacimiento y la infancia de Cristo. Las palabras de la monja abulense no aludían al anciano que se hallaba en segundo término en las escenas medievales de la Natividad, prometido con la jovencísima doncella y virgen. La escritora aplicaba a este misterio un sentido familiar que le permitía hablar de la propia de Cristo en la tierra. Ella misma gozó de una realidad privilegiada que ha permitido hablar de singulares ternuras cuando se ha definido su casa. Vinculaba la oración, desde su Libro de la Vida, a la realidad familiar de Jesús, María y José: “en especial, personas de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no le den gracias a san José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el camino” (Vida 6,8).

En esas mismas líneas mostraba su confianza en quien actuó como padre de Jesús en la tierra, pretendiendo infundir esa misma confianza en quien la leía y conocía, como demostró en el nombre de tantos conventos que fundó y que los puso bajo su protección, como lo estaba el mismo Cristo desde su nacimiento: “sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere; y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devoción”.

Nino Jesús Peregrinito de la primera profesa en Valladolid, Ana de san Jossé

Nino Jesús Peregrinito de la
primera profesa en Valladolid,
Ana de san Jossé

En sus fundaciones, la contemplación al propio Niño Jesús era una costumbre propia y de sus monjas, aunque no se reducía sólo a las carmelitas. De ahí que encontremos en tantas clausuras del barroco español esa proliferación de la advocación de Jesús como infante que nace, crece y acompaña, “en sabiduría, estatura y gracia”, según indicaba el evangelista Lucas. Ya informaba a su superior, el vallisoletano padre Jerónimo Gracián, cómo su hermana –la del fraile carmelita-, llamada Isabelita (una de esas niñas que vivían en estos conventos de descalzas) “cuando no es hora de recreación, está en su ermita tan embebida en su Niño Jesús y sus pastores y su labor, que es para alabar al Señor, y en lo que dice que piensa”. Por eso, no era extraño que la madre Teresa regalase a sus monjas alguna imagen devota del Niño Jesús, como aquel que conservó toda su vida en el Carmelo de Valladolid la primera profesa del mismo, Ana de San José, el “Niño Jesús Peregrinito”, que acompañaba en todos sus trabajos a esta monja. Y cuentan las cronistas de la casa que, en cierta ocasión, que se le olvidó en la huerta, la misma imagen le advirtió del abandono: “¡Mira, que me dejas sólo!”. Era la exaltación de la infancia divina, en un tiempo -hasta no llegar a la Ilustración no se producirá un giro- en que no se valoraba la niñez, vagando numerosos niños por la calle abandonados, multiplicándose el número de expósitos, atendidos hasta donde podían llegar por los cofrades que estaban bajo la protección, y no es casualidad, de san José.

Parecen recordar nuestras felicitaciones de Navidad aquella que inicia la madre Teresa ya en enero de 1581 a su hermana pequeña Juana de Ahumada: “en extremo he deseado saber cómo está y les ha ido esta Pascua”. Ella, monja de clausura, pero siempre poseedora del sentimiento familiar: “puede creer que han pasado muchas [Navidades] que nunca tan presente tuve a vuestra merced y a esa casa para encomendarles a nuestro Señor”. Dimensión familiar de la Navidad, la manifestaba a través de las “letras” que eran para cantar y que remitía a sus propios familiares. En las Pascuas de 1576 compuso unos villancicos musicales que envió a su hermano Lorenzo de Cepeda, el 2 de enero del año siguiente. Las compartió con él y con sus sobrinos, de los que vivió tan pendiente: “estos villancicos que hice yo, que me mandó el confesor las regocijase y he estado estas noches con ellas y no supe cómo sino así. Tienen graciosa sonada, si la atinare Francisquito para cantar”.

Es la Teresa de Jesús íntima que se manifiesta de manera encantadora en las cartas, responsable de hacer feliz a los que le rodeaban en los días del Nacimiento: “gran fiesta tuvimos ayer con el Nombre de Jesús”, que era el 1.° de enero, solemnidad muy celebrada por sus buenos amigos los jesuitas. Y aunque en aquel tiempo no existía el actual sentido de la propiedad intelectual, ella especificaba: “esas coplas que no van de mi letra no son mías, sino que me parecieron bien para Francisco”. Estaba muy extendido en sus “palomarcicos” que las monjas mostrasen su alegría y su arte en el Nacimiento de Cristo, “hay gran cosa de eso estas Pascuas en las recreaciones”. La fiesta se desbordaba tanto que ella misma reconocía de sus letrillas “ni tienen pies ni cabeza, y todo lo cantan”. Incluso ella, que según reconocía alguna de sus hijas, no contaba con una gran voz. Pero el misterio de la Navidad la aportaba intensos momentos de encuentro: “ahora se me acuerda uno que hice una vez estando con harta oración […] ¡Oh, Hermosura que excedéis / a todas las hermosuras! / Sin herir dolor hacéis, / y sin dolor deshacéis / el amor de las criaturas. / ¡Oh, nudo que así juntáis / dos cosas tan desiguales! / No sé por qué os desatáis, / pues atado fuerza dais / a tener por bien los males. / Juntáis quien no tiene ser / con el Ser que no se acaba: / sin acabar acabáis, / sin tener que amar amáis, / engrandecéis nuestra nada”. Se encontraba en Toledo, y era el segundo día del año como ella misma confesaba, en una carta que parecía no tener prisa de acabar, pues mucho era lo que le tenía que decir a su querido hermano.

Sagrada Familia con san Juanito, obra de Il Bagnacavallo, Carmelo de Valladolid

Sagrada Familia con san Juanito
Il Bagnacavallo
Carmelo de Valladolid

Eran aquellos tiempos difíciles para el Carmelo descalzo naciente -“qué duros estos destierros”-, en unas Navidades en que vivía confinada en un Toledo invernal -“¡Oh, qué hielos hace aquí! Poco falta para ser como los de Ávila”-. Y a pesar de la tristeza por las dificultades, quería que sus hijas manifestasen su alegría por esta Pascua, “Jesús sea con vuestra reverencia, hija mía. De razón buenas Pascuas habrán tenido”. Eran las palabras que dirigía a su amiga María de San José, la gran escritora del Carmelo durante siglos ocultada, priora de Sevilla: “harto en gracia me han caído las coplas que vinieron de allá”.

Será en las siguientes Navidades cuando, en la vigilia de Navidad, Teresa de Jesús se rompa el brazo izquierdo, al caer por unas escaleras del convento de San José de Ávila. A partir de entonces será indispensable la ayuda personal y hasta en letras de su querida enfermera, convertida en secretaria, Ana de San Bartolomé. En su cansancio y enfermedad, con poco se contentaba en las vísperas de las Navidades de 1579, como le confesaba a fray Jerónimo Gracián desde Malagón: “¡Cómo me acuerdo estos días de la noche de Navidad que me hizo pasar una carta de vuestra paternidad ahora ha un año! Sea Dios alabado que así mejora los tiempos”. En las de 1580, sin embargo, estuvo dispuesta a viajar y, tras pasar el día de Navidad por tercera vez en su vida en Valladolid, el día de los Inocentes, en pleno invierno, realizó el camino que separaba esta capital castellana de la de Palencia: “yo salí, con mis compañeras con harto recio tiempo”. Iniciaba una de sus últimas fundaciones en ese Carmelo rodeado de gentes de “buena masa”, como afirmaba encontrar entre los palentinos.

Así pues, interés por saber cómo su familia habían vivido las Pascuas; contemplar la sacralidad de la familia que vivió el nacimiento de Cristo y manifestación alegre de este misterio del Dios amigo, que se abaja y que como muchos años después escribió Ana de Jesús, “por hacernos señores / se sujeta a nuestras leyes / y se carga de dolores”.

San José Custodio de Cristo. Gregorio Fernández 1619. Carmelo de Valladolid

San José Custodio de Cristo
Gregorio Fernández, 1619
Carmelo de Valladolid

La música popular estaba presente en las celebraciones conventuales en esta de Navidad y en otras muchas ocasiones. Música con ausencia de instrumentos, como lo prueba un manuscrito del Carmelo de Cuerva manejado por Antonio Baciero, el cual se remontaba a los días de la Madre: “el danzar, que entonces, y aquellos tiempos la santa Madre y sus hijas usavan era no arregladamente, ni con vigüela, sino davan unas palmadas como dize el rey David “omnes gentes, plaudite manibus” y discurrían assí con armonía y gracia de espíritu más que de otra cosa”. Parece ser, por la presencia de algunos instrumentos en los conventos, que podían utilizar las monjas los propios de percusión, como eran los panderos, castañuelas o sonajas, además de flautitas, subrayados como los más probables por Antonio Bernaldo de Quirós.

Podemos conocer nuevos datos en lo que declaraban las monjas de la madre Teresa con motivo de su proceso de canonización. La mencionada Ana de San Bartolomé subrayaba que la reformadora “hacía muchos regocijos y componía algunas letras en cantarcillos a propósito dellos y nos lo hacía hacer y solemnizar con alegría”. ¿Esta composición incluía también la música o solo era la letra? La priora de Valladolid, sobrina de la santa, María Bautista, describía el momento de la procesión del Niño Jesús, “cantándole alabanzas y componiéndole coplas, que también tenía en eso particular gracia”.

Y así con la música, las investigaciones de la mezzosoprano Sonnia Rivas nos han propuesto una hipótesis interesante para el debate. En esas paraliturgias carmelitanas en torno a los días de la Navidad -en las que tampoco faltaban con entusiasmo los descalzos, como fray Juan de la Cruz- parecía que todo se complicaba y que era plausible la existencia documental de adaptaciones de composiciones poéticas religiosas a la música popular española -entonces ya no estaríamos solamente hablando de percusión-. Melodías que encajaban adecuada y métricamente, sustituyendo las letras originales y profanas por otras espirituales. Eran las “transformaciones a lo divino” que la propia Sonnia Rivas ha cantado y grabado.

Lo cierto es que como he tenido ocasión de comprobar, estas monjas descalzas del Carmelo eran mujeres de letras y, además, así las quería la propia madre Teresa. Su priora en Sevilla, María de San José, lo confirmaba: “todo se pasaba riendo y componiendo romances y coplas de todos los sucesos que nos acontecían”. Fue la herencia que asumieron las monjas y que hoy debe convertirse en un ejemplo, demostrando el modo sencillo, alegre y familiar con el que puede volver a nacer Cristo en un sencillo “palomarcico”, tal y como se lo enseñó su madre Teresa, siempre presente y actual: “despertad, pues, que ya es hora -escribía la gran poetisa del Carmelo vallisoletano, Cecilia del Nacimiento-, que presto veréis nacido / al Sol que viene vestido / de la bellísima aurora”.

Javier Burrieza Sánchez
Universidad de Valladolid

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

Los belenes en las unidades militares, por Ramón García Guardado

27 Nov 15
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Los belenes en las unidades militares

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidDesde estas tierras de Valladolid, donde hay gran tradición de belenes, yo, con este pequeño artículo, pretendo añadir una gota de agua más al “río” del belén de la próxima Navidad.

La pregunta de cada año es qué belén voy a colocar, y siempre me propongo hacer algo nuevo porque es lo que más alegría me da, aunque nunca dejo de montar un belén sencillo que me ha acompañado por distintas partes del mundo y que ha sido un recuerdo entrañable para quien estaba lejos de su casa. Todavía muchos soldados me preguntan, “Pater, ¿sigues teniendo las figuras del belén que han dado la vuelta al mundo?”. Se refieren a esas figuras que han recordado en Bosnia, Irak y Líbano, el hecho más importante de la Navidad: el nacimiento de Jesucristo.

En mi vida militar he podido comprobar cómo los belenes dentro de las Unidades tienen un significado muy especial en la familia castrense. Todos los soldados colaboran con sus ideas y su trabajo en la colocación y el diseño del “belén de su cuartel”, grande o pequeño. Siempre surgen diferentes representaciones relacionadas con la actividad del cuartel; de chapa en los “parques de mantenimiento”, en los cuarteles de la isla de Tenerife de la antigua unidad de las COE 81. Los dos itinerarios eran realizados por binomios en tramos de 10 km, aproximadamente, el recorrido nocturno para colocar el belén bajo el mar, en los Cristianos y en la cima del Teide, estaba realizado en una plancha metálica con la silueta de María, José y el Niño en el pesebre y al pie con la inscripción de COE 81. La carrera se realizaba con armamento y equipo, un guerrillero llevaba el belén y el otro un banderín de la unidad.

En esta época no había que pedir permiso ni explicar a nadie, porque estábamos agradecidos por tener la fortuna de nuestra fe. En los hospitales militares había grandes belenes, realizados por las hermanas y los enfermos; y parte de ellos realizados con material reciclado de la sanidad militar.

En la misión del Líbano, “el portal” tuvo la forma de un vehículo blindado, sobre el que se colocaron unos inhibidores de frecuencia; cualquier idea es buena para pasar esos días familiares lo mejor posible, pese a que la mayoría de militares aquí se sienten como en casa.

Barro, migas de pan, cortezas de madera, vainas de los cartuchos, chapas unidas a corchos, bellotas, latas de cerveza y coca cola, son materiales que se han utilizado en el ejército para realizar las figuras de sus belenes. En muchas unidades se promueven concursos que van estimulando cada vez más a nuestros soldados. Son muchos los que a su vez participan en parroquias y en belenes vivientes, donde con sus ropas y su música hacen distintas representaciones de la Navidad.

El belén para la “familia militar” tiene una alegría y un cariño especial. Dentro de las Fuerzas Armadas tenemos grandes jóvenes, con grandes cualidades, que viven esta experiencia desde el sentimiento más profundo de su corazón.

El 25 de diciembre los cristianos celebran el nacimiento de Jesús. En los países occidentales es un día de fiesta para todos, también para los que no concurren a la iglesia. La celebración de nacimiento de Jesús es la fiesta cristiana más importante después de la Pascua. Los evangelios nos dicen que Jesús nació en un establo de Belén, pero no especifican el día.

Los primeros cristianos eligieron para celebrar el nacimiento el 25 de diciembre: en aquella fecha se celebra en Roma la fiesta del solsticio de invierno, para festejar la victoria del sol sobre las tinieblas.

Eligiendo este día para festejar la Navidad, los cristianos querían significar que el verdadero sol, vencedor de las tinieblas del mal, era Jesús. Actualmente es motivo de fiesta para todos. Esta fiesta se prolonga hasta la Epifanía, que recuerda la visita de los Reyes Magos de Oriente al Niño Jesús.

Esperemos que estas Navidades sean para todos motivo de alegría y esperanza, para renovar nuestros corazones con el nacimiento de nuestro salvador.

Ramón García Guardado
Capellán Castrense

Belén realizado por el Regimiento de Transmisiones n.º 2, hecho con huevos de gallina y codorniz en el que antenas, radios, estaciones de transmisiones y tiendas de campaña se combinan con las escenas tradicionales. Dicho Regimiento, ubicado en el acuartelamiento “Teniente Muñoz Castellanos” (Madrid), se disolverá a finales de este año 2015. Las figuras serán subastadas y el dinero recaudado, junto con las donaciones altruistas que se reciban, será entregado a la Asociación de Padres de Niños con Cáncer. © Ministerio de Defensa

Belén realizado por el Regimiento de Transmisiones n.º 2, hecho con huevos de gallina y codorniz en el que antenas, radios, estaciones de transmisiones y tiendas de campaña se combinan con las escenas tradicionales. Dicho Regimiento, ubicado en el acuartelamiento “Teniente Muñoz Castellanos” (Madrid), se disolverá a finales de este año 2015. Las figuras serán subastadas y el dinero recaudado, junto con las donaciones altruistas que se reciban, será entregado a la Asociación de Padres de Niños con Cáncer
© Ministerio de Defensa

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

¡Aleluya!, por D. Ricardo Blázquez Pérez

27 Nov 15
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¡Aleluya!

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidAleluya es el título de esta publicación anual que anuncia la llegada de la Navidad e invita a preparar en nuestras casas y parroquias “el belén, nacimiento o pesebre”.

Alguien podría decir que Aleluya es un grito propio de la pascua florida, que canta la Resurrección del Señor. Quizá olvida que la Natividad es también “pascua” y que todos los misterios cristianos son celebrados a luz del Cristo glorioso y resucitado.

La pascua navideña se sitúa este año dentro del Año jubilar de la misericordia. Es un momento central del año, pues, en este tiempo litúrgico celebramos que «por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visita el sol que nace de lo alto” y, un año más, acogemos “la misericordia que llega a sus fieles de generación en generación”.

El “belén”, que desde estas páginas invito a preparar en nuestras casas y comunidades, nos convoca a contemplar el acontecimiento por el que la misericordia entra en la historia en una familia. Así, nuestras familias son invitadas a practicar el amor misericordioso y a ofrecerlo a los demás con la práctica de las obras de misericordia.

Feliz pascua de la Natividad del Señor a todos. ¡Aleluya!

+ Ricardo Blázquez Pérez
Cardenal Arzobispo de Valladolid
y Presidente de la Conferencia Episcopal Española

Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta Mira

27 Nov 09
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Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta Mira
Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta MiraComo ejemplo de su extraordinaria riqueza, sirva de ejemplo el elemento más humilde entre todos sus componentes: la «figurita» o pequeña imagen que ha poblado los belenes domésticos y que se deteriora con el uso y el paso del tiempo.

Consideradas a menudo objetos sin valor artístico, las figuritas tradicionales contienen una gran cantidad de información para aquel que sepa apreciarlas.

En su mayoría fueron producidas entre la segunda mitad del siglo XIX y los años sesenta del siglo XX, momento en que el cambio de costumbres y la falta de espacio en los hogares hizo decaer los belenes abiertos, con numerosos personajes y escenas.

Las más interesantes corresponden al tipo llamado «popular», compuesto principalmente por figuras de barro cocido y pintado de pequeños formatos (4 – 8 cm), que, a causa de su tamaño y hasta hace unas décadas, han sido desechadas por los coleccionistas. Muchas de estas figuras, que antaño se producían por miles, hoy son bienes escasos pues se han destruido en su mayor parte, ya que, hasta los años 70 del siglo XX, se continuaban ofreciendo a bajo costo en mercadillos y las llamadas «cacharrerías», haciendo desaconsejable su restauración en caso de deterioro ya que era preferible comprar una nueva, clónica de la deteriorada.

Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta MiraHoy ya no es posible reponer este tipo de figuras pues, a falta de demanda, han acabado por retirarse del mercado, salvo la escasa oferta de algunos alfares.

Si examinamos sus moldes, veremos que casi todos son de notable antigüedad, remontándose algunos al siglo XVIII, o inspirándose en imágenes aún más antiguas, como sucede con la Virgen y el San José del belén murciano llamado del «huevo frito», en su modelo más simple. Desde su creación, se han venido produciendo sin cambios hasta que la moda denominada «bíblica» o «hebrea», considerada más adecuada para ambientar el belén, arrinconó este tipo de imágenes, considerándolas anacrónicas. La mayoría de los talleres se adaptaron a la nueva costumbre, realizando nuevos moldes, o transformando los de mayor tamaño, lo que produjo una curiosa línea mixta de hebreo y tipo local. Al iniciarse la moda del enlienzado en los años 80 del siglo XX, muchos de estos moldes fueron, a su vez, retocados para adaptar mejor la figura a las telas con las que se cubriría parcialmente, lo que implicó su mutilación. En resumen, las figuras tradicionales anteriores a 1960 constituyen una rareza, especialmente ciertos modelos de escaso tamaño, por lo que animo al lector a que no deje escapar ni perderse uno solo de estos pequeños tesoros, en ocasiones piezas únicas producidas en alfares que, al día de hoy, nos son desconocidos.

Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta Mira¿Qué tipo de información ofrecen?

El análisis de las técnicas empleadas proporciona datos sobre el moldeado y modelado, según estén formadas de una o varias partes, el tipo de barro y sistema de cocción, pinturas empleadas, etc., lo que puede revelar la procedencia geográfica o el centro de producción. En cuanto al nivel de destreza, cabe una posible intervención de escultores o alfareros profesionales, o bien la fabricación casera, a veces sin cocción. Todo ello ayuda a reconstruir las artes e industrias de ciertas zonas determinadas.

Pero, con ser importante, lo más apreciado de las «figuritas» es su capacidad de reflejar la vida de antaño, pues, además de los protagonistas del relato evangélico, muestran una galería de tipos contemporáneos a su fabricación, que muestran una realidad social, preferentemente rural y de los estratos urbanos más humildes. Hombres y mujeres, jóvenes, viejos y niños que realizan distintas tareas, descansan, se divierten…

Así, encontramos oficios (el molinero, el mielero, el carnicero, el carretero, el melonero, el lechero, la frutera, la castañera, etc.), tareas domésticas (el lavado, la cocina, el cuidado de la infancia, el mantenimiento de los animales domésticos, la matanza) que incluyen usos ya desaparecidos, como el hilado en el hogar. También se representa la higiene (lavado de bebés, despiojado), la gastronomía (con imágenes que sugieren migas, paella, calderetas, chacinas, quesos y un sin fin de panes, tortas, dulces, etc.), labores agrícolas y pastoriles (arado, sembrado, recolección, trilla, acopio de leña, apacentado de cerdos, ovejas y vacas, la vida pastoril, la pesca, la caza).

Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta MiraNo menos interesante es la indumentaria, a veces fiel reflejo de la moda y los atavíos de nuestros abuelos, sea ropa femenina (moño de picaporte, zapatos de carrete, alpargatas, madreñas, polisones y tontillos de distintos tipos, dengues, refajos, delantales, etc.) o masculina (chaquetas, casacas, calzones, monteras, sombreros, faja, pañuelo, etc.), todo ello en contraste con algunas indumentarias fantásticas, como las de Heredes, los Magos, o las madres de la degollación de los Inocentes.

En cuanto a las celebraciones, se canta, se danza y se tocan todo tipo de instrumentos. Jotas y boleros, rondas navideñas de jóvenes y viejos, ellos y ellas con guitarras, triángulo, zambombas, panderetas y panderos, gaita y flautas, que llevan también los pastores en la soledad de sus montañas de corcho, sembradas de ovejuelas de patas de alambre y coronadas por pequeñas casas, paisaje similar al de muchos pueblos antes de las grandes operaciones inmobiliarias, cuando lo que nos rodeaba se parecía al belén que poníamos en casa, de forma que, como aquel que dice, hacíamos nacer al Niño Jesús a la vuelta de la esquina.

Letizia Arbeteta Mira – Conservadora de Museos del Estado

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 4 de la Asociación “Belenistas de Valladolid”


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Páginas: Asociación «Belenistas de Valladolid», Publicaciones belenistas
Categorías: FEB Publicaciones Entidades Federadas, Artículos Asociación “Belenistas de Valladolid”
Etiquetas: 2009 FEB, Artículos 2009, Presidencia FEB 2006-2010
Temática: Cultura belenista, Figuras de belén
Autores: Leticia Arbeteta Mira


Portada de la revista «¡Aleluya! n.º 1» - Asociación Belenista de Valladolid (2006)

Jesús nació en verano, por José Delfín Val

24 Nov 06
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Jesús nació en verano

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 1 (2006) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidEl científico Johannes Kepler​ descubrió cierto día un relato del rabino Abarbanel en el que éste mencionaba la gran influencia que los astrólogos judíos otorgaban a la constelación de los Peces, sobre todo cuando supieron que en ella se cruzaban los planetas Júpiter y Saturno. El rabino afirmaba que el Mesías tendría que venir al mundo en el tiempo de la constelación de los Peces. Kepler recordaba estas circunstancias en el año 1603 mientras veía en Praga la conjunción de Mercurio, Júpiter y Saturno.

Pero ocurrió en 1925 algo insólito: el religioso alemán P. Schanbel descifró unos documentos cuneiformes de la Escuela de Astrología de Babilonia, en uno de los cuales se mencionaba la conjunción de Júpiter y Saturno el año 7 antes del nacimiento del Mesías. Esta conjunción se repitió hasta tres veces consecutivas en un espacio corto de tiempo, de ahí que se piense que la llamada estrella de Oriente pudo ser el cometa Halley influido por esta conjunción.

Ilustración de Miguel Ángel Soria RuanoPor cierto, la traducción “hemos visto su estrella en Oriente” del evangelio de San Mateo, podría ser incorrecta. Dicen que lo suyo hubiera sido traducir “hemos
visto aparecer su estrella en los resplandores del crepúsculo matutino”. No aparece la voz “oriente”. Pero, ¿quién es el majo que le enmienda la plana al P. Nácar, canónigo lectoral de la catedral de Salamanca y al P. Colunga, profesor de la “Ponti” y del convento de San Esteban, que hicieron la traducción directa de las lenguas originales, revisada después por el P. García Cordero, del convento salmantino de la Orden de Predicadores?

Otro error de interpretación se da en la época del nacimiento de Jesús, cosa que analizaremos en seguida. Pero antes, sepan que Herodes, como todos los políticos de todos los tiempos, preguntó a quienes sabían más que él dónde iba a nacer el Mesías según las profecías. Y los sacerdotes y escribas le dijeron que según Miqueas (700 años atrás) el nacimiento se produciría en un lugar insignificante. El texto decía: “Tú, Belén Efratá, eres pequeña para figurar entre las regiones de Judá; de ti saldrá quien ha de ser dominador de Israel”. Y Herodes mandó a los Magos (que no reyes, otra distorsión, sino astrólogos) al lugar llamado Belén de Judá que entonces se denominaba Bet Lahm.

Celebramos el nacimiento de Jesús en la noche del 24 al 25 de diciembre desde el año cero. Pero parece ser que no se ajusta a la realidad del tiempo el acontecimiento, por errores de cálculo cometidos por el monje escita Dionisio el Exiguo, cuando vivía en Roma y le encargaron que determinara la nueva era cristiana.

En el evangelio de san Mateo, se dice que Jesús nació en “los días de Herodes el rey”. Pues bien, Herodes fue nombrado por Roma rey de Judá el año 40 a. C. pero murió el año 4 antes de la era cristiana, lo que significa que Jesús debió nacer antes de ese año. Y no en invierno, pues también se dice que los pastores “pernoctaban al raso y vigilaban por turnos el ganado”. Eso sólo podía hacerse entre los meses de marzo y septiembre, ya que durante los meses de invierno las temperaturas son de varios grados bajo cero, las lluvias son intensas y los pastores alimentan a sus rebaños en los establos, al no poder salir al campo.

Aunque percibimos ya un notorio cambio climático, el clima en Palestina no ha cambiado mucho en los últimos 2.000 años. Que Jesús naciera seis años antes del comienzo de la era cristiana no es ninguna barbaridad; y que las representaciones invernales sean, probablemente, inciertas por haber ocurrido el nacimiento en meses calurosos, no empaña ni el sublime acontecimiento ni la tradición cristiana. Mantener lo que hemos llamado el “belenismo” va con nuestra consustancial tradición cristiana. España e Hispanoamérica se alzan como abanderados de esta tradición que en Valladolid se mantiene vigorosa.

José Delfín Val

Ilustración de Miguel Ángel Soria Ruano

Portada de la revista «¡Aleluya! n.º 1» - Asociación Belenista de Valladolid (2006)

Belén y el nacimiento del hijo de Dios, por Vidal González Sánchez

24 Nov 06
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Belén y el nacimiento del hijo de Dios

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 1 (2006) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidA la entrada del caserío de Belén, existía en tiempos del siglo I una amplia edificación con un gran patio adosado, que tenía amplios porches de madera a modo de soportales que le rodeaban. Patios y soportales en los que se apretujaban animales de carga junto a sus dueños y usuarios en ocasiones como las que vivió un humilde matrimonio llegado desde Nazaret. No había lugar ni allí ni en los varios pero muy reducidos cuartuchos interiores que también se alquilaban, en ocasiones de gran afluencia de peregrinos, a los más pudientes, a cambio de muy subidos precios.

En aquella posada con un diáfano patio abierto y a pesar de sus minúsculos aposentos privados, no pudo hallar asiento acomodado a su pobreza ni a sus especiales circunstancias, aquel matrimonio formado por José y María, “La Virgen” por excelencia. Al menos, en aquella ocasión como en ninguna otra, aquel mesón pueblerino estaba atestado de nómadas del desierto que solían venir a Belén con regularidad para vender sus tejidos manufacturados de lana y aun de pelo de camello y sus quesos, para con su importe, comprar trigo, aceite y otros bastimentos, de modo similar al que hoy en día se puede ver. A estos nómadas rutinarios, se añadían por aquellos días otros muchos que llegaban con el único empeño de empadronarse como lo había mandado el Emperador de la poderosa Roma bajo cuya autoridad y dominio se hallaba toda aquella amplia región.

A nosotros nos puede resultar bella, sugerente y pintoresca aquella multicolor barahúnda de carretas desvencijadas, junto con el ruidoso y pestilente amasijo de camellos rumiantes, trabados con sus apeas, entre el rebuznar de los mansos asnillos, mientras las mujeres se disputaban algún pequeño rincón situado al abrigo de las corrientes de aire del frío diciembre. Añade acertadamente un perfecto conocedor de los modos de vida y de las costumbres orientales, cómo sobre toda aquella amalgama de seres humanos se dejaba sentir el fuerte hedor como a grasa caliente que, desde Grecia a Egipto y desde Argel hasta Teherán exhalaban sin distinción las multitudes de Oriente.

Por todo aquello precisamente, aparte de que el tiempo apremiaba porque “se habían cumplido los días en que María debía dar a luz”, José decidió instalarse con su esposa en alguna de las muchas grutas que había en las afueras de Belén, cuevas que cumplían con la misión de servir de refugio como establos para los ganados y rebaños de ovejas y cabras, como aún ocurre en el tiempo presente. En una de las esas grutas nació el Pastor de nuestras almas, Cristo, El Señor. San Justino mártir que escribió en el siglo II y conocía a la perfección aquellos lugares, habla de ellos profundamente testificando y señalando inequívocamente el lugar de nacimiento del Hijo de Dios. Antes, el evangelista San Lucas había resumido en su evangelio (2, 7) cuanto conocemos sobre tan gran acontecimiento y al tiempo tan sencillo y humilde en sus modos y tan deslumbrante y refiriéndose a la Virgen María, dice “…y trajo al mundo a su Hijo primogénito y lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre”.

En cuanto a la idílica escena y a la compañía de un buey y un asno junto al pesebre, según nuestra costumbre al instalar el Nacimiento familiar, tiene origen en el evangelio apócrifo llamado de “La Natividad”, rememorando palabras que se leen en las Sagradas Escrituras, capítulo I de Isaías donde dice “… conoció el buey a su amo y el asno el pesebre de su Señor”, y el profeta Habacuc precisó “… Te manifestarás entre animales…”, concepto y palabras que la liturgia cristiana, en un responsorio del Oficio Divino de la Navidad, recogió de este modo “…Gran Misterio y admirable Sacramento fue el hecho que unos animales vieran yacer a Dios en un establo”

Gruta de la Natividad en Belén (Basílica Constantiniana de la Natividad)

Gruta de la Natividad en Belén
(Basílica Constantiniana de la Natividad)

Hoy, a los que hemos tenido la dicha de visitar la iglesia de la Natividad de Belén, soberbia basílica constantiniana, nos da la impresión de majestad en su aula litúrgica contrastando fuertemente con la sencillez de la gruta-cripta en la que se manifestó la Misericordia Divina, a la que hay que bajar por una empinada escalera. Allí, en el lugar preciso donde se asentó el pesebre, una sencilla estrella de plata define el lugar del nacimiento de Jesús. Más rica y de mayor diámetro, fue otra estrella de los más ricos metales, que la reina de Castilla Isabel la Católica envió a los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa que, colocada en aquel tan santo lugar, fue más tarde robada en la ocupación de los mamelucos.

El acontecimiento que tuvo lugar en tan sencilla cueva no debía permanecer en secreto según los designios de Dios Padre y unos pastores que se hallaban en los alrededores haciendo la vigilancia nocturna de sus rebaños recibieron la visita de un Ángel del Señor que se apareció ante ellos mientras el esplendor de su gloria los envolvió. Sintieron miedo, pero el Ángel les confortó “No temáis: os traigo una nueva noticia, pues hoy en la ciudad de David, acaba de nacer un Salvador, el Mesías, El Señor”. Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José y al recién nacido reclinado en el pesebre y de allí marcharon glorificando a Dios, como lo narra san Lucas. El cielo había revelado a los humildes lo que todo el mundo ignoraba, como era la aparición en el mundo de quien había de calificarse a sí mismo como “El Buen Pastor”.

Vidal González Sánchez

Portada de la revista «¡Aleluya! n.º 1» - Asociación Belenista de Valladolid (2006)

El Ángel del portal de Belén, por Jesús Tranque de los Ojos

24 Nov 06
Presidencia FEB
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El Ángel del portal de Belén

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 1 (2006) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de Valladolid

“Y es que hoy os ha nacido,
en la ciudad de David el Salvador,
que es el Cristo o Mesías, el Señor nuestro”
.

Son las palabras que Lucas pone en boca del Ángel al aparecerse éste a los pastores.

Los ángeles, ejecutores de la voluntad divina, no faltan casi nunca en las representaciones navideñas. En el arte pictórico se representan como jóvenes de hermosa figura, bien flotando en las regiones celestiales o como niños que, cogidos de la mano, bailan. En los dramas litúrgicos también son jóvenes que hablan con los pastores y les explican lo que ha sucedido invitándoles a visitar al Niño.

Pintores y escultores, cada uno a su manera, han recreado una y otra vez la escena para enseñanza de los fieles. El autor de las pinturas de San Isidoro de León parece mostrarnos que la naturaleza queda paralizada ante el prodigio que el Ángel anuncia, pastores y animales se muestran expectantes y atentos a la Buena Nueva mirando hacia esa figura celestial.

Zurbarán, por ejemplo, en su “Adoración de los Pastores” retrata a los ángeles, separados del ambiente terrenal representado por la gruta, como coro cantor alabando la grandeza del recién nacido acompañado de ángeles músicos.

En el retablo de las Huelgas Reales de Valladolid, Gregorio Fernández nos acerca a un ángel en actitud de adoración.

Son distintas muestras interpretativas de un mismo hecho instaurado ya en la escenificación del “Belén”. Un pesebre; dentro el Misterio, fuera el Ángel en representación de una multitud del ejército celestial, proclamando la alegría del acontecimiento con su gloria in excelsis Deo.

A pesar de las variaciones de sensibilidad, artistas y artesanos de todo tipo han creado a través del tiempo esa figurilla característica, sin la cual el “Belén” no está completo, han enseñado a quien lo contempla que es el intermediario entre Dios y los hombres al anunciar a éstos: Y sírvaos de seña, que hallaréis al niño envuelto en pañales, y reclinado en un pesebre.

Y, más aún, esa escenificación se ha proyectado sobre escritores y poetas describiéndonos con su palabra la importante misión de ese Ángel anónimo, de desconocida categoría en el reino de los cielos.

Gloria in excelsis DeoÉl lo ha preparado todo según el orden por Dios establecido. Fue protagonista en la Anunciación, ha dado el mensaje del nacimiento del Niño-Dios a los pastores y ahora, suspendido en el aire entre el cielo de papel y el serrín del camino que conduce al “Portal”, será seguridad y guarda para el Niño. Y así, mientras poetas como Antonio Murciano nos impregnan de una visión etérea del momento al escribir:

Hoy he visto al Niño-Dios
en una gruta del aire,
ángeles y serafines
mecían su cuna de aire
y cantaban villancicos
de aire, al aire, por el aire
.

Otros, como Unamuno, nos acercan a una imagen más humana, más próxima a la realidad de un recién nacido. Dentro del refugio proporcionado por la cueva, María y José cuidan al niño, contemplan su sueño o su mirada inteligente o sus gestos infantiles según la interpretación que el artista haya hecho de él, el Ángel vela y aleja cualquier sombra que pueda perturbarlo. Sólo es Navidad, tiempo de amar y soñar que es, acaso, lo que más desea el hombre con quien Dios se ha hermanado.

Duerme Niño, duerme y sueña
que es el sueño quien enseña
a soñar;
duerme, Jesús, sueña y duerme,
no el corazón se te enferme
de esperar
.

No es fácil dormir y menos soñar sin pesadumbres para el hombre. Es posible que sólo en este tiempo de Navidad que debiéramos resumir en la paz familiar, en la disponibilidad hacia el otro, en la vivencia de la intimidad compartida, en sentirnos más cerca de Dios a través de su recién nacido Hijo, sea cuando mejor se capte el ensueño de Belén. Por ello, consciente de esa protección divina proporcionada por el Ángel, Lope de Vega ha sabido expresar con profundo amor la importancia del personaje perfilando con sus versos la escena:

Pues andáis por las palmas
ángeles santos
que se duerma mi niño,
¡tened los ramos!

Navidad. Dios se ha hecho niño, indefenso, mortal. Todo está dispuesto, cada elemento de ese misterio de amor está en su sitio. Y a pesar de la tarea bien hecha, a pesar de que las profecías se han cumplido, o quizá por eso mismo, ese Ángel innominado, el Ángel de la Guarda del niño, que levita sobre el portal, no parece muy contento cuando informa a Dios-Padre de su tarea:

¿Y el Niño?
-Señor, el Niño
ya empieza a mortalecerse
y está temblando en la cuna
como el junco en la corriente.
-Todo está bien
.

¡Pobre Ángel del Portal!, puede que entre todas las figuras del Belén sea quien mejor conoce el destino de ese niño.

-Señor, pero…
-Todo está bien.
Lentamente
el ángel plegó sus alas
y volvió junto al pesebre
.

Son los versos de Luis Murciano que parecen privarnos de la alegría del momento al señalar terribles premoniciones para ese Niño que nos es dado contemplar en el Belén.

Mas aún es pronto. Hoy sólo es Navidad: tiempo de amar y soñar. Tiempo en que el Belén nos reúne, nos acerca a ese momento religioso que el hombre siente como más próximo; tiempo en que recreamos el decorado del nacimiento de Jesús con toda la imaginación que los siglos han ido decantando y que los artistas han puesto ante nosotros para recuerdo y enseñanza en representaciones plásticas de extraordinaria belleza.

No importa que para algunos montar el Belén con sus pequeñas figuras distribuidas al azar o según la imaginación de cada uno, sea una muestra del infantilismo humano o algo carente de precisiones evangélicas.

La Navidad sigue siendo un misterio de amor aunque cada vez se vaya difuminando más tras lo anecdótico, tras de procesos de comercialización, tras de millones de lucecitas de colores que más parecen recordar una feria que una festividad religiosa… Afortunadamente todo eso nunca podrá sustituir el símbolo sagrado de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.

Jesús Tranque de los Ojos

Portada de la revista «¡Aleluya! n.º 1» - Asociación Belenista de Valladolid (2006)

Sin belén no es Navidad, por Juan-Donoso Valdivieso Pastor

24 Nov 06
Presidencia FEB
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Sin belén no es Navidad

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 1 (2006) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidQuizá nadie antes había llegado a crear, con relación a la Navidad, una cosa tan simpática y tan popular como los belenes. Fue Francisco de Asís en el siglo XIII quien hizo por primera vez, en una gruta natural de un pueblo italiano, la representación del portal de Belén con animales y personas para presentar la historia del nacimiento de Jesús, de tal manera que todos lo pudieran comprender. Al poco tiempo esta costumbre italiana se extendió por Europa y por el resto del mundo.

Hace años, poner el Nacimiento era un acontecimiento familiar con amplia repercusión social. En algún lugar de la vivienda los mayores comenzaron a instalar portales de Belén con montañas, grutas, ríos y caseríos a escala mientras los demás integrantes del hogar iban colocando las figurillas sobre arena, heno, musgo, paja y serrín, iluminando la escena por diminutas luces de colores, serpentinas y espumillón.

Belén de la Cofradía de la Cruz Desnuda en la iglesia de La Inmaculada, en el Paseo de Zorrilla de Valladolid

Belén de la Cofradía de la Cruz Desnuda en la iglesia de La Inmaculada, en el Paseo de Zorrilla de Valladolid

Sin embargo, en la actualidad todo ha cambiado. Apenas se montan pesebres y se cantan villancicos. España ha optado por eliminar la simbología religiosa de las fiestas navideñas. Se monta el Belén sin Nacimiento y las fiestas en honor del Niño Jesús se cifran en el consumo. En aras de la laicidad, a veces mal entendida, y de la insoportable presión del dios dinero se extiende por todo el país la “Navidad laica”. Los mismos renegados de la Navidad son los más celosos apóstoles del consumo con la pretensión de imponer una Navidad despojada de toda referencia religiosa: directores de colegios que prohíben los festivales de villancicos por sus “connotaciones religiosas”; autoridades locales que sustituyen el establo por lo que se define como “paisajes de invierno”: ríos de papel de plata, laderas de musgo y espliego y montañas de corcho; todo más o menos como siempre, pero sin el Nacimiento. La Navidad laica se impone en las calles y plazas exhibiendo una decoración navideña que cuelga palabras obscenas y de mal gusto en vez de angelitos, campanas y aleluyas.

Belén instalado por la Asociación Belenista de Valladolid en la residencia de la tercera edad “El Encinar del Rey” de Valladolid. Diciembre 2004

Belén instalado por la Asociación Belenista de Valladolid
en la residencia de la tercera edad “El Encinar del Rey” de Valladolid. Diciembre 2004

Las navidades ya no son lo que eran. La religión no es más que una excusa para consumir, cuanto más mejor, que se ha convertido en el único termómetro válido de estas fiestas. Para no menos del 68% de los españoles la Navidad “es cada vez una fiesta menos religiosa y más comercial”, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Pese a todo, las navidades están rodeadas por un ambiente de buena voluntad y de bondad entre las personas, una magnificencia de bienintencionados deseos inunda el mundo de cartas, tarjetas, felicitaciones, mensajes sms, llamadas telefónicas… Hemos interiorizado que hay que ser amables en estas fechas y hasta es posible que la afección navideña apunte a que queremos ser de otra manera. Como sostiene el sociólogo Javier Elzo, al menos “estas fiestas seguirán vivas mientras lo esté la familia, una institución a la que, en una sociedad agresiva, cada día le pedimos más y más”. Es decir, mientras haya familia, habrá Navidad.

A todo esto, como es lógico, se opone la Iglesia y convoca a sus fieles a defender los símbolos de la tradicional Navidad cristiana. La Navidad no es tiempo para dejarse llevar por la debilidad religiosa y menos para dejarse seducir por los que enturbian el sentido profundo del misterio de Belén. Celebrar una Navidad sin Jesús es como que en el cielo no brillaran las estrellas, como si en un jardín no hubiese flores, como ver un cuadro sin un paisaje o un rostro de niño sin una sonrisa. Sin embargo, la triste realidad es que para muchos hay Navidad sin Jesús porque tienen tal vez todo, pero no le tienen a Él. Sólo aprovechan la ocasión para divertirse y pasar un buen momento, y se encuentran muy despistados del verdadero significado de la Navidad, alejados del que fue el humilde niño de Belén.

Belén instalado en la iglesia de La Inmaculada de Valladolid, en la cripta, por D. Ángel Moretón García. Navidad 2005

Belén instalado en la iglesia de La Inmaculada de Valladolid, en la cripta,
por D. Ángel Moretón García. Navidad 2005

Lo cierto es que la sociedad de consumo quiere robar la Navidad, e incluso algunos la quieren matar. Remedando lo que dice una canción: “en este mundo moderno ya no hay lugar en la Tierra para el Niño Jesús”. Pero como decía Ortega, “si Dios se ha hecho hombre, es que ser hombre es lo más importante que se puede ser”. La Navidad, pues, es un acontecimiento que llevamos en el corazón y da un sentido trascendente a la vida humana. Para eso hay que dejar de lado el conformismo y caminar hacia la libertad. Quien aviva la libertad no consiente ser esclavizado por el dios consumo de la Navidad comercializada, porque es libre para elegir lo bueno que también hay en estas fiestas (descanso, vacación, encuentro humano) y dejar de lado lo demás. Entonces Navidad sí está en nuestro corazón e imprime trascendencia a nuestra vida.

Podemos concluir diciendo que no tienen ningún derecho a celebrar la Navidad todos aquellos que no conocen a Jesús, ni le han recibido en sus corazones como Salvador, Rey y Señor.

Juan-Donoso Valdivieso Pastor

Belén instalado en la iglesia de La Inmaculada de Valladolid, montado por D. Ángel Moretón García. Navidad 2005

Belén instalado en la iglesia de La Inmaculada de Valladolid,
montado por D. Ángel Moretón García. Navidad 2005

Logo de la Asociación Belenista de El Burgo de Osma

En cada casa un Nacimiento, por Andrés L. Cañadas

15 Dic 01
Presidencia FEB

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En cada casa un Nacimiento, por Andrés L. Cañadas

(Artículo publicado en la revista El Pastor de Nochebuena n.º 1 (2001) de la Asociación Belenista de El Burgo de Osma)

Como un remanso de paz en este agitado tiempo que nos ha tocado vivir, cada año, con la llegada del mes de diciembre, se produce, por todos los rincones de nuestro país, el feliz reencuentro con la entrañable costumbre de la instalación de Pesebres, Belenes o Nacimientos, cada uno con su peculiar estilo según el lugar, pero con la finalidad esencial de conmemorar un acontecimiento que marcó la historia de la humanidad y que no es otro que el Nacimiento, en la pequeña aldea de Belén de Judá, del Hijo de Dios.

Así viene siendo desde la noche de los tiempos, como lo corroboran testimonios tales como el más antiguo de los textos navideños conocidos conservado, la antifona «Hodie Cantandus» de Tutilón de San Galo; y así permanece la tradición, recobrada y fortalecida tras unos años en que, con la irrupción en nuestra sociedad de manifestaciones foráneas, llegó a temerse incluso por la desaparición de esta piadosa costumbre, cuyos orígenes sitúan algunos estudiosos en la Iglesia de los Padres Jesuitas, de Praga, en el año 1562, seguida pocos años más tarde –en 1567- en la casa de la Duquesa de Amalfi, en lo que podría considerarse el primer Belén familiar y que en lo que a España se refiere parece tener el primer testimonio documentado en la Iglesia de los Teatinos de Barcelona en 1666.

Con la representación plástica del Nacimiento de Jesús, en templos y hogares; promovidos por instituciones o por la espontánea iniciativa particular; a la que sumarían la maestría de su arte, en su época, imagineros como la «Roldana» o José Risueño, Francisco Salzillo, Pedro Duque Cornejo o Ramón Amadeu, por citar tan solo algunos de los más representativos y de la que, a lo largo y ancho de la geografía hispana, existen magníficas obras como los Nacimientos de Salzillo, sin duda el prototipo de todos ellos, o los de la Catedral de León, el Hospital Provincial de Palma de Mallorca, la Iglesia parroquial de Melgar, en Burgos, o el Convento de las Agustinas Recoletas, de Salamanca; y el llamado «Belén del Príncipe», que Carlos III hiciera traer desde la fabrica italiana de Capodimonte, para su hijo que posteriormente reinaría como Carlos IV, 0 la maravillosa «Montaña de Coral», del Monasterio de las Descalzas Reales, en Madrid, entre otros, se ha querido recrear siempre el sublime instante de la venida de Jesús al mundo, teniendo como testigos a unos humildes pastores mientras los ángeles enviaban su mensaje de paz en la tierra a todos los hombres de buena voluntad…

Y en esta hermosa tarea de preservar la tradición que hasta nosotros, según testimonios, trajeran los Padres Franciscanos, qué duda cabe que las asociaciones de belenistas o de pesebristas, cuantos en ellas se integran, quienes se afanan año tras año en crear auténticas obras de arte para representar el Nacimiento del Hijo de Dios, sacando del viejo arcón o de un rincón del armario las figuritas de barro que celosamente conservan, de padres a hijos, como un legado precioso, son los artífices auténticos de que hoy como ayer se siga produciendo el milagro de unir las familias al amor de la lumbre, de ese calor humano que acerca e iguala, que abre los corazones y que predispone al entendimiento entre todos los seres, sea cual sea su condición y procedencia.

Con la sencilla tarea de montar el Pesebre, el Belén o el Nacimiento, cuando se coloca el tablero o se habilita un lugar sobre el aparador con la misma finalidad, al extender el serrín o crear mágicas montañas con papel encolado o con corcho, al poner papel plateado como si fuera el agua del río o el cristal transparente con idéntico fin, al ir repartiendo las figuras por la efimera geografía creada en un minimo espacio, no sólo se está produciendo un verdadero trabajo artístico, que eso dependerá de la más o menos depurada técnica belenista del autor, siempre valioso en todo caso, sino que se está propiciando el clima adecuado para que puedan erradicarse de entre nosotros el odio, la violencia y la injusticia.

Esa es, verdaderamente, la importancia de la tarea que vienen llevando a cabo, en Cataluña o las Canarias, en Andalucía o en las dos Castillas, en el País Vasco o en Galicia, en Mallorca o Extremadura, en el archipiélago Balear o en el Levante, en todos los rincones de España, en suma, las asociaciones que promueven y fomentan la piadosa tradición del Pesebre, el Belén o el Nacimiento, quienes en esta época del año se convierten, con sus públicas o domésticas representaciones, en heraldos de buena voluntad, cuyo ejemplo debiera prender y permanecer todo el año…

Andrés L. Cañadas – Periodista


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El belén popular, por José Manuel López Sotillo

15 Dic 01
Presidencia FEB
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El belén popular, por José Manuel López Sotillo

(Artículo publicado en la revista El Pastor de Nochebuena n.º 1 (2001) de la Asociación Belenista de El Burgo de Osma)

Sin lugar a dudas, el más bello de los Belenes o Nacimientos es el llamado «popular» 0 «tradicional» que consiste en una representación geográfica y escenográfica del momento histórico del nacimiento de Jesús elaborada con corcho, musgo, serrín, piedras y ramas secas, todo ello sobre una vieja mesa o una improvisada plataforma.

En su montaje suele colaborar la familia al completo y se caracteriza por el afán, el cariño y la expectativa con que se hace; donde todo está permitido y justificado por la tremenda ilusión que todos ponen en la construcción de las montañas y el cielo, de los caminos y el río, del Portal y las casas y en la colocación de las figuras que van a dar vida a ese mundo en miniatura que es el Belén.

Pero montar un Nacimiento tradicional no es una tarea fácil, el lograrlo plenamente presenta a veces grandes dificultades. Al final siempre aparecen fallos en la iluminación, algún mecanismo no funciona, la perspectiva no es correcta o no hay concordancia en el tamaño de las figuras. En este artículo, que trata de ser un resumen de la parte teórica del curso dictado en nuestra asociación por el Maestro Belenista José Manuel López Sotillo, vamos a intentar dar conceptos e ideas básicas para que, cada vez más, nuestros Belenes, dentro de su sencillez, sean más bonitos.

Planteamiento del belén

Tipos de Nacimientos:

  • Históricos o Bíblicos: tratan de representar de manera más o menos fidedigna lo que fue Belén en los tiempos de Jesús, referido no sólo a la geografía, sino también a la parte costumbrista del pueblo judío en indumentaria, utensilios, arquitectura, etc.
  • Populares o tradicionales: responden al ingenio e iniciativa del que lo construye, mezclándose a veces el sentido bíblico y el costumbrista, propio de la región geográfica donde se ubica. Tenemos claros ejemplos en España con los nacimientos catalanes, andaluces, murcianos, etc., y en el resto del mundo con los napolitanos, provenzales y el amplio abanico de sudamericanos, entre otros.
  • Libres: en ellos no se utilizan materiales tradicionales, sino de la más diversa procedencia, como el cristal, metal, cera, tejidos, etc.

Condicionamientos previos:

Generalmente el Nacimiento se coloca en la habitación de la casa en torno a la cual se reúne toda la familia, siempre que no entorpezca su normal desenvolvimiento, y todo ello dependiendo del espacio que se necesite. Es también muy importante el contar con una plataforma sólida (mueble, mesa o tablero sobre caballetes) que nos sirva de base.

Influye de forma decisiva, a la hora de montar el Belén, las figuras de que dispongamos, fundamentalmente su estilo y tamaño, de tal forma que, a medida que estas sean de menor tamaño, se podrán incluir en el Nacimiento más escenas y paisaje, consiguiendo mayor perspectiva y lejanía.

Clases de Nacimiento:

  • Abiertos: son aquellos que pueden contemplarse desde varios lados, como es el caso de casi todos los Belenes populares.
  • Cerrados: cuando solo pueden observarse desde el frente, a través de una embocadura, teniendo entonces que tener muy presentes factores como la perspectiva, el cielo, iluminación, etc.

Planificación:

Es bueno que antes de comenzar el montaje hayamos hecho un boceto donde aparezca reflejado el paisaje, las edificaciones y la colocación de las figuras, siendo importante que sea una persona la que dirija el montaje, pero admitiendo las opiniones de todos los que intervengan.

La perspectiva:

Para obtener una buena perspectiva una de las consideraciones que primero hay que tener en cuenta es que el cielo que hay detrás de las montañas, visto de frente, debe ser redondeado, sin tener esquinas. Esto se consigue montando en la plataforma un bastidor de madera con las esquinas redondeadas, sobre el que se tensará una cartulina blanca en rollo, para que no tenga uniones o una sabana blanca o azul, también en rollo y siempre bien tensada para que no aparezcan sombras; serán tubos fluorescentes azules colocados detrás de las montañas los que den el color al cielo. Los más artistas pueden pintar nubes y colocar distintos tipos de estrellas que den más realismo al cielo de nuestro Belén.

La perspectiva también se consigue disminuyendo proporcionalmente el tamaño de las figuras y edificaciones a medida que nos alejamos del primer plano, buscando siempre que haya concordancia entre el tamaño de figuras con el paisaje (árboles, casas, montañas, río, etc.). Es importante también que los colores se vayan difuminando con la distancia, a medida que se alejan de nosotros.

Construcción del belén

Materiales:

Debemos procurar que estén a nuestro alcance en el medio que nos desenvolvemos, tanto para comprarlos, como para buscarlos en el campo o para reciclarlos de cosas que ya no sirven.

  • Corcho: es uno de los materiales imprescindibles que siempre ha formado parte del Belén Popular. Puede utilizarse tal como se extrae de la corteza del alcornoque empleándose para la construcción de la Gruta y para las montañas, ensamblándose con tornillos unos trozos con otros y rellenando de musgo las uniones. También en planchas industriales de corcho se emplean para todo tipo de edificaciones, murallas, puentes, pozos y distintos útiles y mobiliario.
  • Musgo: sirve muy bien para representar la vegetación, pero empleándolo con moderación, utilizando los cepellones más cortos para simular la hierba y los más largos para matorrales.
  • Cepas: las raíces y el tronco de las vides es un material apto para la construcción de la Cueva y para simular accidentes en el terreno, pero hay que tener en cuenta que es un material muy duro y dificil de manipular.
  • Escoria: la escoria de carbón, hoy en desuso por no quedar prácticamente calefacciones de carbón, se utilizaba también, tanto para las montañas como para hacer el Portal, uniendo los trozos entre sí con escayola, disimulada luego con pintura.
  • Madera: material insustituible en el Belén, tanto para el soporte e infraestructura como para la fabricación de todo tipo de edificaciones, puentes, escaleras, vallas y cercados, útiles de labranza, etc., con resultados sorprendentes. Derivado de la madera es el serrín que también se utiliza en la elaboración del paisaje y junto a las edificaciones.
  • Piedras y arena: para las montañas resulta un material muy pesadon y difícil de transportar, pero resulta muy útil en el lecho de los ríos y para hacer senderos y caminos, buscándolas de distintas procedencias y tamaños.
  • Poliestireno expandido (porexpán): por su versatilidad y múltiples aplicaciones es de los materiales más utilizados en la actualidad, pudiendo sustituir a casi todos los materiales antes citados en la elaboración de montañas, edificaciones, muros, vegetación, etc. Es fácil de trabajar cortándose con cuchillas y uniéndose con cola blanca de carpintero o con pegamentos especiales sin disolventes. Requiere de cierta práctica y habilidad para obtener los resultados deseados.
  • Escayola: se usa para recubrir montañas de tela o arpillera y en todas las construcciones de porexpán. Tiene gran adherencia a las superficies, y una vez seca, se pinta con facilidad obteniendo efectos sorprendentes. Similares resultados, con mayor tiempo de trabajo, se consigue con el Aguaplast® o plaste de tapar grietas.
  • Material reciclado: aquí están incluidos los motores de lavadoras, microondas, limpiaparabrisas, restos de embalajes de porexpán, material eléctrico y cualquier trasto almacenado antes de tirarlo.

Construcción de la Cueva o Portal de Belén:

Se colocará en un sitio preferente, ya que es la escena principal del Belén, generalmente en primer plano y a la izquierda. Hasta nosotros ha llegado el dato de que Jesús nació a las afueras de Belén, en una de las cuevas que utilizaban los pastores para guardar su ganado.

La mejor forma de hacer la cueva en nuestro Nacimiento es con trozos de corteza de alcornoque (corcho), unidos entre sí con tornillos, sobre un armazón de listones de madera y tapando las grietas con musgo, apretándolo bien para que no dejen pasar la luz. El suelo lo podemos poner de arena o serrín y pajas.

Construcción del paisaje:

Debemos procurar que se asemeje a un ambiente real que nos recuerde el momento histórico del nacimiento de Jesús. Para lograr esta ambientación siempre hay que tener en cuenta la perspectiva: los objetos serán más pequeños a medida que se alejan de nosotros y los colores también se irán difuminando con la distancia.

En la construcción del paisaje tendremos presentes tres planos. En primer plano siempre se colocará el portal con el Misterio, donde acaban los caminos; así como el final del río. En segundo plano ira la Anunciata a los pastores, el cortejo de los Reyes Magos y pastores de camino; y en último término montañas, pueblecitos y el castillo con Herodes y sus guardias.

Las montañas nunca deben ir pegadas al celaje, sino separadas una distancia suficiente para colocar unas luces azules que den el color al cielo. Estas montañas pueden hacerse con corcho, con porexpán modelado o con tela metálica y sobre ella arpillera con escayola y luego pintadas.

Construcción de edificaciones:

Las edificaciones se pueden hacer con madera o corcho, aunque en la actualidad el mejor material es el porexpán revestido de escayola y luego pintado. Lo mejor es ir haciéndolas a lo largo del año y guardarlas luego de un año para otro.

Ni qué decir tiene que las casas en cuanto al tamaño deben estar en concordancia con las figuras y con el paisaje. Como criterio para su confección debemos saber que las casas eran muy humildes, de adobe o de piedra, generalmente de una sola planta, con pocas y pequeñas ventanas, puertas bajas y cubiertas de cúpulas o terrazas; agrupadas en conjuntos amurallados para una mejor defensa.

Construcción del río:

Es uno de los elementos que más realismo puede dar al nacimiento cuando se hace con agua real, aunque también se puede hacer con agua simulada y dentro de estos últimos pueden ser ríos planos (con papel de plata, celofán, espejo, etc.), o con lecho labrado con o sin cubrir con cristal.

Si lo queremos hacer con agua al planificarlo debemos saber que nacerá en una zona elevada y terminará en una de las más bajas, evitando grandes pendientes. El lecho lo podemos hacer con doble plástico fuerte, delimitado por listones de madera donde se grapará el plástico, pero siempre por la parte de fuera; el río terminará en un recipiente con capacidad suficiente para albergar toda el agua del circuito, completado todo con una bomba preferiblemente de inmersión, ya que las de lavadora son más ruidosas y complicadas, que suba el agua hasta el comienzo del río.

Vegetación:

En los Belenes bíblicos tenemos que reproducir la vegetación propia de Palestina en los tiempos de Jesús, bien con plantas naturales buscadas en el campo, con vegetación artificial o complementándose unas con otras.

Dentro de la vegetación natural lo más utilizado es el musgo, líquenes, tomillos, ramas secas, etc., que se pueden guardar perfectamente de un año para otro. La vegetación artificial se puede conseguir utilizando cartulinas, plásticos, poliestireno expandido, alambres, etc., con resultados aceptables.

Iluminación:

Criterios generales utilizados para una buena iluminación del Belén son que las luces estén en la parte alta del Belén, cuanto más arriba mejor, para así evitar hacer sombras. Las casas por dentro deben tener una luz tenue y pobre, que tendrá que estar sincronizada con la luz ambiental si queremos utilizar los aparatos que consiguen el efecto día-noche.

Para resaltar la importancia del Portal de Belén, elemento esencial de todo Nacimiento, este debe estar bien iluminado, independientemente del momento del día o de la noche en que estemos; esto se consigue enfocando a la cuna del Niño Jesús con una luz directa y penumbra en el resto de la habitación.

Con todo esto solo hemos pretendido dar unas normas básicas de partida para planificar el montaje del Belén, detalles que iremos ampliando con otros artículos en esta revista, charlas, vídeos y cursillos.

José Manuel López Sotillo – Maestro Belenista y Secretario de la Asociación de Belenistas de Madrid


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