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Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 16 - Asociación Belenista de Valladolid (2021)

Valladolid, tierra de San José, por Javier Burrieza Sánchez

26 Nov 21
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Valladolid, tierra de San José

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 16 (2021) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidEl Año de San José que propuso y estableció el papa Francisco para el tiempo que ha trascurrido desde el 8 de diciembre de 2020 hasta la misma fecha de 2021, nos ha permitido reflexionar acerca de su papel evangélico pero también de sus presencias. Y utilizando la clásica expresión de “España y Andalucía, tierra de María” que un semanasantero de aquellas tierras usa sin miramientos, podemos afirmar que “Valladolid es tierra de San José”, por las vinculaciones históricas que a continuación vamos a destacar, lo que no impide que en otros lugares encontremos numerosas coincidencias de estas circunstancias. Será en Ávila y en 1562, donde la madre Teresa de Jesús -vecina de honor de esta ciudad del Pisuerga- fundó el primer convento puesto bajo la advocación del patriarca San José, en un momento de revitalización o de impulso como nunca había existido de su devoción. Tras aquellos cinco años, que la reformadora carmelita considerará de gran importancia para su vida espiritual, será Medina del Campo la segunda localidad, villa de las ferias, donde se establezca un nuevo convento de San José, en 1567: “y tomé por abogado y señor al glorioso San José -escribía en el Libro de la Vida (6,6)-, y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido […] pero a este glorioso santo tengo experiencia de que socorre en todas, y quiere el Señor darnos a entender, que así como le estuvo sometido en la tierra, pues como tenía nombre de padre, siendo custodio, le podía mandar, así en el cielo hace cuánto le pide”.

Artículo - Valladolid, tierra de San José, por Javier Burrieza Sánchez

San José y el Niño, 1623,
de Gregorio Fernández,
en la cuarta Fundación Teresa de Jesús

No ocurrirá lo mismo, con respecto a San José, en la cuarta fundación teresiana, la de Valladolid, porque ésta dispuso de la advocación de la Concepción del Carmen. Sin embargo, si nos acercamos a la pequeña iglesia de este convento -el edificio actual lo ocupan las monjas desde febrero de 1569-, en un retablo presidido por la Inmaculada Concepción, a su lado se encuentra la magnífica obra de Gregorio Fernández en la cual San José se convierte en “custodio y ayo” del Niño Jesús. Una talla realizada en 1623, -después encontraremos en ella el modelo para la Sagrada Familia de los expósitos-, de acuerdo a la documentación que de ella pudo analizar en el archivo conventual el historiador carmelita fray Juan Luis Rodríguez: “digo yo gregorio fernández […] rrecibí quatrocientos rreales de nuestra madre Juana de Jesús priora de las madres carmelitas descalças desta ciudad para en quenta de un San Josef questoy aciendo”; “entendí que tenía mucha obligación de servir a San José –escribía la madre Teresa—; porque muchas veces yendo perdida del todo; por sus ruegos me tornaba Dios a dar salud” (Cuentas de conciencia, 30).

Artículo - Valladolid, tierra de San José, por Javier Burrieza Sánchez

San José del Carmen Extramuros,
realizado en el siglo XVIII

Los frailes carmelitas descalzos no tardaron en fundar en Valladolid -en 1581 con un traslado dos años más tarde-. Lo conoció la madre Teresa de Jesús, dentro de una ciudad universitaria como a ella le gustaban, mucho más alejado del espíritu rigorista que estaba triunfando entre la reforma masculina del Carmelo, gracias al convento de San Pedro de Pastrana. Lo que el convento vallisoletano estaba alejado era del núcleo urbano más poblado. Bajo la advocación de Nuestra Señora de la Consolación, ya en el siglo XVIII habría de contar con una magnífica imagen de San José, esta vez con el Niño Jesús casi recién nacido, en sus brazos, como sucedía en aquella centuria de revitalización ilustrada de la infancia y de las relaciones paternofiliales. Como hemos aprendido de la bibliografía josefina de Teófanes Egido, el protagonismo del padre en las escenas del nacimiento fue aumentando desde el humanismo, así como acercándose al Niño en gestos de afecto. Se le representa joven y vigoroso, repleto de ternura hacia su hijo, y recibe también la de Jesús que extiende los brazos hacia el rostro paterno. Procedía de la antigua capilla de este convento de frailes dedicada a San Joaquín, Santa Ana y Nuestra Señora de la Mano, que fue fabricada en 1739. Por eso se piensa que esta imagen pudo ser realizada hacia 1740 y se le pone en relación con el círculo de Luis Salvador Carmona, natural de Nava del Rey. Sobre su cabeza lleva una corona con resplandor, que fue donada en 1868 por Mariana Brochado, cuando los carmelitas habían sido exclaustrados y desamortizados.

No dejamos a Gregorio Fernández, para definir devociones en el Valladolid del seiscientos, porque para la cofradía de San José de los Niños Expósitos, realizó el magnífico paso –para el 19 de marzo de 1621– de la Sagrada Familia, muy documentada desde los días de las investigaciones de José Martí y Monsó. En la antigua y tristemente derribada iglesia de San Lorenzo, desde la que se conocía como nave de la Virgen del Pozo, se accedía a la capilla propia de esta cofradía de San José, Nuestra Señora de la Gracia y Niños Expósitos. El grupo procesional fue realizado en 1620. Puso mucho interés el escultor en detallar los recursos que debía aportar la policromía, perfectamente establecidos para con su amigo, el pintor Diego Valentín Díaz… “y dixere el dicho Gregorio Fernández como persona que desea sus figuras luzcan bien y salgan como cosa de sus manos”. La cofradía de los expósitos fue muy importante en la asistencia social hacia una población tan desatendida, tan abundante, tan esencial para proporcionar con su bautismo primero, con su cuidado físico después, la salvación que no era un “negocio” baladí. Estos expósitos eran los “hijos de San José”.

Artículo - Valladolid, tierra de San José, por Javier Burrieza Sánchez

Sagrada Familia de Jesús,
atribuida a Alonso de Rozas y Juan de Ávila,
en el Real Colegio de los Ingleses

Será una iconografía con notable éxito, ésta de la Sagrada Familia, la Trinidad terrenal como podemos comprobar en escultores seguidores del maestro Fernández, en la iglesia que impulsó para el seminario de Ingleses el jesuita Manuel de Calatayud, muy probablemente con la participación de Alonso de Rozas y Juan de Ávila. Se disponían en retablos frontales, en un espacio central arquitectónico: por una parte la Sagrada Familia de Jesús y por otra la Sagrada Familia de María, esta última con Santa Ana y San Joaquín. Esta presencia doble la volvemos a encontrar en los medallones de los retablos colaterales de la iglesia penitencial de Jesús, sede de aquella cofradía, hoy del Cristo del Despojo y del propio San José, de nuevo con el Niño en sus brazos. Fue el cofrade Pedro González el que expuso la necesidad de que se hiciese un “San Joseph de bulto del tamaño natural” en correspondencia a la imagen de la Virgen María en el misterio de la Navidad para los retablos barrocos que fueron sustituidos por los neoclásicos actuales. Una realización encomendada a Manuel de Ávila, de familia de escultores -hijo de Juan de Ávila-, también cofrade, el cual se ofreció a realizarla gratuitamente con todas sus habilidades, mientras se le eximiese de servir en el cargo de alcalde, concediéndole honores de diputado. Hasta entonces, ese colateral en la iglesia estaba ocupado con el anterior Cristo del Despojo. La cofradía le abonó los gastos de la madera. En los primeros días de la “Guerra de la Independencia”, este San José fue situado en el balcón de las antiguas Casas Consistoriales, junto al estandarte de la Fe del Tribunal de la Inquisición de Valladolid, como símbolo de la primera resistencia frente a los ejércitos franceses invasores.

Artículo - Valladolid, tierra de San José, por Javier Burrieza Sánchez

Muerte de San José, 1668,
de Diego Díez Ferreras,
en la Capilla de San José de las Angustias

En el ámbito gremial también encontraremos al santo patriarca con la cofradía de los entalladores que pudo ser establecida a finales del XVI, muy representativa en la realidad josefina según Sandra de Arriba -autoridad en la iconografía de San José-. Inicialmente, integró a los oficiales carpinteros de todos los rangos aunque, desde 1692, se observa una mayor asociación con los maestros entalladores e imagineros. Coincidía con su nueva ubicación en la penitencial de las Angustias y desde la parroquia de Santiago, gracias al impulso del entallador Antonio López. Aquella capilla del lado del Evangelio del templo penitencial se dispuso para su enterramiento y el de su esposa Isabel de Valcárcel. El propio maestro realizó la escultura siguiendo el modelo de Fernández. Diego Díez Ferreras pintó dos escenas encantadoras de la cotidianidad de la Sagrada Familia en el taller de Nazareth o la muy devocional de la muerte de San José, acompañado de Cristo y de su esposa María, que para algo era patrono de la Buena Muerte -advocación de una Congregación vinculada con los jesuitas del colegio de San Ignacio y con su imprenta, en la actual parroquia de san Miguel-.

Sin embargo, la gran obra con esta temática de la “Muerte de San José” será la que realizó Francisco de Goya para la nueva iglesia monástica de las monjas bernardas de San Joaquín y Santa Ana -en uno de los retablos de la Epístola-, el templo encomendado por Carlos III a su arquitecto real Francisco Sabatini, con pinturas del mencionado maestro aragonés y de su cuñado Ramón Bayeu, igualmente encargadas por el rey.

Artículo - Valladolid, tierra de San José, por Javier Burrieza Sánchez

Grabado de la disposición original de
San José en la Iglesia de Jesús con el
Medallón de la Sagrada Familia de Jesús

A San José lo encontraremos encima de la puerta de la iglesia del Colegio de la Compañía de María, Orden de Nuestra Señora, templo neogótico bendecido a finales del siglo XIX. Con la calle de San José nos referimos al Asilo de su advocación que tenían las Hermanitas de los Pobres entre esa vía y la antiguamente denominada de García Morato. Estas religiosas se establecieron en la ciudad, en febrero de 1881, para atender a los ancianos desvalidos, como relata Juan Agapito y Revilla, gracias a la protección de Clara Flaquer, esposa del marqués de la Vega Inclán, capitán general de Castilla la Vieja -los padres del muy prestigiado impulsor del turismo cultural, Benigno de la Vega Inclán-. Tuvieron varias ubicaciones hasta el proyecto del edificio por Jerónimo Ortiz de Urbina en el llamado “Campo de Béjar”. Hermanitas de los Pobres que se fiaron de la protección del Santo Patriarca que, para entonces, ya era “patrono universal de la Iglesia” -por deseo del papa Pío IX en 1870-. Presidió la sencilla capilla de estas monjas y también el patio. Un edificio que fue concluido con los dineros de un senador del Reino, José de la Cuesta y Santiago. Algo tendría que ver el nombre de este nuevo protector. Después este Asilo de San José se trasladó a la salida de las Delicias. Precisamente a ese barrio pertenecía la Hermandad ferroviaria de la Sagrada Familia, con gran importancia en la cofradía penitencial de la Exaltación de la Cruz (desde 1944), ambas en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de las Delicias y con un bellísimo estandarte donde se representaba el trabajo del Taller de Nazareth.

Volvemos con sumo gusto a los frailes carmelitas pero esta vez a los que se establecieron desde finales del siglo XIX, y por iniciativa de los terciarios, en el antiguo monasterio de San Benito el Real. Allí, y de la mano de fray José Antonio del Niño Jesús Carrasco, se fundó el Centro Josefino Español en los años cuarenta del siglo XX. Entonces, era una parte esencial de la muy floreciente Asociación Josefina -que también tuvo desde 1946 una cofradía penitencial en la del Santo Sepulcro-. Se trata de un ámbito único en el conocimiento, análisis, investigación y publicación acerca del patriarca San José, con dos revistas, la científica “Estudios Josefinos” y la devocional y propagandística “Mensajero de San José”. Así pues, en este Centro Josefino, podemos encontrar desde el primer libro sobre San José que se imprimió, hasta un notable número de folletos devocionales, tratados, sin olvidar el estudio de la iconografía. Todo ello será una parte, importante de esta presencia josefina, porque en los días de la Navidad, San José se encontrará en todos los belenes de los hogares cristianos.

Javier Burrieza Sánchez
Profesor Titular de Historia Moderna de la Universidad de Valladolid

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 16 - Asociación Belenista de Valladolid (2021)

San José en el nacimiento de Jesús, por P. Román Llamas OCD

26 Nov 21
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San José en el nacimiento de Jesús

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 16 (2021) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidSan José con su esposa María ha llegado a Belén, obedeciendo la orden del Emperador romano de que todos los ciudadanos de su imperio se empadronasen cada uno en su ciudad de origen. José era descendiente de David.

Y estando en Belén le llegó a María la hora de dar a luz al fruto que llevaba en su vientre. Se puso el bueno de José a buscar casa, pero no había lugar para ellos en el alojamiento. Y encuentra una pobre cueva en los entornos de Belén. La limpia, la adereza, la prepara -José era carpintero-, la asea, para que, aunque en lugar pobre, el Hijo de Dios nazca en una casa limpia y reluciente. El que va nacer es la Hermosura, la Belleza de Dios Padre.

San José vive el misterio del nacimiento de Jesús en una intimidad muy íntima con María, su esposa, y abundan en los mismos sentimientos de pasmo y asombro y de alegría y gozo. Aunque el ángel le ha dicho que imponga el nombre de Jesús al niño recién nacido de María, porque salvará su pueblo de sus pecados, al tenerle delante de sí no puede menos de pasmarse y maravillarse junto con María, y caer de rodillas en una actitud gozosa de adoración y en un éxtasis de amor ante la Grandeza, la Belleza y la Fuerza de aquel Niño, amor de sus amores, hijo suyo por serlo de su esposa María, que absorbe totalmente todas las aspiraciones, deseos y sentimientos de su corazón de padre.

Ha bajado al mundo en carne humana la bondad, la benignidad, la ternura infinita de Dios, y él es su padre por designio de Dios, que le casó con la Virgen María antes que naciese el Niño. Caen en un silencio adorante y profundo, lleno y largo que es la más bella alabanza, porque es la que se canta eternamente en el seno de la beatísima Trinidad y vale más que mil palabras. San José se sabe y se siente el padre más feliz del mundo.

Y en la pobreza de la cueva y la ausencia de allegados y conocidos reina una alegría inmensa e indescriptible en los corazones de José y de María. Ha nacido el Salvador del mundo y con su nacimiento, como canta la Kalenda de Navidad, el Padre bueno del cielo ha consagrado al mundo con su misericordiosísima Natividad. Con el nacimiento de Jesús se ha borrado el pecado del mundo. Ha nacido el AMOR. Aquella noche oscura y fría queda calentada e iluminada por la Luz eterna, que es aquel Hijo, más luminosa que mil soles. Y no importa que el Niño llore. Sus lágrimas producen pasmo y maravilla en el corazón de ambos al ver el trueque que se hacía: el llanto del hombre en Dios y en el hombre, en ellos mismos, la alegría desbordada.

Artículo - San José en el nacimiento de Jesús, por el Padre Román Llamas, OCD

«El sueño de san José»» (1791-1792)
Vicente López Portaña
Óleo sobre papel pegado en cartón, 27 x 19 cm
Museo Nacional del Prado

José toma al Niño de manos de María, se lo come a besos, se explaya con él. ¿Qué cosas le diría al Niño, hijo suyo, con la certeza de que el Niño le entiende? Te quiero, amor mío… le besaría y abrazaría tiernamente; no llores, cariño, que tu madre está durmiendo… me gustaría que en lugar de un establo esto fuese un palacio, y rápidamente cae en la cuenta de que en palacio es donde está el rey y este establo es un palacio porque en él está el Rey Jesús. Entre las muchas y hermosísimas cosas que de San José describe José de Valdivieso, gran devoto del Santo, en su Josefina, encontramos esta estrofa admirable: “Adora, reverencia, abraza, besa,/ gorgea, requiebra, alegra y enamora,/ al Niño pobre que por Dios confiesa,/ y el rico Dios que entre pañales mora./ Gózase la bellísima Princesa,/ viendo a José que de contento llora,/ y tomando al infante soberano,/ volvió a las pajas al precioso grano” (Canto 14).

De su corazón y de sus labios sale el nombre de Jesús, nombre que tenía que imponerle, según la revelación del ángel: Jesús mi vida, Jesús mi amor… y del corazón y los labios de María. Escribe San Juan de Ávila: “Contó el uno al otro el dulce nombre de Jesús que el ángel les había dicho que pusiesen al Niño después de nacido; y fue un particular gozo entre ellos de oír nombre tan excelente y consolativo, como Jesús, que quiere decir Salvador… Salvador de los pecados” (Sermón de San José). Y este nombre sobre todo nombre es al corazón jubiloso de ambos más dulce que un panal de miel, más armonioso que mil melodías, más deleitable que todos los contentos del mundo.

¡Oh la Navidad de San José!, prolongada por muchos días, vivida toda interiormente en el corazón con una actitud de pasmo y maravilla, de intensidad de alegría y gozo inefables y de adoración extática en profundo silencio amoroso.

Padre Román Llamas, OCD

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 16 - Asociación Belenista de Valladolid (2021)

Un Niño nos ha nacido, por D. Ricardo Blázquez Pérez

26 Nov 21
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Un Niño nos ha nacido

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 16 (2021) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidEn nuestro entorno hay señales que anuncian la proximidad de Navidad. Las luces de las ciudades se encienden para llamarnos la atención y disponer los ánimos, para poner el “nacimiento” en las casas, para soñar con los regalos y preparar las comidas de familia. La fiesta de Navidad anticipadamente emite sus señales. Estas señales son irradiación de un foco de luz que no debe pasar inadvertido. ¿Quién ha nacido para que celebremos tantos su nacimiento? Según la Liturgia “un Niño nos ha nacido, un Hijo se nos ha dado”, que es el Hijo de Dios y el salvador de los hombres.

Navidad es particularmente una fiesta de familia y de modo singular de los niños. Preparamos sobre todo los regalos para los niños y también los adultos agradecemos el recuerdo testificado con un obsequio. Pues bien, yo quiero dirigirme con estas líneas especialmente a los niños para felicitarles por sus regalos, para invitarles a pensar en los niños pobres y sin hogar, y para anunciarles que en el pesebre del establo de Belén hay recostado un Niño, que es en persona un regalo de Dios. “Pues hacemos alegrías / cuando nace uno de nos, / ¿qué haremos naciendo Dios?, cantamos con un entrañable villancico. No olvidéis, queridos niños, que Jesús es el Regalo que da sentido a todos los regalos e ilumina las fiestas de Navidad. Os felicito, queridos amigos pequeños, y a vuestros padres.

En el ámbito de Navidad celebramos también la fiesta de la Sagrada Familia, formada por José, María y Jesús y, por ello, ejemplo de las familias cristianas. Deseamos que nuestras familias reciban luz en sus oscuridades, calor en la intemperie y fortaleza en la debilidad que durante la pandemia hemos palpado y todavía debemos vigilar y estar atentos. Pedimos a Dios que la luz encendida en Belén, con el Niño Jesús pobre y frágil, ilumine las tinieblas que nos envuelven. Pido a los papás y abuelos que antes de la cena de Navidad lean el pasaje del evangelio de San Lucas en que se narra el nacimiento de Jesús como luz en medio de la noche y como canto de paz (cf. Lc. 2, 8-20). Porque Navidad es fiesta de Luz, encendemos luces en nuestras ciudades y pueblos; porque es fiesta de alegría, cantamos villancicos niños y adultos, porque es fiesta de paz, nos unimos fraternalmente. El nacimiento de un niño es gozo en la familia; y el nacimiento del Niño Jesús es gozo para todas las familias. Queridos niños, Jesús es vuestro hermanito que viene a vivir con vosotros; acogedlo con el corazón y con un beso de vuestros labios. Las fiestas de Navidad son una preciosa oportunidad para que los padres y abuelos inicien a los niños y nietos en la relación con el Niño Jesús y con su madre la Virgen María. ¡Que los signos familiares y sociales de Navidad sean comprendidos como derivación del nacimiento de Jesús que es su origen!

Jesús, nacido en Belén, es muestra viviente del amor de Dios Padre; es el fruto bendito de la Virgen María. Cuando se agosta o congela el amor, Navidad es fuente de frescura y calidez, de gozo y alegría, de perdón y de reconciliación, de paz y de esperanza. Navidad es una fuente de donde brota el amor que renueva nuestro corazón. “Noche de Dios, noche de paz; / claro sol brilla ya”. “Nos ha nacido un niño; un hijo se nos dio; / hoy brilla la esperanza de nuestra salvación”.

Queridos niños, queridas familias, os deseo una Navidad feliz, llena de concordia y de alegría.

Valladolid, Navidad de 2021

+ Cardenal Ricardo Blázquez Pérez
Arzobispo Metropolitano de Valladolid

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 16 - Asociación Belenista de Valladolid (2021)

Oración a San Francisco, por César de Pedro García

26 Nov 21
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Oración a San Francisco

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 16 (2021) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidPAZ Y BIEN

Santo por su buen hacer ayudando a todos sin interés
Amante de todo lo creado: personas, flores, animales, enemigos
Nada le turbaba, era decidido, valiente

Fue un hombre muy introvertido, supo escuchar a Jesucristo
Renunció a la vida fácil, para darse a los demás
Aceptó todo lo que el Señor le indicaba
Nada le importaba, orar toda la noche por lo que amaba
Cuando el Señor le dice que repare la Iglesia, él la arregla
Iglesia no era el edificio, si no, enseñar el bien
Sólo Francisco es capaz de hacer pensar, si lo sabemos escuchar
Como San Francisco nos enseña a todos nosotros la…
Orden franciscana seglar, debemos tener todo esto en cuenta

Dedicarnos de todo corazón a imitar en lo posible al Santo
Entender a las demás personas, que están contigo sin criticar

Ayudar en lo posible a la Iglesia y feligreses que lo necesiten
Siempre tener una palabra amable en el momento necesario
Inspirar confianza y amor, para todos los que nos rodean
Seguro que haciendo esto, sin orgullo, con humildad, como lo hacia nuestro San Francisco, seríamos mucho más felices. Hermanos, imitémoslo

César de Pedro García

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 15 - Asociación Belenista de Valladolid (2020)

La imagen de San José en los belenes, por Monserrat Aguado Maté

27 Nov 20
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La imagen de San José en los belenes

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidCuando llegan las fechas próximas a la Navidad, los que nos consideramos católicos y creyentes nos afanamos por buscar un lugar “relevante” en nuestros domicilios para colocar nuestro “belén o nacimiento”.

Tenemos noticias de cómo san Francisco dio comienzo a esta costumbre, preparando el primer belén que se afanaron en contemplar extasiados los lugareños de aquella comarca. Es cierto que han cambiado mucho las cosas y que ahora no siempre se contemplan los belenes desde una perspectiva de fe. La cultura y la tradición intervienen mucho en esta actividad. Llama la atención que, en muchos lugares la preparación del pesebre ha dejado de hacerse en las iglesias, y ha pasado a organizarlo las concejalías de cultura de los ayuntamientos.

Imagen de San JoséMuchos nos proponemos crear un belén majestuoso, que llame la atención de nuestras visitas, con grandes paisajes, castillos y cuantas más figuras, mejor. Es suficiente una tarde de paseo por uno de los mercadillos navideños para darnos cuenta de toda la decoración, arquitectura, paisajes y personajes que se van añadiendo cada año a los belenes. Hemos de reconocer que algunos totalmente descontextualizados y fuera de lugar. Prima la creatividad, en el mejor de los casos, o el más puro espíritu consumista.

Nos olvidamos en muchas ocasiones que lo importante es recrear las Sagradas Escrituras para enseñar a nuestros pequeños de dónde viene nuestra fe. Los motivos navideños deben ser catequesis sobre los escasos relatos que se nos han transmitido de los primeros años de la vida de Jesús. Cuando entramos en las iglesias antiguas solemos ver magníficos retablos con alusiones al titular de las mismas, a milagros que realizó o facetas de su vida. También en muchos retablos aparecen momentos de la vida de Nuestro Señor Jesucristo, o de la Virgen María.

Cuando ponemos el “misterio” de nuestro motivo navideño, solemos dar prioridad a la Virgen y al Niño Jesús, pero no hacemos lo mismo con San José. Parece que José aparece como en un segundo plano, un poco por detrás de María y Jesús. También esta disposición puede ser un motivo catequético, como dando a entender que José asume la responsabilidad de cuidar y proteger a Jesús niño, pero que no lo hace desde una realidad de paternidad directa.

José era de familia humilde y el Señor le tenía reservado un papel sobradamente importante en la historia católica. “San José fue, como dice la escritura, ese hombre fiel y solícito a quien el Señor ha puesto al frente de su familia de la cual también todos formamos parte. Dios lo escogió y lo llenó de gracias para que cumpliera una misión singular y entrañable: la de cuidar del Niño y de su madre.”

Hablamos de María como la primera creyente, porque se fio de la palabra del arcángel y dijo un SÍ con mayúsculas a la voluntad de Dios. En esta misma situación se encuentra José. Es el evangelista Mateo el que nos narra las dudas de José y el propósito que tenía de abandonar a su esposa al enterarse de que estaba esperando un hijo. En este caso es un ángel del Señor el que le invita a fiarse de Dios, a aceptar que el embarazo de María no ha surgido por causas naturales. Y José, hombre de fe, al despertar hizo lo que le había indicado el ángel del Señor.

“Hablar de san José es hablar de fidelidad: siervo bueno y fiel, entra en el gozo de tu Señor” serían las palabras que Dios le diría el día de su tránsito al cielo. Porque nada desvió a san José de su misión en la tierra. ¿Qué otra cosa fue su vida sino una entera dedicación al servicio para el que había sido llamado?”.

En la figura de san José deberían de fijarse muchos padres de familia. Él era un hombre amable y protector con su familia. Por eso creemos que debe dársele la importancia que se merece en nuestros belenes.

Nos llama la atención algún “misterio” en el que aparece san José con el Niño Dios en sus brazos. Lo habitual es que sea la Virgen María quien lo sostenga en su regazo.

Todos los que leemos alguna vez la Biblia sabemos de las dudas que le surgieron cuando el ángel se le apareció en sueños para decirle que confiara en María. Hay que pensar que en aquella época la figura del hombre no era “sumisa” precisamente. Él confió en el Señor y en María.

Son pocos los pasajes de la Biblia en los que se hace referencia a la figura de José pero, en la mayoría de ellos, demuestra la preocupación que tenía por su familia: la persecución de Herodes, huida a Egipto, Jesús perdido en el templo. Se muestra preocupado como cualquier padre.

Monserrat Aguado Maté

La Sagrada Familia

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 15 - Asociación Belenista de Valladolid (2020)

Protejamos el belén, por Jesús Enríquez Tauler

27 Nov 20
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Protejamos el belén

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidDentro de las categorías de bienes protegibles, como son los bienes muebles e inmuebles de interés: artístico, histórico, arquitectónico, paleontológico, arqueológico, etnológico, científico o técnico y la riqueza documental, bibliográfica y lingüística, se encuentran también las actividades, usos, costumbres y tradiciones, que identifican un modo de ser y de sentir de grupos y personas que, por su especial significación, merecen la intervención de los poderes públicos para su preservación.

La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), considera este tipo de elementos como “crisol de la diversidad cultural y garante del desarrollo sostenible”.

En su artículo segundo los define como:

“…los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural.

Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana.

A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.”

Las Naciones Unidas, hasta la fecha, han reconocido 549 de estas actividades como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, procedentes de 127 países. Entre ellas 19 españolas, desde el flamenco y la dieta mediterránea, pasando por el silbo gomero y el canto de la Sibila mallorquín, hasta las Fallas, las tamboradas, los “castells” o el Misterio de Elche.

A final de año, si el virus que nos asola, emboza y confina lo permite, un comité de la UNESCO decidirá nuevas incorporaciones a la lista.

“Presepe” en piedra policromada de Stefano da Putignano, Grottaglie (TA). Foto: Gianluca Ferrulli

“Presepe” en piedra policromada de Stefano da Putignano, Grottaglie (TA)
Foto: Gianluca Ferrulli

En este contexto proteccionista de las más variadas expresiones humanas se pretende, desde Italia, la inclusión del “presepe” en esa selecta relación.

El primero en reivindicarlo ha sido el senador Piero Liuzzi cuando, en las Navidades de 2017, escribiera al presidente del “Senatus” del país transalpino, para abogar por esta noble causa de hacer del belén una muestra de ese acervo intangible a nivel mundial.

En su particular epístola senatorial, el exalcalde de Noci -municipio del área metropolitana de Bari, en el tacón de la península itálica-, reclamaba la acción conjunta de las instituciones del estado y de la propia sociedad italiana para lograrlo.

Belén napolitano

Belén napolitano

Junto al copyright franciscano, el político de la región de Puglia, destacaba las manifestaciones artísticas del belenismo monumental de esta región sureña italiana, en pleno rinascimento adriático, rememorando las figuras de Stefano da Putignano y de Paolo Catalano da Cassano, que inmortalizaron el nacimiento mediante esculturas en piedra calcárea policromada, como el que podemos contemplar en la Iglesia del Carmen en Grottaglie, obra del primero de ellos en el Cinquecento.

A su iniciativa se han sumado las del Comune de Greccio, de la provincia de La Campania -para la exaltación del belén napolitano- y el impulso del propio papa Francisco, con su carta apostólica sobre el significado y el valor de la representación del nacimiento de Jesús, titulada “Admirabile signum” (dada en el Santuario del Pesebre el 1 de diciembre de 2019).

Mientras llega esa declaración internacional, creo que no estaría de más impulsar la protección del belén en nuestra comunidad autónoma. La ley 12/2002, de 11 de julio, de Patrimonio Cultural de Castilla y León, también permite declarar como Bien de Interés Cultural (BIC) el patrimonio inmaterial de nuestra región, a la que sin duda alguna pertenece la tradición belenística.

Reúne todos los requisitos para ello. Es una tradición absolutamente relevante y singular que, de innegable raigambre cristiana, ha sido capaz de trascender el hecho religioso para convertirse en uso y costumbre, cuasi universal, tanto en el ámbito privado como público, con motivo de las fiestas navideñas.

Más aún, se trata de una expresión que ha superado su originaria concepción figurativa, para llegar a personificarse mediante la escenificación humana del misterio, en forma de belenes vivientes en no pocas poblaciones y en múltiples ámbitos como las escuelas, las calles y las plazas, sirviendo incluso de reclamo turístico y dinamización de la economía.

No parece que en Castilla ni en León se pueda hablar a lo largo de la historia de una industria de especial relevancia artística, asociada a la producción de los elementos propios del arte figurativo del belén, ni por la calidad de los materiales ni por el valor intrínseco de sus creaciones. Lo cierto es que no hace falta para su declaración como BIC.

Lo en verdad esencial es la actividad en sí. Su significación y arraigo social a través de los siglos. Su mixtión con la forma de exteriorizar sentimientos y celebraciones de nuestra comunidad.

Al contrario de lo sucedido en Andalucía o en el levante español tras la llegada al trono de Carlos III y, con él, “la moda” del belén napolitano, la creación de figuras y otros elementos complementarios de la representación del nacimiento del hijo de Dios en nuestras tierras, siguió siendo el propio de una alfarería tosca y asociada en gran medida al mundo rural.

En casi todos los alfares había este tipo de producción, generalmente de barro crudo, para abastecer un mercado local que demandaba, cada año, la reposición de piezas rotas o la incorporación de otras nuevas.

En nuestra provincia se tienen presentes en la memoria los de Alaejos, Portillo o Tiedra, entre otros, al igual que en diferentes lugares a lo largo y ancho de la meseta norte, como el municipio leonés de Jiménez de Jamuz, el segoviano de Coca y ciertas poblaciones de la provincia de Zamora, por citar algunos de los más significados.

Tan solo algunas familias acomodadas adquirían piezas de mayor valor para sus belenes domésticos. Una veces importadas de Italia, otras compradas en España, hechas por lo común en cerámica policromada e incluso entreveradas con tejidos y ropajes.

Hoy en día, sólo unos pocos alfares de los más de treinta que se conservan activos, mantienen creaciones belenísticas.

Belén de Pilar Tirados. Foto: Gianluca Ferrulli

Belén de Pilar Tirados. Foto: Gianluca Ferrulli

Pilar Tirados en Coladilla (León) es una de estas “artesanas modernas”, que hacen perdurar esta costumbre manufacturera en su taller de cerámica de la Plaza del Caño, de una forma tan simpática como renovada, cuasi naíf.

La declaración de Bien de Interés Cultural del Belén la puede promover cualquier persona física o jurídica, además de la propia administración autonómica.

Desde esta tribuna que me brinda esta noble asociación, hago un llamamiento público para promover la declaración del Belén como BIC. Corren tiempos de tentaciones iconoclastas. Momentos de paradojas y confusiones, que lo mismo invitan a retirar crucifijos de los colegios, que a vestir a los hijos de San José, de Virgen o Niño, en nombre de un laicismo excluyente difícilmente compatible con la tolerancia que predica la UNESCO y un elemental sentido de concordia.

Los bienes declarados de interés cultural gozan de la máxima protección y tutela, y su utilización está siempre subordinada a que no se pongan en peligro sus valores.

Con estas garantías, se pondría fin a las muestras de intransigencia e intolerancia de algunas minorías, que pretenden acabar con una de nuestras tradiciones más entrañables haciendo mofa del nacimiento con “descomposiciones,” que tan solo pretenden dividir a la sociedad y ridiculizar nuestras costumbres.

Sobran argumentos. ¡Protejamos el Belén!

Jesús Enríquez Tauler
Abogado y amante de Valladolid

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 15 - Asociación Belenista de Valladolid (2020)

San José el Justo, por Juan Giner Pastor

27 Nov 20
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San José el Justo

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidEn el relato evangélico de la concepción virginal de María el evangelista Mateo atribuye a José el título de justo (Mt 1, 19). ¿Cómo se manifiesta la justicia en José? En otras palabras, ¿qué sentido tiene el título justo dado al padre de Jesús? Los padres de la Iglesia discrepan cuando tratan de explicar la justicia de José. San Justino dice que José mereció el título de justo por el hecho de observar la ley. La ley obligaba a repudiar a María, su esposa, considerada como adúltera. José encubre esa justicia legal, que tanto le atormentaba, haciendo uso de su bondad natural: «resolvió repudiarla en secreto».

San Jerónimo escribe cómo José sabía que María era virgen y casta, pero se sorprendió al saber que estaba encinta. La justicia de José consistió en defender la reputación de María. Otros padres de la Iglesia opinan que José era justo por haber acatado la palabra de Dios que le fue dirigida por medio del ángel: «José, hijo de David, no temas recibir en tu casa a María, tu esposa, pues lo concebido por ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo a quien pondrás por nombre Jesús» (Mt 1, 20).

José, descendiente del rey David, recibió el encargo de hacerse padre del Niño, es decir, de adoptarle legalmente, dándole el nombre de Jesús y haciéndole participar de la descendencia de David.

Detalle de un diorama realizado por Juan Giner y figuras a palillo de M. Castells, con san José sujetando a un perro con una herida en la pata derecha, que el Niño Jesús está lavando y la Virgen lleva un ánfora con agua

Detalle de un diorama realizado por Juan Giner y figuras a palillo de M. Castells, con san José sujetando a un perro con una herida en la pata derecha, que el Niño Jesús está lavando y la Virgen lleva un ánfora con agua

Hay en José una gran capacidad para escuchar en su interior. Por eso surge dentro de él la lógica y la fuerza para afrontar las grandes decisiones y pone enseguida a disposición de los designios divinos su libertad, su legítima vocación humana, su fidelidad conyugal. Su aceptación de Dios se traduce en disponibilidad para las cosas que se refieren a su servicio.

Así, la Justicia de José consiste en haber entrado en el plan de Dios, prestando obediencia a la orden recibida de Dios por medio del ángel: «a quien pondrás por nombre Jesús». En efecto, el privilegio de dar nombre al recién nacido incumbía al padre.

José es el jefe de la Sagrada Familia. Muy pronto los célebres sueños, en los que se le aparece el ángel del Señor, cederán el lugar al trabajo cotidiano en Nazaret, que asegurará al Hijo de Dios hecho hombre el sustento diario. José trabaja en Nazaret para procurar el pan de cada día. En aquel tiempo Nazaret era una aldea perdida, un oscuro lugarejo. Así y todo, Nazaret, cuando Dios lo quiso, llegó a ser el centro del mundo y de la Historia. Allí ocurrió el misterioso momento de la Encarnación del Verbo. Allí, durante treinta años, vivió Jesús con María y José, el carpintero. José fue un modesto obrero de aldea que vivía del trabajo de sus manos. Y a Jesús se le conocía por el «hijo del carpintero».

No deja de ser realidad que la pobreza y el trabajo manual fueron elegidos voluntariamente por Dios para su Hijo hecho Hombre. Con miras a esto, el hogar, donde había de nacer para la Historia, fue el de un humilde artesano. Jesús aprendió el mismo oficio que su padre, José. Y el clima doméstico que vivió, la estrechez económica y el rudo trabajo tuvieron más tarde su proyección sobre el mensaje y las obras de Jesús: predilección por los humildes, por los económicamente débiles. En esto algo debió a su padre legal, José, y a su madre María. Ahí está uno de nuestra sangre, un hombre a secas, José, para decirnos con su vida que el área de trabajo no ha sido excluida del cultivo de la mirada de Dios, y que las manos encallecidas merecen gratitud.

Juan Giner Pastor
Maestro Mayor Belenista, Medalla UN-FOE-PRAE 2000,
Insignia de Oro FEB 2004 y Trofeo FEB 1981

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 15 - Asociación Belenista de Valladolid (2020)

Alegría y dolor en unas navidades atípicas, por Letizia Arbeteta Mira

27 Nov 20
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Alegría y dolor en unas navidades atípicas

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidDesde hace varios años la dirección de esta revista me invita a escribir algún breve artículo en sus páginas, y procuro escoger temas distintos, que no hayan sido publicados, temas siempre relacionados con la naturaleza original del belén como tradición secular de la Europa cristiana y católica, vistos desde la mirada imparcial del investigador, que toma nota de los hechos sin proyectar en ello sus creencias personales.

Llegado diciembre, el belén se instala en nuestras casas, los templos y las calles, pero su razón de ser y su presencia son cada vez más difíciles de explicar a generaciones cuya educación en Humanidades ha sido sustituida por aprendizajes que se consideran más útiles en este mundo cambiante.

Ya he relatado en diferentes ocasiones cómo esta representación -en principio didáctica y simbólica- de hechos que son la base de una creencia religiosa, ha ido perdiendo con el tiempo su conexión con el espectador, incapaz de leer su mensaje visual, lo que ha llevado a una simplificación progresiva de su guion original (que no es otro que el relato de los evangelios), al tiempo que proliferan detalles y soluciones plásticas que se alejan cada vez más de lo que antes era fundamental, la visualización de que la Humanidad tenía un valedor, un Redentor, en definitiva, que no estaba sola, por lo que el belén era un recordatorio de que no debemos dejarnos vencer por el mal y la desgracia, una puerta abierta a la esperanza y la alegría.

Siguiendo con ese papel de fiel notario que se atribuye todo estudioso de un fenómeno, creo que los belenes de este año 2020 han de pasar a la historia, pues nuestra sociedad, al igual que la mayoría de las del globo, ha padecido una dura prueba que afecta a todas las actividades y pensamientos de la especie humana en su conjunto. Son tiempos de cambio y de cambio profundo.

Alegría y dolor en unas navidades atípicasLa pandemia se ha llevado más de un millón de muertos y sigue amenazando nuestras vidas y las de nuestros seres queridos. La situación es tan nueva que los poderes públicos nunca se han enfrentado a nada semejante. Improvisan, aciertan y fracasan en una rueda experimental cuyo resultado aún desconocemos. En definitiva, estamos todos con la espada sobre nuestras cabezas, pendiente de un hilo, sin que nadie se sienta a salvo.

Este año muchos habrán renunciado a poner el belén, o quizás lo hagan para que, al igual que en tiempos de guerra, los pequeños no perciban la angustia y el miedo de los mayores. Porque estamos en manos de la muerte, que es como decir, para el creyente, en manos de Dios.

Me pregunto cómo serían las Navidades en Europa cuando caían miles de vidas segadas durante la Peste Negra o la gripe mal llamada española. El alejamiento del grupo, la necesidad de aislarse, el dolor por familiares fallecidos o enfermos, el terror de los vivos frente a lo maligno y desconocido quizás se manifestara, con relación a la Navidad, de forma similar a aquellos famosos “Cristos de la peste”, representados en el paroxismo del sufrimiento.

De hecho, la unión personal con la figura e imagen de Cristo doliente ha sido una constante en la literatura mística cristiana, difícil de entender para quien no conoce (o desprecia por primitiva) la mentalidad de las sociedades del pasado, para las que la creencia religiosa era una realidad indiscutible.

En ese contexto, recordemos un dato básico de la historia del Belén, como es el hecho de su origen dramático, la representación teatral, de la que el propio Nacimiento es una imagen a pequeña escala y petrificada.

La relación sufrimiento-curación, destrucción-salvación, resignación-esperanza, está presente en la religiosidad cristiana, sea popular u ortodoxa. Profetas y sibilas anuncian la llegada de Jesús, pero también su pasión y muerte, es el león poderoso que, convertido en débil cordero, se dirige voluntariamente al ara de sacrificio, lavando con su sangre los pecados humanos.

Es el rey que nace entre las bestias del establo, es el que muere y finalmente resucita, con toda su gloria y majestad.

Por eso, los belenes antiguos solían estar acordes con lo que se predicaba desde los púlpitos, y, desde al menos el siglo XV en nuestras tierras y hasta hoy en la Europa Central, se introducían elementos penitenciales y pasionales en los nacimientos, además de información adicional que hiciera visible, a la primera hojeada, el argumento completo de la historia de Salvación humana que en ellos se relataba.

Episodios como Adán y Eva en el Paraíso, la Expulsión o el Sacrificio de Isaac, representaban la antigua Alianza, mientras que la vida de Jesús se complementaba con escenas significativas, además de las básicas del ciclo de la Infancia (Natividad, Adoración de los pastores, Epifanía, Degollación de los inocentes, Huida a Egipto…). Estas escenas se elegían por su carácter simbólico, subrayando conceptos no tan evidentes, como la Divina Sabiduría (Jesús entre los Doctores), la Gracia (Jesús y la samaritana), la Eucaristía (las Bodas de Canaán, la Última Cena), etc., para finalizar con los cuadros propios de la Pasión, muerte y Resurrección de Jesús.

Imágenes de eremitas, como la Magdalena, san Antonio o san Jerónimo (o simplemente un ermitaño), cobijados en sus cuevas, además de una serie de animales y plantas simbólicas, completaban estos escenarios cada vez más complejos.

La lectura de todo ello era simple y reconfortante: sufres, pero no será para siempre; el dolor es pasajero pero la alegría es duradera. Hoy, la muerte reina en el mundo, pero mañana será vencida definitivamente. Te lo garantiza el propio Dios, que ha ofrecido su vida a cambio de la tuya.

Las inquietudes actuales, tales como el desarraigo, la emigración y la pobreza, han llamado la atención de algunos sectores al identificarlas con ciertas escenas del belén, a las que se añade un discurso que, a veces, supera el ámbito religioso para adquirir connotaciones políticas.

Por el contrario, la situación de las comunidades nativas en algunas zonas geográficas, especialmente América Latina, han creado híbridos de belenes indigenistas, con su expresionismo reivindicativo. La situación de los católicos africanos o naturales de zonas en conflicto como Oriente Medio, o grandes países donde son minoría, caso de China o la India, también se refleja en sus interpretaciones, a veces ofrecidas en comercio como meros productos artísticos o decorativos, en los que muy pocos pueden atisbar la dura situación de los autores o sus paisanos. Basta una mirada superficial para condenarlos al silencio.

En resumen, saco a colación todo esto para recordar al lector que, tras la apariencia idílica del belén, se esconde mucho dolor. Y mucha esperanza.

¿Cómo serán nuestros belenes 2020?

¿Iguales a los de todos los años, en busca de la normalidad, es decir, como siempre? ¿Intentado con su presencia que se olvide la situación dolorosamente excepcional que estamos viviendo, amenazada nuestra salud, nuestro pan y nuestro futuro?

¿Recordaremos en ellos lo que ya no ha de volver o miraremos hacia adelante?

¿Seremos capaces de unirnos con la Humanidad doliente y crear lazos de esperanza?

Lector, tú decides.

Sea como sea, una cosa está clara: los belenes 2020 no serán belenes de una campaña más: formarán parte de la Historia.

Letizia Arbeteta Mira
Doctora en Historia del Arte

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 15 - Asociación Belenista de Valladolid (2020)

El belenista, un modo de vivir la fe, por José Andrés Cabrerizo Manchado

27 Nov 20
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El belenista, un modo de vivir la fe

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidEl belenista ¿nace o se hace? Quizá la pregunta no esté bien formulada, porque la respuesta es obvia: no nacemos siendo belenistas. Pero pienso que en muchos casos también es evidente que, siendo un acto voluntario, frecuentemente tiene mucho que ver con el nacer, con algo que alguien ha puesto en nosotros como una semilla y que nosotros hemos de desarrollar. En este sentido podemos establecer, salvando las distancias, un paralelismo con el bautismo, donde está claro que la gracia se transmite con la administración del sacramento, pero la vivencia de la fe depende en gran medida de lo que los padres trasmitan a los hijos.

Ciertamente, muchos llegan al mundo de los nacimientos por un algo estético o cultural: un día, por casualidad, entran en una iglesia o una sala de exposiciones y se ven impactados por un monumental montaje que recrea las escenas del nacimiento de Jesús y eso puede llevarle a desear más, a ver más pesebres, a leer sobre el cómo surge y se desarrolla esa tradición, cuáles son sus momentos más importantes, etc. En el mejor de los casos esa persona incluso puede acabar instalando en su casa un nacimiento, de mayor o menor calidad dependiendo de las habilidades de cada uno y de las posibilidades económicas.

Belén popular

Otro tipo de belenistas es aquél que desde siempre ha vivido esa tradición, ese paralelismo que decía que existe con el bautismo. Lo más normal es que en este caso el nacimiento sea un fenómeno netamente religioso, de fe, vinculado a una vivencia generalmente familiar y también eclesial, donde lo importante de la Navidad no es tanto el aspecto social y convivencial (¡cuánto lo vamos a echar de menos en este año del Covid!), sino el saber que esa representación del nacimiento de Cristo nos habla de la cercanía de Dios. Estoy convencido que el verdadero belenista corresponde a este tipo de persona que ha mamado la importancia de ese encuentro de Dios con el hombre casi desde que tiene memoria. Voy a narrar mi experiencia personal.

Recuerdo perfectamente cuándo y cómo se inició el montaje del nacimiento en mi casa. Tenía entonces seis años y una tarde de aquellos diciembres de entonces, de niebla y frío, mi madre decidió que íbamos a montar un nacimiento en casa. Compramos en una pequeña papelería que había en la calle Mantería un misterio de plástico, los reyes con sus camellos y pajes, cinco pastores, tres ovejas y dos patos (todo eso existe todavía). Hizo dos casas con cartón rizado de embalaje y un pequeño redil con palillos e hilo; la cueva y las montañas con aquellas escorias de la caldera de carbón. Para mi hermano y para mí fue el gran acontecimiento de aquel año… y de los años siguientes. Puntualmente, el día que nos daban las vacaciones de Navidad, al llegar del colegio por la tarde, encontrábamos a mi madre poniendo el nacimiento en la entrada de casa. Las vacaciones se pasaban moviendo las figuras y jugando con ellas, intentando colocarlas después en su sitio.

Uno se hace mayor y aquel nacimiento “infantil” dio paso a la colocación del Misterio de Ortigas; pero siempre quedó el recuerdo de aquel nacimiento de la infancia y el deseo de volver a vivir y hacer vivir esa escena del Dios con nosotros en la humildad de nuestra carne. Tras un cursillo que la Asociación Belenista Castellana nos dio en mi cofradía de N. P. Jesús Resucitado y María Santísima de la Alegría, comencé a montar el nacimiento en la iglesia de las Calderonas, tarea en la que estuve unos diez años. Después, en el Seminario, durante el tiempo que pasé estudiando allí, lo montaba en el pasillo de los mayores”; al año siguiente ya pusieron otro “los pequeños” en el vestíbulo. Paralelamente, en mi casa, aquel Misterio de Ortigas fue poblándose de más personajes, pastores, reyes y animales y sigue creciendo hasta hoy. La misma tradición se ha instalado en casa de mi hermano desde que formó su familia.

Detalles de un belén popular

Como sacerdote, he intentado fomentar todo lo posible el cultivo del nacimiento allí donde he sido destinado, en la mayoría de los lugares ya existía su montaje. Cómo olvidar a Mari y a Mari Carmen y su belén del “huevo frito” en el Pedroso de la Abadesa; Conchita del Montico en San Miguel del Pino; Angelines y Mari Nieves en Villamarciel; Ino (q.e.p.d.) y Lorenzo con su nacimiento de ferralla en Santo Domingo de Guzmán; Fernando en la Parroquia del Salvador… En los últimos años el empeño ha sido ir montándolo en la Catedral, comprando poco a poco figuras de José Luis Mayo y contando con la inestimable ayuda de la Asociación Belenista de Valladolid.

Estoy convencido de que esta pasión por el Nacimiento ha sido uno de los grandes regalos que Dios ha querido hacerme y que es un instrumento privilegiado de evangelización, que hace salir del secularismo y consumismo al que tantas veces reducimos la Navidad. También es un modo de vivir la fe, ya que durante el tiempo en el que las figuras, el musgo y el serrín se encuentran en un rincón de casa, éste se convierte en una capilla donde orar y sentir más de cerca al Dios que se ha hecho carne por nosotros.

José Andrés Cabrerizo Manchado
Deán de la Santa Iglesia Catedral de Valladolid

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 15 - Asociación Belenista de Valladolid (2020)

La cuna de Jesús fue un pesebre, por D. Ricardo Blázquez Pérez

27 Nov 20
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La cuna de Jesús fue un pesebre

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 15 (2020) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidTodo nacimiento de un niño es alumbramiento; la madre lo da a luz. El niño abre los ojos a la luz del día y los papás quedan deslumbrados por el hijo que les ha nacido. Navidad es la celebración del nacimiento de un Niño único, el Salvador del mundo.

El nacimiento y la muerte de Jesús son ante celebrados en la Liturgia; por su parte, la piedad ha ampliado su irradiación en los «nacimientos» o «belenes», y en las procesiones de la Semana Santa, El nacimiento de Jesús fue narrado por el Evangelio en los siguientes términos: «María dio a luz a su hijo, lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada» (Lc 2, 7). Los nacimientos que podemos visitar en el tiempo de Navidad orientan nuestra mirada al establo donde está acostado Jesús, atendido por María y protegido por José.

Dos circunstancias del nacimiento de Jesús quiero hoy subrayar: Jesús nació como un niño de una familia pobre, no tuvo donde reclinar la cabeza (cf. Lc 9, 52) y murió despojado en la cruz. Siendo rico como Hijo de Dios eligió ser pobre por nosotros (cf.2 Cor 8, 9). Y sobre la otra circunstancia nos dice el Evangelio que fue perseguido por Herodes apenas nacido, que fue rechazado y que fue condenado a muerte como un malhechor. En el horizonte lejano del Niño Jesús se vislumbra la cruz (cf. Lc 2, 34-35). El Evangelio, en medio del encanto de un niño recién nacido, cuyo lenguaje es la sonrisa y el llanto, nos muestra a Jesús pobre y entregado a la muerte. Desde el comienzo de su vida nos enseña el Evangelio como fue la misión de Jesús, nuestro Salvador.

Yo deseo que cuantos adoramos al Niño en Navidad, aprendamos la doble lección que nos da: sobriedad ante el dinero y ayuda a los que padecen hambre, soledad y desamparo de cara al futuro. Recordando la huida a Egipto de José y María para salvar al Niño amenazado, acojamos a los que vienen hasta nosotros pidiendo trabajo y protección (cf. Mt 2, 13-18).

Agradezco a los “belenistas» que con su arte y piedad nos prestan un precioso servicio en la celebración de Navidad. También este año de pandemia podemos felicitarnos porque ha nacido el Salvador.

+ Monseñor Ricardo Blázquez Pérez
Cardenal Arzobispo de Valladolid

Portada del boletín Ánfora n.º 24 (2018), de la Asociación Complutense de Belenistas

Maquetas y muñequitos, por Juan Pablo Cruz Fernández

01 Dic 18
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Maquetas y muñequitos

Artículo publicado en el boletín Ánfora n.º 24 de la Asociación Complutense de Belenistas

Isotipo de la Asociación Complutense de BelenistasA veces me pregunto si yo estoy muy equivocado y además no tengo ni idea de qué va la feria. Pero prefiero pensar que las cosas son como yo lo aprendí y que el belenismo es algo diferente.

El problema es que cada día veo que el interés de los belenistas se decanta hacia un maquetismo que es mejor cuanto más perfeccionista y fiel es la representación del motivo representado y, bien, no es problema, hasta que se convierte en obsesión. No se pueden hacer maquetas de catedrales o palacios a escala y después poner figuras a escala correspondiente. Nuestro cerebro no trabaja así, no es razonable buscar el misterio en un belén como si de buscar a “Wally” se tratara. Un belén es una representación más o menos artística del nacimiento del hijo de Dios y del “arte” del que estoy hablando no es la arquitectura y menos aún el urbanismo.

Quizás el arte que más se le aproxima sea la pintura, bien que en este caso estamos hablando de una “pintura” tridimensional, pero a la postre hay más similitudes entre estas dos disciplinas de lo que parece. Empezando por lo más fácil de comparar, en un diorama se fuerza el punto de vista, se cuida la perspectiva, se estudian los efectos de luces para lograr el color deseado y si bien es una creación tridimensional, se busca que por la embocadura se observe la escena que queremos representar. Y no es imprescindible una perfección técnica que respete escrupulosamente un escenario determinado, es más, el efecto puede ser más o menos abstracto o impresionista o cualquiera otra que se nos venga al magín. Nada de lo anterior tiene nada que ver con el maquetismo y sí mucho con la pintura, o sea, que si aceptamos las premisas anteriores no sé si deberíamos dar tanto bombo a los belenes “maqueta”.

En los belenes redondos (aquellos que se ven por varios costados) y en los de embocadura abierta, las cosas se complican, más en los primeros, pero se puede hacer una extrapolación a los segundos. El caso es que es prácticamente imposible mantener la perspectiva forzada cuando por el lateral se pueden ver los distintos términos en paralelo, así que hacemos “trampa” y, por lo menos en mi caso, ponemos el punto de fuga en un lugar indeterminado detrás de un monte que ocupa el centro del belén. Y digo “indeterminado” porque el punto de fuga en este caso recorre un circulo (más o menos) que corre en oposición al perímetro del belén, esto destroza cualquier intento de armonizar un concepto maquetista del belén con una escena impactante (supongo que es lo que estamos buscando) y artísticamente aceptable.

Tras este rollo, viene mi propuesta ¿por qué no hacemos belenes y dejamos de hacer maquetas en las que después se ponen “muñequitos”?

Juan Pablo Cruz Fernández

Portada del boletín Ánfora n.º 24 (2018), de la Asociación Complutense de Belenistas

Navidad que nos da la vida, por D. Juan Antonio Reig Pla

01 Dic 18
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Navidad que nos da la vida

Artículo publicado en el boletín Ánfora n.º 24 de la Asociación Complutense de Belenistas

Isotipo de la Asociación Complutense de BelenistasQueridos belenistas:

Las fechas de Navidad se acercan. Es tiempo de prepararnos interiormente y adentrarnos un paso más en el conocimiento profundo del gran misterio de nuestro Dios. ¡Cómo es nuestro Dios! ¡Cómo es nuestro Padre! Él, que ha puesto a nuestros pies la creación entera, que nos regala la vida segundo a segundo, que se arriesga a darnos la libertad de corresponderle; aún no tiene bastante. Nos lo regala todo, se ofrece Él mismo.

El Hijo de Dios, omnipotente y todopoderoso, se abaja, se humilla. Dios es ahora el niño Jesús, el hijo de una mujer sencilla y un pobre carpintero, que nace en terreno de rechazados; los pastores son sus primeros testigos. Dios se hace necesitado. Dios me necesita. ¿Es eso cierto? Siendo como soy, tan pecador, ¿qué interés puede tener Dios en mi?

Dios busca nuestra pobreza. “No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores” (Lc 5, 32). ¿Y no es nuestro pecado nuestra mayor pobreza? ¿No será éste el interés de Dios? ¡Dios me ama! Y con un amor absolutamente interesado, hasta el extremo de ofrecerse por mí. Este es el poder de Dios, el Amor infinito. El amor que debilita, que deja al amante a merced del amado. Dios está en manos de los hombres, en mis manos. El amor de Dios nos salva porque nos entrega su vida hasta las últimas consecuencias. Dios nos levanta, nos salva por el poder de su amor.

Pero, ¿cómo llegar a aceptar esta inmensidad? Que sea María, la mujer sencilla y humilde, la llena de gracia, quien nos muestre el camino y nos abra los ojos y el corazón para poder contemplar este misterio infinito que vosotros, queridos belenistas, vais a plasmar con vuestro arte.

+ Juan Antonio Reig Pla
Obispo Complutense

Portada del boletín Ánfora n.º 24 (2018), de la Asociación Complutense de Belenistas

¿Qué es Asociación?

01 Dic 18
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¿Qué es Asociación?

Artículo editorial publicado en el boletín Ánfora n.º 24 de la Asociación Complutense de Belenistas

Isotipo de la Asociación Complutense de BelenistasAsociación es ilusión, entrega, trabajo, esfuerzo, sacrificio y satisfacción.

Es dejar el ego en la puerta en pos de un objetivo común.

Es la oportunidad que te da la vida de ser todos iguales, porque participas en algo por voluntad propia, sin egoísmo y sin esperar nada a cambio, sólo la alegría de un niño, la felicitación de un padre cuando contemplan nuestro trabajo o el comentario del visitante anónimo.

Es como se abren las puertas para todos, porque todos somos iguales.

Es valorar el trabajo de cada uno de forma anónima, porque se trabaja por algo común y es la participación y las habilidades de todos puestas en conjunto, lo que la hará mejor.

Es cuidar, reconocer y orientar el talento, porque con el mismo, la asociación crecerá en sus realizaciones.

Es la tristeza cuando fallece un compañero con el que has compartido jornadas de duro trabajo, inquietudes y penas, pero también es el recuerdo de alguien que siempre pervivirá en nuestros corazones.

Asociación es reconocer nuestros defectos y nuestras virtudes, encontrando con ambas nuestro mejor sitio en el belén.

Es el sentimiento y la preocupación cuando uno de los nuestros se pone enfermo notándose su ausencia, pero es también la alegría cuando ves que no está solo, porque cuenta con el apoyo, la solidaridad, el cariño y la fuerza que todos le transmitimos, esperando una pronta recuperación.

Es buscar el mejor de los premios, el del reconocimiento de la gente, a la labor del conjunto.

Es el orgullo del trabajo en equipo, sin personalismos, con el único objetivo de mantener viva la llama del belenismo. Frente al premio individual la fuerza del grupo.

Asociación son las personas, con sus virtudes y sus defectos, es el equipo de anónimos, frente a aquellos que se creen estrellas del belén, sin haber demostrado nada.

Asociación es la alegría cuando uno nuevo llega y la curiosidad por lo que puede aportar y la tristeza cuando alguien con quien contabas, deja de participar sin encontrar el motivo que le ha llevado a dejarnos.

Asociación es felicidad cuando la juventud cruza la puerta, tenga esta 12 ó 21 años, porque son la esperanza de que esta tradición persistirá.

Es conseguir que todo el mundo se sienta participe e importante en el día a día.

Es que las cabezas visibles sean uno más, porque su cargo se reduce a una mera representatividad pero también es el respeto y reconocimiento a la labor desinteresada y entregada que realizan.

Asociación es la implicación de todos, es ver como a la llamada se acude como un solo individuo sin importar el momento ni la situación.

Asociación es el invierno con su frio y el verano con su calor.

En definitiva, Asociación, es el devenir de la vida a lo largo de un año.

In memoriam, José Herrera Catana

Recorte Logo de la Asociación Belenista de Oviedo

Una nueva Navidad, por Fr. Jesús Sanz Montes OFM, Arzobispo de Oviedo

01 Dic 16
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(Artículo publicado en la revista Navidad con Belén nº 23 (2016) de la Asociación Belenista de Oviedo)

Una nueva Navidad

Forma parte de todos los paisajes de diciembre: con nieve y bosques alpinos, en las estepas inmensas de tantos páramos, en una selva africana con su tundra impenetrable. Pero llegando estas calendas del final de cada año, la vida se pone navideña sea cual sea su escenario y sus paisajes.

La Navidad tiene esa cualidad: saberse adaptar a cada época, a cada entorno por fuera donde la vida pasa y a cada interno por dentro donde las cosas suceden. Y en todos esos momentos y lugares, la Navidad nos susurra de nuevo su mensaje como la vez primera. Un canto de gloria para el Dios de los cielos, con estrofas de paz para todos los hombres. Van transcurriendo los siglos, aparecen tantos momentos diversos y fugaces, y queda tenaz la Buena noticia pendiente de un nuevo reestreno, como si nunca antes se hubiera escuchado, como si su novedosa bondad nos estuviera esperando desde siempre.

Así nos volvemos a asomar a una Navidad inédita, la que corresponde celebrar este año 2016, tras haberla celebrado nada menos que 2016 veces. Pero aunque la Navidad sea la misma fiesta, nosotros no somos los mismos. Cada cual tiene su ingrediente de distinción que nos hace ser diferentes a como éramos el año pasado, o el anterior, o todos los años de antes. No así el mensaje navideño: Dios se hace hombre, viene a contarnos con nuestras lenguas lo que eternamente fue su Palabra; viene a repartirnos en todos los lares lo que en su infinito cielo no cabía en la tierra toda. Un Dios cercano, humanado, pequeño y vulnerable, así de humilde, así de bueno con un corazón misericordioso y amable.

Los belenes que ponemos en estas fechas con el mejor arte de nuestra imaginería, y los nacimientos vivientes en donde cada uno de nosotros es una figura ante el misterio de la santa Familia de Jesús, María y José, nos señalan esas dos cosas en medio de las cuales se decide nuestra esperanza, nuestro amor y nuestra fe: recordar lo que sucedió hace dos mil años, y sabernos parte de esa historia inacabada.

La Navidad es un hecho que sigue sucediendo si dejamos que Dios se haga hueco en nosotros y entre nosotros, acercándonos el milagro de ternura divina que ponga un bálsamo en nuestras asperezas humanas. Enciende una luz que acaba con nuestras penumbras todas y nos siembra una paz que pone en jaque mate todas nuestras guerras y violencias. Así lo vivimos con todo el envoltorio festivo y alegre de estos días entrañables. Viene en ayuda todo cuanto colabora con esta noble causa que hace memoria de lo que ya sucedió y al mismo tiempo nos compromete para desear y consentir que pueda seguir sucediendo.

El arte belenista se nutre de este hermoso y antiguo relato, y lo escenifica con gusto y talento cristiano, para que quien se asome a lo que representa el nacimiento, pueda descubrirse en él como quien participa en el belén viviente que cada día nos contempla.

+ Fr. Jesús Sanz Montes OFM, Arzobispo de Oviedo

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

Elementos simbólicos de nuestros belenes, por Juan Carlos Sánchez Gómez

27 Nov 15
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Elementos simbólicos de nuestros belenes

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidMuchos de los elementos protagonistas de la Navidad aparecen en los evangelios canónicos o sinópticos; y también gran parte de ellos en los evangelios apócrifos y otros están basados en leyendas medievales.

Toma relevancia, en el siglo III, el acontecimiento de la natividad del Niño Jesús a partir de los datos que se tienen de los textos bíblicos, y en el siglo VII se comenzará a celebrar con el esplendor e importancia litúrgica con que se conmemora en la iglesia actual.

Son muchos los elementos simbólicos del “Belén”, y este artículo destacará algunos de los elementos que contribuyen a su configuración, dando significado a cada uno de ellos. Tal es el menester, que habiendo personajes, lugares, escenas, animales y objetos en el “Belén”, en esta ocasión paso a explicar el grupo de los objetos, quedando pendientes los otros elementos de los ya citados.

Imagen 1: el pesebre

Imagen 1: El pesebre

El pesebre en donde recuestan al Niño Jesús inmediatamente después de su nacimiento es una cuna improvisada (ver Imagen 1). En todas las representaciones artísticas el Niño Jesús está entre María y José, que tuvieron que resguardarse en una de las cuevas destinadas a animales. De ahí que el Niño aparezca en un pesebre de piedra o de madera recostado entre pajas y protegido por el calor emitido por los animales.

Representa la fragilidad de la humanidad del Mesías como verdadero Dios y verdadero hombre, e igualmente simboliza la sencillez y la humildad con que nace el Mesías.

Expresión plástica con la que se nos está catequizando para no desear acumular bienes innecesarios, y vivir con lo imprescindible, para que no desarrolle la humanidad la codicia y la envidia. También nos insta a pensar, parafraseando a Santa Teresa de Jesús, que “quien a Dios tiene, nada le falta: solo Dios basta”.

En algunas representaciones medievales, en las escenas de la natividad de Jesús el pesebre fue sustituido, en ocasiones, por una especie de altar. En algunas de estas obras, en vez de situarse la escena en un establo, se sugiere una iglesia, con lo cual se realza su trascendencia. El pesebre en que (Jesús) reposa -dice la “Glosa Ordinaria”- es el mismo altar del sacrificio.

Imagen 2: la aureola, resplandor o corona

Imagen 2: La aureola,
resplandor o corona

La aureola, resplandor o corona generalmente aparecen remarcando las cabezas de los personajes sagrados (ver Imagen 2). Aunque a veces pueden estar combinadas entre ambas, pero lo más usual es que sólo se utilice un tipo de ellas. Estos elementos representan la diferencia entre la humanidad y la divinidad.

La aureola o nimbo es un halo de luz colocado sobre la cabeza de la Virgen, san José o el Niño Jesús.

El resplandor es un conjunto de rayos de luz que rodean la cabeza de las figuras sagradas.

La corona remarca la realeza divina de los personajes representados. Puede ser una corona real sencilla; una corona real con imperiales; o una corona real con imperiales y resplandor.

Imagen 3: la vara o bastón y los lirios

Imagen 3:
La vara o bastón y los lirios

La vara o bastón (ver Imagen 3) está asociado al mando y siempre se ha interpretado como uno de los símbolos del poder. La vara de mando (cetro) es en realidad un bastón delgado, corto, que ha perdido su utilidad práctica, quedándose limitado a sus funciones honoríficas o conjuratorias.

La vara asume su valor de signo de elección divina en los relatos apócrifos sobre la selección de José para esposo de María. En dichos relatos una paloma blanca descendió sobre la cabeza de José y de la vara (bastón) seca que sostenía entre sus manos florecieron unos lirios (ver Imagen 3). Este acto simboliza el deseo de Dios de que entre los doce pretendientes presentes en el Templo para ser elegidos como esposo de María, fuera José el seleccionado {Protoevangelio de Santiago, VIII-IX; Libro sobre la Natividad de María, VIII).

Por otro lado, la vara aparece en las representaciones clásicas del belén tradicional, como alusión al elemento de todo viajero. La indumentaria del viajero incluía la vara, el sombrero de ala ancha y una especie de bolso de viaje. Esto se ha mantenido en algunas figuras de la Sagrada Familia, sobre todo en las de vestir.

El lirio simboliza la pureza y la inocencia y a lo místico. Desde la Edad Media es uno de los símbolos marianos aplicado a la Virgen. Su color blanco y la extrema suavidad de su tacto corroboran estas acepciones. También se asocia a las representaciones de diferentes santos que destacaron por su castidad. En ocasiones la vara de san José se encuentra remarcada con esta flor en alusión al respeto de José hacia María con la cual no mantuvo contacto camal y a su milagroso matrimonio.

Imagen 4: oro, incienso y mirra

Imagen 4: Oro, incienso y mirra

El oro, incienso y mirra (ver Imagen 4) son los presentes ofrecidos por los Reyes Magos, los cuales fueron los segundos destinatarios de la revelación del nacimiento de Cristo:

  • El oro hace alusión a la realeza del Niño Jesús que es agasajado con el tributo de un metal precioso que era una de las típicas ofrendas tributadas a los reyes, emperadores o a los dioses.
  • El incienso hace alusión a la divinidad de quien recibe dicho tributo, reservado en el mundo antiguo a los dioses o a ser quemado en los palacios. Reúne el incienso varios simbolismos convergentes: el humo, el perfume y las resinas incorruptibles con que se prepara. Así, el incienso se hace imagen visible de la oración, que, brotada de un corazón puro, se eleva hasta la divinidad, dejando un rastro oloroso. Ello lo convierte en atributo sacerdotal, lo cual explica que fuese uno de los regalos de los Magos a Jesús.
  • La mirra es exponente de la humanidad de Jesús, al ser empleada por los médicos de la antigüedad para curar heridas. También este presente entregado al Emmanuel hace referencia a su futuro martirio en la cruz, al ser la mirra uno de los elementos utilizados para el embalsamamiento con ungüentos aromáticos.

Juan Carlos Sánchez Gómez

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

Belenismo 2.0, por Héctor García Arias

27 Nov 15
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Belenismo 2.0

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidQuiero agradecer una vez más a Félix-Carmelo, y con ésta ya son tres, la oportunidad de poder participar en una nueva edición de la revista de la Asociación Belenista de Valladolid y poder compartir, con todos sus lectores, una breve reflexión sobre mis sentimientos relacionados con la Navidad y en esta ocasión sobre cómo veo yo el futuro de las asociaciones belenistas.

El primer año esta atalaya me dio ocasión de dedicar un pequeño homenaje a todos los que con su afición se dedican a “ese noble afán que se llama belenismo” y, especialmente y de forma póstuma, a mi padre Jesús García Alario.

El segundo, con mi recuerdo más sentido y especial para las 17 navidades que tuve la suerte de vivir y disfrutar con mi querido hijo Héctor, lo dediqué a reflejar el ambiente de añoranza que siempre rodea a las navidades pasadas y que, sin duda, constituyen la atmósfera con la que trabajan los belenistas.

En esta tercera ocasión, no me voy a dejar llevar mucho por la melancolía, que bien pudiera hacerlo, pues de nuevo otros seres queridos nos han dejado. Me gustaría dedicar esta nueva oportunidad para reflexionar acerca de los grandes retos a los que se enfrenta hoy la afición belenista, en una sociedad en la que las telecomunicaciones lo inundan todo y en la que lo global supera con creces a lo asociativo.

Dice un amigo mío, y yo lo comparto, que, tal y como están avanzando los tiempos, dentro de poco “lo que no pueda estar en la red tendrá que estar seguramente en un museo” y, apoyándome en este comentario, me gustaría exponer y compartir con los lectores acerca de cuál puede ser el futuro, según mi humilde opinión, del movimiento belenista.

Cada vez es más frecuente que las reuniones familiares o de amigos terminen compartiendo el último chiste que circula por la red y que previamente hemos descargado en nuestro teléfono móvil, provocando con ese simple gesto el que los demás asistentes hagan lo propio y aprovechen la ocasión para mostrar fotos, presentaciones o conectarse a Internet para cualquier cosa, convirtiéndose de esta forma los móviles, en definitiva las nuevas tecnologías, en los principales protagonistas de la reunión y, sustituyendo, en más ocasiones de las que sería deseable, lo que pudiera ser una agradable charla en familia, en una reunión individualizada en la que cada uno trastea con su smartphone o tablet.

Al margen de estas ocasiones en las que se hace un mal uso de las telecomunicaciones, lo cierto es que estas, las más de las veces, sirven para acercarnos, para estrechar lazos y sobre todo para difundir cualquier actividad.

Posibilitar la convivencia entre el belén tradicional y las nuevas tecnologías debe ser, en mi opinión, el objetivo que guíe las actuaciones presentes y futuras de cualquier organización belenista que quiera consolidarse y perdurar en el tiempo. Solo compaginando tradición e innovación tendrán el futuro asegurado.

Belenismo 2.0, imagen de recurso

La sociedad actual necesita que la bombardeen continuamente con mensajes de todo tipo y la Navidad no tiene porqué ser un tema de excepción. La necesidad de difundir lo realizado y compartir el trabajo con tanta ilusión creado, ha sido una necesidad que siempre ha estado presente. ¿Por qué no aprovechar las nuevas herramientas que la sociedad de la información pone a nuestro alcance día a día?

Por muy creativa que sea la actividad desarrollada por los belenistas, y lo es, y por mucha tradición que exista en algunas familias, que la hay, de traspasar todos estos conocimientos de padres a hijos, si esta actividad no se difunde de una forma más amplia, más atractiva y que conecte mejor con la sociedad actual, su futuro será muy incierto.

Pensando en esa creatividad desarrollada por los belenistas, más allá de su dominio en el manejo de la perspectiva, o de su imaginación para reproducir imágenes de hace 2.000 años, me viene a la memoria dos recuerdos de mi niñez. El primero corresponde a los desvelos de mi padre para hacer posible que el belén, que instalaba en una habitación de nuestra casa, tuviera un efecto gradual de amanecer o atardecer. En estos momentos, la parafernalia que tuvo que crear para que aquello sucediera nos causaría cuanto menos una leve sonrisa.

Y todo ese esfuerzo solo para conseguir que el belén fuera visto por el mayor número de personas posible y difundir ese noble afán.

El segundo recuerdo me lleva a los desvelos que tenían todo un grupo de pioneros belenistas, unidos solamente por el objetivo común de promocionar el belenismo, y que, con mucho trabajo y utilizando para este fin todas las herramientas que tenían en aquella época a su alcance, organizaban, entre otras actividades: belenes monumentales en la ciudad, mostrando con ello las ideas realizadas por muchos artistas nacionales; difundían a través de folletos las nuevas técnicas de construcción de dioramas; organizaban un belén viviente en la misa del Gallo, etc. Y todo ello sin contar con los múltiples concursos en residencias de ancianos, colegios, parroquias y ayuntamientos. Nada era suficiente para extender el belenismo, y ¡por qué no decirlo!, para hacer posible que la Navidad, año a año, por encima de otras tradiciones extranjeras, tuviera al belén como centro de su celebración.

Belenismo 2.0, imagen de recurso

En la actualidad las cosas han cambiado y la sociedad, como hemos comentado, ha evolucionado. ¿Por qué no utilizar las nuevas tecnologías para difundir todo este trabajo? ¿Por qué no compartir a través de estas redes, toda la tradición y la sabiduría acuñada con tanta ilusión año tras año?

Hoy, que todo se mide por la presencia en Internet y en las redes sociales, de tal modo que si no estás en ellas es como que no existes, basta echar una ojeada a las mismas para comprobar la escasísima presencia de nuestras organizaciones en las mismas, frente al claro avance de otras tradiciones navideñas.

Salvo excepciones, pocas son las asociaciones que apuestan por difundir el belenismo a través de estos medios y, cuando lo hacen, se reduce sin más a la mera difusión de fotos de alguna exposición.

Por ello, es necesario que sus dirigentes, aprovechando la imaginación que siempre ha acompañado a los belenistas, hagan una necesaria y profunda reflexión sobre cómo recuperar las iniciativas de antaño y fomentar el espíritu belenista, a través de las nuevas formas de comunicación, no sea que, por no reaccionar a tiempo, esta tradición, este “noble afán” pueda caer en el olvido. Algo, que ha podido ocurrir en muchas actividades u oficios, o por poner un ejemplo navideño, que está pasando con la tradición de felicitar las navidades por medio de un tarjetón navideño.

Tradición que se ha visto sustituida por una serie de pequeños mensajes prefabricados cada año por las compañías de telecomunicaciones, con el fin de fomentar la utilización masiva de esos pequeños inventos electrónicos. Felicitaciones en las que nadie aporta nada personal y que se envían a muchas personas simplemente apretando un botón, eliminando ese momento interno en el que pensamos en la persona a la que nos dirigimos y le damos, aunque sea con una simple firma, un recuerdo personal.

Ojalá que así sea.

Héctor García Arias

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

La alegría de la Navidad, por Juan Giner Pastor

27 Nov 15
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La alegría de la Navidad

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de Valladolid«Os anuncio una gran alegría: ha nacido el Salvador, que es el Cristo Señor». Así dice Lucas en el capítulo segundo de su Evangelio, describiendo la aparición del ángel a los pastores de Belén, y añade: «Al instante se juntó con el ángel una multitud del ejército celestial que alababa a Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a la gente de buena voluntad!».

Y este mensaje de alegría, de gloria y de paz que resonó hace 2015 años es necesario que continúe resonando en nuestros corazones durante la Navidad, la fiesta más universal y entrañable. Una fiesta de inefable gozo; una fiesta tan dichosa, tan dichosa, que sin ella el mundo no tendría sentido para los cristianos; porque en la Navidad festejamos el nacimiento de quien vino a traerle al mundo la salvación. Pero, ¿cómo poder conjugar esta alegría de la Navidad que nos proclama el ángel de la Anunciata, con la realidad de un mundo repleto de desastres, de rencores, de envidias, de inconfesables ambiciones y de anhelos malvados? Un mundo estremecido por el terrorismo, el fanatismo, la pobreza, la emigración, la guerra…

Epifanía de Juan Giner¿Tiene sentido, pues, celebrar con alegría la Navidad nuevamente cada año, a pesar de tanto dolor, tantos sufrimientos e injusticias como asolan al orbe? ¿Por qué los belenistas volvemos a representar candorosamente las tiernas escenas del Nacimiento de Jesús en la cueva de Belén, del Anuncio del ángel a los pastores, del viaje ilusionado de los Magos de Oriente…?

Precisamente, porque celebrar la Navidad de Cristo es una invitación a la reflexión profunda, al examen de conciencia, al tranquilo repaso de nuestra propia vida. Celebrar la Navidad de Cristo es recordar que hemos de esforzarnos en mejorar día a día, porque siempre habrá metas que alcanzar más allá de la meta, si somos capaces de avanzar teniendo constantemente presente el mensaje de Jesús, porque Él es Camino, Verdad y Vida, algo que olvidamos continuamente, pero que no es una utopía irrealizable. Y, aunque es evidente que el mal existe en el mundo, también existe el bien, la bondad, siendo numerosos los ejemplos que nos ayudan y nos consuelan si sabemos encontrarlos entre la maraña de escándalos, de corrupciones, de engaños, de odios que los ocultan y que, tantas veces también, ocultan el auténtico sentido de la Navidad de Cristo, que hoy celebran tantos con despilfarro y juergas, con consumo alienante, con frenéticas ansias de insana diversión, hasta convertir los muchos valores de fe, de emoción, de afecto, de tradición, de familia, de raíces populares que la Navidad entraña, que la Navidad compendia y que la Navidad transmite, en unas fiestas desquiciadas sin ningún sentido para ellos.

Epifanía de Juan GinerLos belenistas sabemos que el belén difunde un mensaje que nos habla de humildad, como la de María aceptando la voluntad de Dios, ahora que sólo impera el afán de éxito, de triunfo, de imposición de nuestros intereses, pese a quien pese y caiga quien caiga. Un mensaje que nos habla de amor sincero, como el de María y José, como el de los pastores o los Magos, ahora que sólo el hedonismo está de moda. Un mensaje de sacrificio y resignación valerosa, como el de los Santos Inocentes, o el de la Sagrada Familia huyendo a Egipto, ahora que impera el egoísmo más atroz. Un mensaje que nos habla de hogar, como el de Nazaret, ahora que la familia está en crisis.

Contemplar los belenes es así algo trascendental en este mundo desquiciado y atroz. Y la necesidad de sentir el mensaje de paz y ternura que el belén transmite es lo que hace que todas las Navidades miles y miles de personas visiten las exposiciones realizadas por las asociaciones de belenistas y monten el belén en hogares, iglesias, instituciones hospitalarias y sociales, comercios, asociaciones festeras y culturales, residencias de ancianos, talleres o fábricas. Porque el belén se instala en todas partes y en todas partes esparce la buena nueva del amor de Dios que nace para todos, invitándonos a poner en práctica en nuestra vida el testimonio de humildad, de fe, de amor sincero, de familia y de sencillez que la Navidad nos ofrece. La manifestación de alegría que la Navidad es.

Ojalá que esta alegría nos siga iluminando, sin deslumbrarnos, para trabajar diariamente disfrutando de las pequeñas cosas que la vida nos depara; para comprender que la felicidad no depende de la riqueza ni del poder; que la felicidad brota íntima y profundamente de nuestra tranquilidad de espíritu, de nuestra conformidad responsable y sincera ante los designios de la voluntad divina, que nos ha creado a su imagen y semejanza, a imagen y semejanza de aquel niño nacido en Belén, el Cristo, Dios hecho hombre para mostrarnos que la auténtica realidad para una vida plena solo es el Amor.

Juan Giner Pastor
Maestro Mayor Belenista, Medalla UN-FOE-PRAE 2000,
Insignia de Oro FEB 2004 y Trofeo FEB 1981

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

El belén como expresión patriótica, por Letizia Arbeteta Mira

27 Nov 15
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El belén como expresión patriótica

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidQuerido lector:

Había comenzado a redactar un texto sobre ciertos aspectos del belenismo poco conocidos, cuando cayó en mis manos un curioso librito, cuyo contenido deseo compartir contigo.

“Navidad”, libro editado en 1944 por la Regiduría Central de Prensa y Propaganda, imprimido en los talleres del Instituto Geográfico y Catastral, obra sin firma de autor o autores, a cargo de la Sección Femenina de Falange Española Tradicionalista y de las JONSSe titula “Navidad” y fue editado en 1944 por la Regiduría Central de Prensa y Propaganda. Pulcramente imprimido en los talleres del Instituto Geográfico y Catastral, se trata de una obra sin firma de autor o autores, a cargo de la Sección Femenina de Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

Tiene 64 páginas y numerosas ilustraciones, realizadas por una buena mano, en el estilo propio de la época. La firma “Lara” en algunas de ellas, hace posible que sean obra de Carlos Pascual de Lara, artista por reivindicar, miembro de la llamada Escuela de Vallecas, de gran importancia para la vanguardia española.

Su contenido constituye un precioso documento histórico, pues se trata de una serie de instrucciones sobre cómo celebrar la Navidad, visto desde la perspectiva oficial de la España de posguerra. Las cosas fueron como fueron y no es lugar este para juzgarlas, sino de recoger testimonios que puedan ser interesantes para la historia y trayectoria del belén en nuestro país.

La obrita está dirigida exclusivamente a mujeres, posiblemente jóvenes y de clase media-alta, a juzgar por las recetas de cenas de Navidad que contiene, para cuya elaboración es necesario contar con ingredientes tales como trufas, lenguado, langostinos, salmón, capones, pollo y otras exquisiteces que, en los años del hambre, no debían estar al alcance de muchos.

Aplicando el principio germánico de las tres kas (Kinder, Küche, Kirche, niños, cocina, iglesia), el sexo femenino tenía como fin dar hijos al varón, mantener la cohesión familiar y ser el corazón del hogar. Para ello, eran precisos ciertos conocimientos, no sólo culinarios sino también religiosos y culturales, pues se le asignaba un papel de transmisora de la tradición y los valores imperantes en la sociedad a las jóvenes generaciones.

“Navidad, fiesta de la vida”. “Hoy sabréis que viene el Señor, y nos salvará: y mañana veréis su Gloria”

“Navidad, fiesta de la vida”
“Hoy sabréis que viene el Señor, y nos salvará:
y mañana veréis su Gloria”

En esta línea, el libro se ha configurado como un manual: tras una breve introducción, titulada “Navidad, fiesta de la vida”, que explica en clave religiosa el sentido de la celebración, hay un apartado de villancicos populares, distribuidos por regiones, con todas sus letras adaptadas y en español, traducidos los originales de las lenguas respectivas, con sus correspondientes notaciones musicales.

Sigue el guion para representar un Auto de Navidad, construido con fragmentos de la literatura clásica española. A continuación el recetario ya comentado y por último, un capítulo final dedicado a los nacimientos.

En su introducción, se comienza declarando la incompatibilidad entre el Nacimiento y la tradición de los Reyes Magos con las costumbres foráneas del árbol de Navidad y Papá Noel:

“… La característica de los hogares españoles en la Navidad es el Nacimiento (…) Nada de árboles barrocos de chillonas luces y relumbrones presentes; el árbol de reminiscencias extranjeras no encaja en los hogares de España, austeros e idealistas. Nuestros niños sueñan con la visión luminosa de una estrella que guía a unos Magos que para ellos atraviesan el mundo cargados de presentes. La imaginación del niño español no se conforma con la pobre visión de un Papá Noel…”

Después de esta declaración (si no de guerra, al menos hostil), se pasa a definir el belén o Nacimiento como ocupación propiamente infantil y profundamente patriótica:

“… Nacimiento que las manos infantiles levantaron entre amores y risas.”
“Nacimiento: símbolo de la casa española que como ninguna otra debe ser santuario de virtudes y heroísmos”
.

Y a continuación, dirigida a las madres, presentes o futuras, la pregunta: ¿Queréis que pensemos todas juntas en la manera más fácil de instalar un Nacimiento?

Como respuesta, se recogen una serie de instrucciones al respecto, que determinan la forma y componentes del belén.

Un nacimiento ideal en los hogares españoles de los años 40 del siglo XX.

Primeramente, había que disponer una mesa de buen tamaño en un rincón de la habitación apropiada sobre la que se colocaría lienzo o papel para su protección y se reservaría el fondo, junto a la pared, para colocar las montañas. En su falda, ocupando un lugar principal, se colocaría la cueva o portal, hacia el que habrían de converger todos los planos visuales. Se recomendaba usar corcho, papel engomado o cartones recortados y pintados para su construcción, con una techumbre “medio hundida” de paja o heno.

Sobre el portal… “colocaremos la estrella de los Reyes Magos, con sus seis puntas y su rabo, que hace la delicia de los pequeños”.

Algo más atrás, en la misma ladera, se dispondría “un pequeño poblado de casitas y, en lo alto, el palacio de Herodes”.

En la mesa “se puede colocar el prado y si se quiere el desierto”. El prado tendría árboles, un río o lago con su puente, chozas de pastores, cabras, gallinas, ovejas y otros animales domésticos, además de figuras, como las “zagalas bailando” junto al portal, pastores y niños ofreciendo presentes. Por el desierto vendrían los Reyes Magos. Nótese que no se menciona la “Huida a Egipto”.

“Diversos caminitos o senderos de arena, hierba o piedrecillas y algún riachuelo completan magníficamente el paisaje”. Para el resto del montaje, se recomienda arena, serrín en su color natural y musgo.

Desde las montañas, “… se formarán unas rampitas, por las que bajan los pastores al prado y al Portal”.

En cuanto al desierto, es fácil de hacer, pues se trata de amontonar arena o serrín, incluso en una mesa o tablero suplementarios, ya que “a los chicos les hace ilusión que (el belén) sea grande”, siendo además un recurso barato, pues se reserva para las figuras de los Reyes Magos y su cabalgata o caravana. Por supuesto, se pueden colocar algunas palmeras.

Así diseñado el escenario, siguen algunas ideas relativas a la realización casera de varios elementos, así como técnicas constructivas básicas.

Por ejemplo, para simular la vegetación del prado, se propone el uso de musgo, natural o artificial, o bien el serrín teñido de verde, que se recomienda hacer en casa colocando el serrín en seco con el pigmento dentro de una caja que se cierra y se agita para su mezclado.

Las montañas pueden elaborarse con papel engomado, harpillera [sic] enyesada y materiales más engorrosos, como la arcilla y el cemento.

Si se trabaja con papel, se realiza previamente un armazón con tablillas, cartones, bolas de papel de periódico, etc., y se recubre con papel mojado en engrudo o agua de cola. Se recomienda el papel de estraza que posteriormente se pinta y, una vez seco, “se rocía con arcilla, algo de serrín verde y musgo desmenuzado”.

El procedimiento con arpillera o tela de saco impregnada en yeso es similar. Sin embargo, con relación al cemento, aunque “quedan muy bien los montes, su manipulación es poco agradable y por eso no recomendamos el empleo de este material”.

Nacimiento ideal en los hogares españoles de los años 40 del siglo XX

Nacimiento ideal en los hogares españoles de los años 40 del siglo XX

Para realizar casas y otras edificaciones, como los molinos, se recurre a uno de los modos tradicionales, el cartón recortado y pintado simulando paredes agrietadas, con techo de cartón ondulado, pajas o heno pegados en las techumbres, las puertas y ventanas con papel transparente de colores “para que pase la luz”.

Los árboles se realizan a base de ramitas y copos de musgo seco, las chumberas con cartón recortado, los juncos con agujas de pino, etc. Sobre las palmeras, se especifica:

“Se recortan las hojas en papel verde y en varios tamaños. A modo de nervio se les pone un alambrito delgado, sujeto con un papel de goma, y se dan cortes de tijera a la hoja doblada para simular las palmas. Para confeccionar el tronco emplearemos un alambre, un poco grueso, y lo cubriremos o vendaremos con tiras de papel marrón, sujetando las hojas con hilo en uno de los extremos, cuidando de poner las más pequeñas primero y después las mayores (…) cuidando de abrir bien las hojas, arquear un poco el tronco, etc., podrán competir nuestras palmeras con las del oasis del Sahara.”

“Ríos, lagos, nieve, escarcha”, elementos que “no pueden faltar en ningún Nacimiento”, los primeros realizados con espejos o papel de plata y como novedad, con dos placas de vidrio, la inferior pintada y cubierta de guijarros y otra encima, dejando un hueco, con los bordes disimulados en la tierra y la vegetación. Rizando el rizo, el anónimo autor (o autora) propone: “Si sobre este vidrio se hace correr un hilo de agua el efecto será completo, dando la sensación de un río caudaloso”. En efecto, de seguir al pie de la letra estas instrucciones sin más, la mesa y el suelo de la habitación donde está colocado el belén, pueden volverse “un río caudaloso”, una vez anegados prado y desierto.

Sin embargo, el mayor peligro podía residir en la costumbre de iluminar estos nacimientos caseros con lámparas incandescentes, que frecuentemente abrasaban por contacto materiales fácilmente combustibles como la paja o el papel.

La práctica de envolver las bombillas con papeles de seda de colores es responsable de aquellos incendios -afortunadamente de poca importancia en su mayoría y precedidos de un penetrante olor a quemado- que más de un belenista presenció en su lejana infancia.

Así, a la hora de iluminar el Nacimiento, se reconoce la tradición secular que considera el belén una representación nocturna: “Conviene poner a oscuras la habitación en la que se instale el Nacimiento, y éste no excesivamente iluminado. Las luces, naturalmente ocultas, se colocarán en la parte superior”.

Para lograr distintas escenificaciones, los recursos no pueden ser más primitivos. Por ejemplo, si se desea obtener el efecto de día, será preciso matizar la luz “cubriendo las bombillas con papeles de seda de colores suaves”, y si es de noche, los papeles serán azules, o bien se pintan las bombillas, pudiendo, como alternativa, colocarlas en un espacio, preparado al efecto, entre las montañas y el celaje. Este puede llevar encoladas estrellas de papel de plata, o, si se desea conseguir una sensación más realista de cielo estrellado, además de los consabidos agujeros en el papel, se colgará “pendiente de unos hilillos finísimos, una serie de lentejuelas que, oscilando suavemente a la menor corriente de aire, semejan a maravilla el parpadeo de los luceros”, técnica que nunca he visto aplicada y que, por curiosidad, pienso probar, aunque no debe ser fácil disponer de hilos tan sutiles.

En el portal, junto a las pajas, el papel, el musgo y el corcho, también se propone colocar una bombilla, pintada o envuelta en su papel correspondiente, y lo mismo en la hoguera de los pastores que, en este caso, tiene ya preparados los palos de la fogata.

Tradición y política
Ironías aparte, lo cierto es que este pequeño recetario de cómo construir un belén, posee un extraordinario valor documental, ya que es testimonio de la supervivencia de ciertas tradiciones, tanto iconográficas como de técnicas constructivas, que superaron el trauma de una guerra civil y el consiguiente cambio de las mentalidades.

Por otra parte, la promoción “desde arriba” de la tradición belenista, presentada como una actitud patriótica, puede explicar también el rechazo de ciertos sectores a los Nacimientos en general, proponiendo las modas foráneas, rechazadas por la Sección Femenina, como alternativa para la necesaria modernización del país.

Quizás a causa de publicaciones como la que se comenta, sin duda bienintencionada, aunque con su dosis de bonachona cursilería, acentuada por el abuso de diminutivos y expresiones decididamente ñoñas (la frase “pastorcitas muy requetepequeñísimas” se lleva la palma), sus recetas imposibles, frustrantes para la mayoría de la población y su ignorancia de las lenguas vernáculas, parte esencial de nuestra cultura, el belenismo y los belenes pasaron a encuadrarse bajo la etiqueta del nacionalcatolicismo y la ideología franquista, perdiéndose así la noción de su verdadera importancia, muy por encima de las tendencias políticas, ya que, como manifestación cultural secular, creadora de destrezas y saberes propios, el belén es patrimonio inmaterial de toda Europa y aún de la Humanidad.

Afortunadamente hoy, cuando tantas cosas parecen separarnos, la pasión por los belenes sigue uniendo a todos los “hombres de buena voluntad”.

Letizia Arbeteta Mira
Doctora en Historia del Arte

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

La «Anunciación» a san José, por Juan María Silvela Miláns del Bosch

27 Nov 15
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La «Anunciación» a san José

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidHay dos personajes del Nuevo Testamento que en mis lecturas de exégesis nunca he llegado a entender del todo; son san Juan Bautista y san José. Sobre el primero de ellos, un libro, titulado Los esenios, Qumrán, Juan Bautista y Jesús de Hartmut Stegemann [1] me aclaró bastante el personaje, pero me quedan varias dudas sobre el mismo.

La más importante es la siguiente: si, como afirma Senén Vidal, en su libro El documento Q. Primeros dichos de Jesús [2], “la misión de Jesús tuvo sus inicios en la misión de Juan y siempre mantuvo una referencia a ella”, ¿cómo san Juan no reconoció a Jesús como el Mesías esperado, es decir: el “más fuerte”, anunciado por el propio Bautista?

Por otra parte, y siguiendo al citado autor, es evidente que Jesús, en su predicación sobre la llegada del Reino de Dios, se presentó “implícitamente” como Mesías en sus recorridos por los pueblos de Galilea. Este fue, sin duda, el motivo de la posterior pregunta de san Juan: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (Mateo 11, 3) [3]. Ante la contestación de Jesús a los discípulos de san Juan con la indicación de que se estaban cumpliendo los signos anunciados por el profeta Isaías de la llegada de los tiempos mesiánicos, desconocemos la contestación de El Bautista desde la cárcel.

Identificado san Juan como Elías por Mateo, pues se esperaba que éste último debía volver para ser el precursor del Mesías, no entiendo porqué san Juan no ordenó a su comunidad integrarse con los seguidores de Jesús. Ya sé que el Maestro había advertido con anterioridad a los discípulos de aquél que: “no se echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres: se derrama el vino y los odres se estropean; el vino nuevo se echa en odres nuevos y así las dos cosas se conservan” (Mateo 9, 17) [3]. A pesar de esta advertencia y de la consideración de que la misión de san Juan pertenecía al Antiguo Testamento, ya superado, mientras que la misión de Jesús era hacer presente el Reino de Dios, es decir, era la “época nueva” (expresión de Senén Vidal), no me parece justificación suficiente a lo que no fue, en realidad, un decidido reconocimiento, pues solo una parte de la comunidad de El Bautista se haría cristiana.

Pero dejemos esta cuestión para un futuro artículo que escribiré cuando me haya informado más y vayamos a mis dudas sobre san José.

La "Anunciación" a san José (autor desconocido)

En la Palestina de la época no era posible realizar un repudio en secreto, pues era un acto público con testigos. Es una contradicción en sus términos y, por tanto, se debe intentar una interpretación del texto de la “anunciación” a san José de otra forma. Así lo hizo recientemente el exégeta Ignacio de la Potterie en su obra: María en el ministerio de la alianza [4].

Sin embargo, la Biblia de la Conferencia Episcopal sigue con la versión tradicional: “José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo “José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tu le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1, 19-21) [3].

Con todo, en el original griego de estos versículos [5] hay tres vocablos claves que nos van a permitir una interpretación distinta de la “anunciación” a san José.

El sueño de san José, 1790. Gaetano Gandolfi. Colección privada

El sueño de san José, 1790
Gaetano Gandolfi
Colección privada

Del primero que voy a tratar es del adjetivo dikaios, traducido normalmente por justo. Según Benedicto XVI, “la calificación de san José como hombre justo (zaddik) va mucho más allá de la decisión de aquel momento” [6]. Además, el papa advierte que esta calificación de san José “lo incluye entre los grandes patriarcas de la Antigua Alianza, comenzando por Abraham, “el justo”. Una descripción de un hombre con esta virtud se realiza en el salmo I [3]: “…su gozo es la ley del Señor” (versículo 2); y “Será como un árbol plantado al borde de la acequia; da fruto a su sazón” (versículo 3). Para Benedicto XVI, la voluntad de Dios no es para el justo una ley impuesta desde fuera, sino “gozo”. En Jeremías 17, 7, la descripción va más allá, pues el justo es el “bendito”, que “…confía en el Señor y pone en el Señor su confianza” [3]. En consecuencia, interpreto que este adjetivo, justo, si sólo se hubiera referido, con respecto a san José, a ser un exacto cumplidor de la Ley, debía haberle obligado a denunciar a su esposa, lo que traería inexorablemente su lapidación. Sin embargo, san José, por ser hombre justo, en diálogo constante con Dios, supo interpretar la ley con amor y estar preparado para actuar tal como quiso el Señor. Y esto es lo que quiere indicar Mateo con este adjetivo.

El segundo es el verbo apoluô, que se ha traducido normalmente por repudiar (es decir: que designa la acción de romper el vínculo matrimonial); pero también puede emplearse para señalar la acción dejar ir o separarse.

Por último, el tercero es el también verbo deigmatizô, del que Antonio Orozco [7] indica que no debe traducirse necesariamente por difamar. Este vocablo es muy raro en el griego de la koiné y, quizás por ello, se ha considerado sinónimo del verbo compuesto paradeigmatizô, que si que tiene el sentido de “exponer a la afrenta” o difamar. El primero puede traducirse, según este filósofo, por manifestar o dar a conocer.

En consecuencia, este último autor, siguiendo a Potterie, realiza la siguiente traducción de estos versículos “José, su esposo, como era justo y no quisiese revelar (el misterio de María), resolvió separarse de ella secretamente”. De esta forma, sí que entiendo la figura del Santo Patriarca, pero diversos exégetas modernos no suelen tener en cuenta esta forma de traducir los citados versículos, a pesar de que varios grandes padres de la Iglesia los interpretaron así.

Santo Tomás, siguiendo esta tradición de los Padres, aseguraría que “José quiso abandonar a María no porque tuviera ninguna sospecha de ella, sino porque, debido a su humildad, temía vivir unido a tanta santidad, por eso después le dijo el ángel: no temas”. En un pueblo pequeño y de escasos habitantes como Nazaret, donde las casas, según nos las describe el arqueólogo Joaquín González Echegaray [8], recientemente fallecido, constaban sólo de una o doble estancia (a veces, con una segunda planta de dormitorio único), unidas por espacios abiertos comunes, era muy difícil que cualquier asunto de su vida pasara inadvertido para sus vecinos; en consecuencia, es muy lógico que san José estuviera al tanto de todo. Además, según este autor, se debe tener en cuenta que Jesús seguramente sabía escribir y hablaba, además de su arameo natal, griego y hebreo; en consecuencia, podría deducirse que también su padre legal, que no era un pobre o obrero sin cualificar (ergates en griego), sino un artesano de la construcción o obrero especializado (tekton en griego), no debía ser un analfabeto, conocería bien el Antiguo Testamento y no pasaría inadvertida para él la profecía de Isaías: «Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo: Mirad, la virgen está encinta y da luz a un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel” (Dios con nosotros).

En este caso, la Biblia de la Conferencia Episcopal respeta la versión griega de los LXX (Isaías 7, 14) y traduce la palabra hebrea almah, que significa doncella, por virgen (parthénos en griego). Aparte de la discusión de si se puede utilizar estos versículos para justificar la concepción virginal de Jesús, pues el niño puede referirse a Ezequías hijo de Acaz, es muy probable que la versión de los LXX del Antiguo Testamento, que es tan inspirada como la hebrea, fuera conocida en la Galilea baja, pues estaba muy helenizada, y, por tanto, hubiera sido la que san José oyera o leyera. Desde luego, fue la que utilizaron los primeros cristianos.

Sueño de san José, 1625/1630. Gerard Seghers. Museo de Historia del Arte de Viena

Sueño de san José, 1625/1630
Gerard Seghers
Museo de Historia del Arte de Viena

También el teólogo José Antonio Sayés, en su espléndido libro Señor y Cristo [9], recoge la interpretación del exégeta Léon-Dufour [10], que reproduce la frase pronunciada por el ángel de la siguiente forma: “ciertamente que lo que ha sido concebido en ella (como tú ves) viene del Espíritu Santo”, basada en la traducción de la partícula griega gár (pues) por ciertamente, pero, a continuación, afirma que esta forma de traducir este versículo “presenta reparos serios”. A pesar de todo, en la nota 32 de la citada obra se hace eco de la opinión de Daniélou: “el anuncio a José no tiene por objeto la concepción virginal: esta le es ya conocida, pues en José no hay ninguna turbación psicológica acerca de la actitud que ha de tomar para con María. El anuncio tiene por objeto darle a conocer su propia relación respeto al niño que va a nacer, actitud que consistirá en asumir la paternidad legal, al fin de asegurar (y aquí volvemos a comprobar la intención de Mateo, que ya se adivina en la genealogía) su filiación davídica”. Es decir, ser el padre de Jesús según la Ley y hacerle descendiente de David.

En el arte y en determinada iconografía, es muy frecuente que se represente al Santo Patriarca viejo y en un segundo plano, como despistado. Pero su misión sería, al fin, reconocida cuando fue declarado patrono de la Iglesia por Pío IX el 8 de diciembre de 1871. Posteriormente, el papa León XIII, en su encíclica Quamquam pluries (1889), escribiría: “… si Dios le dio un esposo a la Virgen, no fue solo para darle un compañero en su vida, testigo de su virginidad, y defensor de su honestidad, sino también para hacerle partícipe de su excelsa dignidad en virtud del compromiso conyugal”. Además, Juan XXIII llegó a decir que “Nadie es tan grande después de la Virgen María” [11]. Y san Josemaría Escrivá, sobre los motivos para venerar a San José, afirmaba que: “fue un varón fuerte en la fe…; sacó adelante su familia -a Jesús y María-, con su trabajo esforzado; guardó la pureza de la Virgen, que era su esposa…; y respetó -amó- la libertad de Dios, que hizo la elección, no sólo de la Virgen como Madre, sino también de él como Esposo de Santa María” [12].

Todo ello me ha llevado a tenerle una gran y especial devoción. Aunque no tengo los suficientes conocimientos para discutir con los exégetas si la interpretación del pasaje del Evangelio de san Mateo, que describe la “anunciación” a San José expuesta en este artículo es la más correcta, no habiendo unanimidad, es la que he escogido, porque me permite comprender mejor al Santo Patriarca y me facilita la identificación con la Sagrada Familia, a la que tengo también una gran devoción.

Juan María Silvela Miláns del Bosch

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Referencias Bibliográficas

[1] STEGEMANN, Hartmut: Los esenios, Qumrán, Juan Bautista y Jesús. Ed. Trotta. Madrid, 1966 (6.ª edición)

[2] VIDAL, Senén: El documento Q. Primeros dichos de Jesús. Ed. Sal Terrae. Santander, 2011

[3] Sagrada Biblia: versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. Ed. Biblioteca de Autores Cristianos. Madrid, 2010

[4] DE LA POTTERIE, Ignacio: María en el ministerio de la alianza. Ed. BAC. Madrid, 1993

[5] BOVER, José María y O’CALLAGHAN, José: Nuevo Testamento Trilingüe. Ed. BAC. Madrid, 2005 (6.ª edición)

[6] RATZINGER, Joseph: La infancia de Jesús. Ed. Planeta. Barcelona, 2012

[7] OROZCO DELCLÓS, Antonio: Madre de Dios y Madre nuestra. Ed. Rialp. Madrid, 1996

[8] GONZÁLEZ ECHEGARAY, Joaquín: Arqueología y Evangelios. Ed. Verbo Divino. Estella, 1999. También, GONZÁLEZ ECHEGARAY, Joaquín: Jesús en Galilea. Aproximación desde la arqueología. Ed. Verbo Divino. Estella, 2001

[9] SAYÉS BERMEJO, José Antonio: Señor y Cristo. Ed. Universidad de Navarra (EUNSA). Pamplona, 1995

[10] LÉON-DUFOUR, Xavier: Estudios de Evangelio (Estudio II: El anuncio a José). Ed. Estela. Barcelona, 1969

[11] JUAN XXIII: Decreto de la Sagrada Congregación de los Ritos del año 1962, por el que se incluía el nombre de san José en el Canon de la Misa

[12] ESCRIVÁ DE BALAGUER, Josemaría: Forja (552). Ed. Rialp. Madrid, 2008 (15.ª edición)

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

Belenes y belenistas, por José Luis Alonso Ponga

27 Nov 15
Presidencia FEB
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Belenes y belenistas

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidEl belén sigue ocupando un lugar central en la Navidad, a pesar del aparente retroceso y cesión de terreno a otras formas de representar el espíritu navideño. Este causa interés y curiosidad a la mayoría de la población que recorre iglesias y lugares de exposición belenista en rutas culturales que no vemos en otros eventos, si exceptuamos la Semana Santa. Es el belén la representación del nacimiento de Cristo, pero también la representación de la quintaesencia de la infancia, de la ilusión incontaminada de los niños de hoy y de los que ya lo fuimos. Nos permite crear y diseñar espacios, llenarlos con figuras y escenas personalizadas, creernos artistas sublimes en el manejo de unas categorías estéticas que nacen de las creencias y de la tradición familiar.

En el belén, por un acuerdo tácito entre creadores y visitantes, cabe todo pues sus elementos dependen de la genialidad del autor dentro de unas coordenadas culturales en las que se espera que el artista cree, primero, su espacio expositivo para, a continuación, dominarlo, divertirse con él, crear escenas y paisajes, caminos y cuevas, ríos y fuentes, recovecos que juguetean a no dejarse ver, pero que muestran detalles espectaculares. La escasa información que os proporcionan los evangelios canónicos sobre el nacimiento y la infancia del Salvador, se suplió desde los siglos IV y V con relatos de evangelistas apócrifos, y más tarde con leyendas surgidas de las visiones que tuvieron algunos místicos medievales, difundidas a través de santorales y libros de devoción, cargadas de ternura y plagadas de hechos maravillosos, como corresponde al nacimiento de Dios.

Alrededor de los belenes se han desarrollado y desarrollan una serie de actividades sociales de gran importancia, tanto en los belenes monumentales de iglesias y espacios públicos como en los familiares. El belén de las iglesias tiene una función religiosa, más oficial y relacionada con la religiosidad hegemónica; mientras que el particular transmite una religiosidad más intimista y doméstica y es gestionado por el cabeza de familia. Por eso la tradición se transmite de padres a hijos, y aún hoy añoramos las escenas de los niños ayudando, es un decir, a la colocación de las figuras, cada uno según su criterio y visión.

Escena de un belén napolitano
El belén popular es el heredero del belén palaciego, también en las escenas porque los grandes diseñadores de belenes palaciegos y cultos envolvieron el misterio con hechos sacados de la vida cotidiana. En un intento de acercar a todos un suceso que ocurrió en la historia en un momento preciso del tiempo, pero que se conmemora cíclicamente. Por eso el belén es un hecho transcultural capaz de reflejar una idea en diversos tiempos y culturas.

El auge y desarrollo de los belenes, su popularización y creación colectiva, se debe a las asociaciones belenistas muy extendidas por todo el país. Con su ingenio e ilusión han sido capaces de enganchar a todos los públicos. A lo largo de su vida han conseguido crear uno de los patrimonios inmateriales más llamativos, activar una serie de estéticas que estaban ahí, despertar una serie de intereses en grupos de amigos y de familia, y poner en marcha rutas en las ciudades o entre las ciudades. Sin estas bases no sería viable crear una serie de actividades culturales y patrimoniales que generan un turismo religioso y profano, gastronómico y estético, una fuente más de autoestima y de riqueza para una nueva sociedad que comienza a celebrar las fiestas, cada vez más, fuera de casa y de la ciudad que habita todo el año.

Los belenistas mantienen la tradición heredada del siglo XVIII, cuando se extendió la costumbre de poner en los domicilios particulares escenas del nacimiento a imitación de lo que se hacía en los palacios y casonas nobiliarias. Con una maestría indiscutible, sobre las raíces de una cultura tradicional propia o ajena, crean cada vez mejores escenografías, dioramas de extraordinario valor con profundas perspectivas y efectos barrocos, con luces que juegan a disimular y a realzar otras bellezas. Ellos son los responsables de que año tras año podamos deleitarnos con las maravillas que se exponen en parroquias e iglesias a modo de auténticos monumentos efímeros que, sin duda, ponen una nota de belleza altruista en la monotonía de la Navidad mercantilista.

José Luis Alonso Ponga
Cátedra de Estudios sobre la Tradición (Universidad de Valladolid)

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

Las Navidades de Teresa de Jesús, por Javier Burrieza Sánchez

27 Nov 15
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Las Navidades de Teresa de Jesús

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidYa ha concluido oficialmente el V centenario del nacimiento de la madre Teresa de Jesús, aunque no por ello debemos olvidar lo mucho que hemos aprendido, leído, contemplado y disfrutado. La santa reformadora se encuentra profundamente asociada a la Navidad como lo está literaria, lírica y musicalmente toda la familia del Carmelo. Con motivo de la mencionada conmemoración, tuve la oportunidad de analizar la presencia de la Pasión y Muerte de Cristo en su obra. Sería incompleto mi análisis si no recordase las alegrías de la madre Teresa en tiempo de Navidad y las pequeñas escenas vitales que a este tiempo se asociaron.

La expansión que hizo de la devoción a san José se vinculaba al tiempo del nacimiento y la infancia de Cristo. Las palabras de la monja abulense no aludían al anciano que se hallaba en segundo término en las escenas medievales de la Natividad, prometido con la jovencísima doncella y virgen. La escritora aplicaba a este misterio un sentido familiar que le permitía hablar de la propia de Cristo en la tierra. Ella misma gozó de una realidad privilegiada que ha permitido hablar de singulares ternuras cuando se ha definido su casa. Vinculaba la oración, desde su Libro de la Vida, a la realidad familiar de Jesús, María y José: “en especial, personas de oración siempre le habían de ser aficionadas; que no sé cómo se puede pensar en la Reina de los ángeles, en el tiempo que tanto pasó con el Niño Jesús, que no le den gracias a san José por lo bien que les ayudó en ellos. Quien no hallare maestro que le enseñe oración, tome este glorioso santo por maestro y no errará en el camino” (Vida 6,8).

En esas mismas líneas mostraba su confianza en quien actuó como padre de Jesús en la tierra, pretendiendo infundir esa misma confianza en quien la leía y conocía, como demostró en el nombre de tantos conventos que fundó y que los puso bajo su protección, como lo estaba el mismo Cristo desde su nacimiento: “sólo pido, por amor de Dios, que lo pruebe quien no me creyere; y verá por experiencia el gran bien que es encomendarse a este glorioso patriarca y tenerle devoción”.

Nino Jesús Peregrinito de la primera profesa en Valladolid, Ana de san Jossé

Nino Jesús Peregrinito de la
primera profesa en Valladolid,
Ana de san Jossé

En sus fundaciones, la contemplación al propio Niño Jesús era una costumbre propia y de sus monjas, aunque no se reducía sólo a las carmelitas. De ahí que encontremos en tantas clausuras del barroco español esa proliferación de la advocación de Jesús como infante que nace, crece y acompaña, “en sabiduría, estatura y gracia”, según indicaba el evangelista Lucas. Ya informaba a su superior, el vallisoletano padre Jerónimo Gracián, cómo su hermana –la del fraile carmelita-, llamada Isabelita (una de esas niñas que vivían en estos conventos de descalzas) “cuando no es hora de recreación, está en su ermita tan embebida en su Niño Jesús y sus pastores y su labor, que es para alabar al Señor, y en lo que dice que piensa”. Por eso, no era extraño que la madre Teresa regalase a sus monjas alguna imagen devota del Niño Jesús, como aquel que conservó toda su vida en el Carmelo de Valladolid la primera profesa del mismo, Ana de San José, el “Niño Jesús Peregrinito”, que acompañaba en todos sus trabajos a esta monja. Y cuentan las cronistas de la casa que, en cierta ocasión, que se le olvidó en la huerta, la misma imagen le advirtió del abandono: “¡Mira, que me dejas sólo!”. Era la exaltación de la infancia divina, en un tiempo -hasta no llegar a la Ilustración no se producirá un giro- en que no se valoraba la niñez, vagando numerosos niños por la calle abandonados, multiplicándose el número de expósitos, atendidos hasta donde podían llegar por los cofrades que estaban bajo la protección, y no es casualidad, de san José.

Parecen recordar nuestras felicitaciones de Navidad aquella que inicia la madre Teresa ya en enero de 1581 a su hermana pequeña Juana de Ahumada: “en extremo he deseado saber cómo está y les ha ido esta Pascua”. Ella, monja de clausura, pero siempre poseedora del sentimiento familiar: “puede creer que han pasado muchas [Navidades] que nunca tan presente tuve a vuestra merced y a esa casa para encomendarles a nuestro Señor”. Dimensión familiar de la Navidad, la manifestaba a través de las “letras” que eran para cantar y que remitía a sus propios familiares. En las Pascuas de 1576 compuso unos villancicos musicales que envió a su hermano Lorenzo de Cepeda, el 2 de enero del año siguiente. Las compartió con él y con sus sobrinos, de los que vivió tan pendiente: “estos villancicos que hice yo, que me mandó el confesor las regocijase y he estado estas noches con ellas y no supe cómo sino así. Tienen graciosa sonada, si la atinare Francisquito para cantar”.

Es la Teresa de Jesús íntima que se manifiesta de manera encantadora en las cartas, responsable de hacer feliz a los que le rodeaban en los días del Nacimiento: “gran fiesta tuvimos ayer con el Nombre de Jesús”, que era el 1.° de enero, solemnidad muy celebrada por sus buenos amigos los jesuitas. Y aunque en aquel tiempo no existía el actual sentido de la propiedad intelectual, ella especificaba: “esas coplas que no van de mi letra no son mías, sino que me parecieron bien para Francisco”. Estaba muy extendido en sus “palomarcicos” que las monjas mostrasen su alegría y su arte en el Nacimiento de Cristo, “hay gran cosa de eso estas Pascuas en las recreaciones”. La fiesta se desbordaba tanto que ella misma reconocía de sus letrillas “ni tienen pies ni cabeza, y todo lo cantan”. Incluso ella, que según reconocía alguna de sus hijas, no contaba con una gran voz. Pero el misterio de la Navidad la aportaba intensos momentos de encuentro: “ahora se me acuerda uno que hice una vez estando con harta oración […] ¡Oh, Hermosura que excedéis / a todas las hermosuras! / Sin herir dolor hacéis, / y sin dolor deshacéis / el amor de las criaturas. / ¡Oh, nudo que así juntáis / dos cosas tan desiguales! / No sé por qué os desatáis, / pues atado fuerza dais / a tener por bien los males. / Juntáis quien no tiene ser / con el Ser que no se acaba: / sin acabar acabáis, / sin tener que amar amáis, / engrandecéis nuestra nada”. Se encontraba en Toledo, y era el segundo día del año como ella misma confesaba, en una carta que parecía no tener prisa de acabar, pues mucho era lo que le tenía que decir a su querido hermano.

Sagrada Familia con san Juanito, obra de Il Bagnacavallo, Carmelo de Valladolid

Sagrada Familia con san Juanito
Il Bagnacavallo
Carmelo de Valladolid

Eran aquellos tiempos difíciles para el Carmelo descalzo naciente -“qué duros estos destierros”-, en unas Navidades en que vivía confinada en un Toledo invernal -“¡Oh, qué hielos hace aquí! Poco falta para ser como los de Ávila”-. Y a pesar de la tristeza por las dificultades, quería que sus hijas manifestasen su alegría por esta Pascua, “Jesús sea con vuestra reverencia, hija mía. De razón buenas Pascuas habrán tenido”. Eran las palabras que dirigía a su amiga María de San José, la gran escritora del Carmelo durante siglos ocultada, priora de Sevilla: “harto en gracia me han caído las coplas que vinieron de allá”.

Será en las siguientes Navidades cuando, en la vigilia de Navidad, Teresa de Jesús se rompa el brazo izquierdo, al caer por unas escaleras del convento de San José de Ávila. A partir de entonces será indispensable la ayuda personal y hasta en letras de su querida enfermera, convertida en secretaria, Ana de San Bartolomé. En su cansancio y enfermedad, con poco se contentaba en las vísperas de las Navidades de 1579, como le confesaba a fray Jerónimo Gracián desde Malagón: “¡Cómo me acuerdo estos días de la noche de Navidad que me hizo pasar una carta de vuestra paternidad ahora ha un año! Sea Dios alabado que así mejora los tiempos”. En las de 1580, sin embargo, estuvo dispuesta a viajar y, tras pasar el día de Navidad por tercera vez en su vida en Valladolid, el día de los Inocentes, en pleno invierno, realizó el camino que separaba esta capital castellana de la de Palencia: “yo salí, con mis compañeras con harto recio tiempo”. Iniciaba una de sus últimas fundaciones en ese Carmelo rodeado de gentes de “buena masa”, como afirmaba encontrar entre los palentinos.

Así pues, interés por saber cómo su familia habían vivido las Pascuas; contemplar la sacralidad de la familia que vivió el nacimiento de Cristo y manifestación alegre de este misterio del Dios amigo, que se abaja y que como muchos años después escribió Ana de Jesús, “por hacernos señores / se sujeta a nuestras leyes / y se carga de dolores”.

San José Custodio de Cristo. Gregorio Fernández 1619. Carmelo de Valladolid

San José Custodio de Cristo
Gregorio Fernández, 1619
Carmelo de Valladolid

La música popular estaba presente en las celebraciones conventuales en esta de Navidad y en otras muchas ocasiones. Música con ausencia de instrumentos, como lo prueba un manuscrito del Carmelo de Cuerva manejado por Antonio Baciero, el cual se remontaba a los días de la Madre: “el danzar, que entonces, y aquellos tiempos la santa Madre y sus hijas usavan era no arregladamente, ni con vigüela, sino davan unas palmadas como dize el rey David “omnes gentes, plaudite manibus” y discurrían assí con armonía y gracia de espíritu más que de otra cosa”. Parece ser, por la presencia de algunos instrumentos en los conventos, que podían utilizar las monjas los propios de percusión, como eran los panderos, castañuelas o sonajas, además de flautitas, subrayados como los más probables por Antonio Bernaldo de Quirós.

Podemos conocer nuevos datos en lo que declaraban las monjas de la madre Teresa con motivo de su proceso de canonización. La mencionada Ana de San Bartolomé subrayaba que la reformadora “hacía muchos regocijos y componía algunas letras en cantarcillos a propósito dellos y nos lo hacía hacer y solemnizar con alegría”. ¿Esta composición incluía también la música o solo era la letra? La priora de Valladolid, sobrina de la santa, María Bautista, describía el momento de la procesión del Niño Jesús, “cantándole alabanzas y componiéndole coplas, que también tenía en eso particular gracia”.

Y así con la música, las investigaciones de la mezzosoprano Sonnia Rivas nos han propuesto una hipótesis interesante para el debate. En esas paraliturgias carmelitanas en torno a los días de la Navidad -en las que tampoco faltaban con entusiasmo los descalzos, como fray Juan de la Cruz- parecía que todo se complicaba y que era plausible la existencia documental de adaptaciones de composiciones poéticas religiosas a la música popular española -entonces ya no estaríamos solamente hablando de percusión-. Melodías que encajaban adecuada y métricamente, sustituyendo las letras originales y profanas por otras espirituales. Eran las “transformaciones a lo divino” que la propia Sonnia Rivas ha cantado y grabado.

Lo cierto es que como he tenido ocasión de comprobar, estas monjas descalzas del Carmelo eran mujeres de letras y, además, así las quería la propia madre Teresa. Su priora en Sevilla, María de San José, lo confirmaba: “todo se pasaba riendo y componiendo romances y coplas de todos los sucesos que nos acontecían”. Fue la herencia que asumieron las monjas y que hoy debe convertirse en un ejemplo, demostrando el modo sencillo, alegre y familiar con el que puede volver a nacer Cristo en un sencillo “palomarcico”, tal y como se lo enseñó su madre Teresa, siempre presente y actual: “despertad, pues, que ya es hora -escribía la gran poetisa del Carmelo vallisoletano, Cecilia del Nacimiento-, que presto veréis nacido / al Sol que viene vestido / de la bellísima aurora”.

Javier Burrieza Sánchez
Universidad de Valladolid

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

Los belenes en las unidades militares, por Ramón García Guardado

27 Nov 15
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Los belenes en las unidades militares

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidDesde estas tierras de Valladolid, donde hay gran tradición de belenes, yo, con este pequeño artículo, pretendo añadir una gota de agua más al “río” del belén de la próxima Navidad.

La pregunta de cada año es qué belén voy a colocar, y siempre me propongo hacer algo nuevo porque es lo que más alegría me da, aunque nunca dejo de montar un belén sencillo que me ha acompañado por distintas partes del mundo y que ha sido un recuerdo entrañable para quien estaba lejos de su casa. Todavía muchos soldados me preguntan, “Pater, ¿sigues teniendo las figuras del belén que han dado la vuelta al mundo?”. Se refieren a esas figuras que han recordado en Bosnia, Irak y Líbano, el hecho más importante de la Navidad: el nacimiento de Jesucristo.

En mi vida militar he podido comprobar cómo los belenes dentro de las Unidades tienen un significado muy especial en la familia castrense. Todos los soldados colaboran con sus ideas y su trabajo en la colocación y el diseño del “belén de su cuartel”, grande o pequeño. Siempre surgen diferentes representaciones relacionadas con la actividad del cuartel; de chapa en los “parques de mantenimiento”, en los cuarteles de la isla de Tenerife de la antigua unidad de las COE 81. Los dos itinerarios eran realizados por binomios en tramos de 10 km, aproximadamente, el recorrido nocturno para colocar el belén bajo el mar, en los Cristianos y en la cima del Teide, estaba realizado en una plancha metálica con la silueta de María, José y el Niño en el pesebre y al pie con la inscripción de COE 81. La carrera se realizaba con armamento y equipo, un guerrillero llevaba el belén y el otro un banderín de la unidad.

En esta época no había que pedir permiso ni explicar a nadie, porque estábamos agradecidos por tener la fortuna de nuestra fe. En los hospitales militares había grandes belenes, realizados por las hermanas y los enfermos; y parte de ellos realizados con material reciclado de la sanidad militar.

En la misión del Líbano, “el portal” tuvo la forma de un vehículo blindado, sobre el que se colocaron unos inhibidores de frecuencia; cualquier idea es buena para pasar esos días familiares lo mejor posible, pese a que la mayoría de militares aquí se sienten como en casa.

Barro, migas de pan, cortezas de madera, vainas de los cartuchos, chapas unidas a corchos, bellotas, latas de cerveza y coca cola, son materiales que se han utilizado en el ejército para realizar las figuras de sus belenes. En muchas unidades se promueven concursos que van estimulando cada vez más a nuestros soldados. Son muchos los que a su vez participan en parroquias y en belenes vivientes, donde con sus ropas y su música hacen distintas representaciones de la Navidad.

El belén para la “familia militar” tiene una alegría y un cariño especial. Dentro de las Fuerzas Armadas tenemos grandes jóvenes, con grandes cualidades, que viven esta experiencia desde el sentimiento más profundo de su corazón.

El 25 de diciembre los cristianos celebran el nacimiento de Jesús. En los países occidentales es un día de fiesta para todos, también para los que no concurren a la iglesia. La celebración de nacimiento de Jesús es la fiesta cristiana más importante después de la Pascua. Los evangelios nos dicen que Jesús nació en un establo de Belén, pero no especifican el día.

Los primeros cristianos eligieron para celebrar el nacimiento el 25 de diciembre: en aquella fecha se celebra en Roma la fiesta del solsticio de invierno, para festejar la victoria del sol sobre las tinieblas.

Eligiendo este día para festejar la Navidad, los cristianos querían significar que el verdadero sol, vencedor de las tinieblas del mal, era Jesús. Actualmente es motivo de fiesta para todos. Esta fiesta se prolonga hasta la Epifanía, que recuerda la visita de los Reyes Magos de Oriente al Niño Jesús.

Esperemos que estas Navidades sean para todos motivo de alegría y esperanza, para renovar nuestros corazones con el nacimiento de nuestro salvador.

Ramón García Guardado
Capellán Castrense

Belén realizado por el Regimiento de Transmisiones n.º 2, hecho con huevos de gallina y codorniz en el que antenas, radios, estaciones de transmisiones y tiendas de campaña se combinan con las escenas tradicionales. Dicho Regimiento, ubicado en el acuartelamiento “Teniente Muñoz Castellanos” (Madrid), se disolverá a finales de este año 2015. Las figuras serán subastadas y el dinero recaudado, junto con las donaciones altruistas que se reciban, será entregado a la Asociación de Padres de Niños con Cáncer. © Ministerio de Defensa

Belén realizado por el Regimiento de Transmisiones n.º 2, hecho con huevos de gallina y codorniz en el que antenas, radios, estaciones de transmisiones y tiendas de campaña se combinan con las escenas tradicionales. Dicho Regimiento, ubicado en el acuartelamiento “Teniente Muñoz Castellanos” (Madrid), se disolverá a finales de este año 2015. Las figuras serán subastadas y el dinero recaudado, junto con las donaciones altruistas que se reciban, será entregado a la Asociación de Padres de Niños con Cáncer
© Ministerio de Defensa

Portada de la revista ¡Aleluya! n.º 10 - Asociación Belenista de Valladolid (2015)

¡Aleluya!, por D. Ricardo Blázquez Pérez

27 Nov 15
Presidencia FEB
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¡Aleluya!

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 10 (2015) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidAleluya es el título de esta publicación anual que anuncia la llegada de la Navidad e invita a preparar en nuestras casas y parroquias “el belén, nacimiento o pesebre”.

Alguien podría decir que Aleluya es un grito propio de la pascua florida, que canta la Resurrección del Señor. Quizá olvida que la Natividad es también “pascua” y que todos los misterios cristianos son celebrados a luz del Cristo glorioso y resucitado.

La pascua navideña se sitúa este año dentro del Año jubilar de la misericordia. Es un momento central del año, pues, en este tiempo litúrgico celebramos que «por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visita el sol que nace de lo alto” y, un año más, acogemos “la misericordia que llega a sus fieles de generación en generación”.

El “belén”, que desde estas páginas invito a preparar en nuestras casas y comunidades, nos convoca a contemplar el acontecimiento por el que la misericordia entra en la historia en una familia. Así, nuestras familias son invitadas a practicar el amor misericordioso y a ofrecerlo a los demás con la práctica de las obras de misericordia.

Feliz pascua de la Natividad del Señor a todos. ¡Aleluya!

+ Ricardo Blázquez Pérez
Cardenal Arzobispo de Valladolid
y Presidente de la Conferencia Episcopal Española

Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta Mira

27 Nov 09
Presidencia FEB
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Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta Mira
Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta MiraComo ejemplo de su extraordinaria riqueza, sirva de ejemplo el elemento más humilde entre todos sus componentes: la «figurita» o pequeña imagen que ha poblado los belenes domésticos y que se deteriora con el uso y el paso del tiempo.

Consideradas a menudo objetos sin valor artístico, las figuritas tradicionales contienen una gran cantidad de información para aquel que sepa apreciarlas.

En su mayoría fueron producidas entre la segunda mitad del siglo XIX y los años sesenta del siglo XX, momento en que el cambio de costumbres y la falta de espacio en los hogares hizo decaer los belenes abiertos, con numerosos personajes y escenas.

Las más interesantes corresponden al tipo llamado «popular», compuesto principalmente por figuras de barro cocido y pintado de pequeños formatos (4 – 8 cm), que, a causa de su tamaño y hasta hace unas décadas, han sido desechadas por los coleccionistas. Muchas de estas figuras, que antaño se producían por miles, hoy son bienes escasos pues se han destruido en su mayor parte, ya que, hasta los años 70 del siglo XX, se continuaban ofreciendo a bajo costo en mercadillos y las llamadas «cacharrerías», haciendo desaconsejable su restauración en caso de deterioro ya que era preferible comprar una nueva, clónica de la deteriorada.

Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta MiraHoy ya no es posible reponer este tipo de figuras pues, a falta de demanda, han acabado por retirarse del mercado, salvo la escasa oferta de algunos alfares.

Si examinamos sus moldes, veremos que casi todos son de notable antigüedad, remontándose algunos al siglo XVIII, o inspirándose en imágenes aún más antiguas, como sucede con la Virgen y el San José del belén murciano llamado del «huevo frito», en su modelo más simple. Desde su creación, se han venido produciendo sin cambios hasta que la moda denominada «bíblica» o «hebrea», considerada más adecuada para ambientar el belén, arrinconó este tipo de imágenes, considerándolas anacrónicas. La mayoría de los talleres se adaptaron a la nueva costumbre, realizando nuevos moldes, o transformando los de mayor tamaño, lo que produjo una curiosa línea mixta de hebreo y tipo local. Al iniciarse la moda del enlienzado en los años 80 del siglo XX, muchos de estos moldes fueron, a su vez, retocados para adaptar mejor la figura a las telas con las que se cubriría parcialmente, lo que implicó su mutilación. En resumen, las figuras tradicionales anteriores a 1960 constituyen una rareza, especialmente ciertos modelos de escaso tamaño, por lo que animo al lector a que no deje escapar ni perderse uno solo de estos pequeños tesoros, en ocasiones piezas únicas producidas en alfares que, al día de hoy, nos son desconocidos.

Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta Mira¿Qué tipo de información ofrecen?

El análisis de las técnicas empleadas proporciona datos sobre el moldeado y modelado, según estén formadas de una o varias partes, el tipo de barro y sistema de cocción, pinturas empleadas, etc., lo que puede revelar la procedencia geográfica o el centro de producción. En cuanto al nivel de destreza, cabe una posible intervención de escultores o alfareros profesionales, o bien la fabricación casera, a veces sin cocción. Todo ello ayuda a reconstruir las artes e industrias de ciertas zonas determinadas.

Pero, con ser importante, lo más apreciado de las «figuritas» es su capacidad de reflejar la vida de antaño, pues, además de los protagonistas del relato evangélico, muestran una galería de tipos contemporáneos a su fabricación, que muestran una realidad social, preferentemente rural y de los estratos urbanos más humildes. Hombres y mujeres, jóvenes, viejos y niños que realizan distintas tareas, descansan, se divierten…

Así, encontramos oficios (el molinero, el mielero, el carnicero, el carretero, el melonero, el lechero, la frutera, la castañera, etc.), tareas domésticas (el lavado, la cocina, el cuidado de la infancia, el mantenimiento de los animales domésticos, la matanza) que incluyen usos ya desaparecidos, como el hilado en el hogar. También se representa la higiene (lavado de bebés, despiojado), la gastronomía (con imágenes que sugieren migas, paella, calderetas, chacinas, quesos y un sin fin de panes, tortas, dulces, etc.), labores agrícolas y pastoriles (arado, sembrado, recolección, trilla, acopio de leña, apacentado de cerdos, ovejas y vacas, la vida pastoril, la pesca, la caza).

Artículo - Las figuritas del belén, por Letizia Arbeteta MiraNo menos interesante es la indumentaria, a veces fiel reflejo de la moda y los atavíos de nuestros abuelos, sea ropa femenina (moño de picaporte, zapatos de carrete, alpargatas, madreñas, polisones y tontillos de distintos tipos, dengues, refajos, delantales, etc.) o masculina (chaquetas, casacas, calzones, monteras, sombreros, faja, pañuelo, etc.), todo ello en contraste con algunas indumentarias fantásticas, como las de Heredes, los Magos, o las madres de la degollación de los Inocentes.

En cuanto a las celebraciones, se canta, se danza y se tocan todo tipo de instrumentos. Jotas y boleros, rondas navideñas de jóvenes y viejos, ellos y ellas con guitarras, triángulo, zambombas, panderetas y panderos, gaita y flautas, que llevan también los pastores en la soledad de sus montañas de corcho, sembradas de ovejuelas de patas de alambre y coronadas por pequeñas casas, paisaje similar al de muchos pueblos antes de las grandes operaciones inmobiliarias, cuando lo que nos rodeaba se parecía al belén que poníamos en casa, de forma que, como aquel que dice, hacíamos nacer al Niño Jesús a la vuelta de la esquina.

Letizia Arbeteta Mira – Conservadora de Museos del Estado

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 4 de la Asociación “Belenistas de Valladolid”


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Páginas: Asociación «Belenistas de Valladolid», Publicaciones belenistas
Categorías: FEB Publicaciones Entidades Federadas, Artículos Asociación “Belenistas de Valladolid”
Etiquetas: 2009 FEB, Artículos 2009, Presidencia FEB 2006-2010
Temática: Cultura belenista, Figuras de belén
Autores: Leticia Arbeteta Mira


Portada de la revista «¡Aleluya! n.º 1» - Asociación Belenista de Valladolid (2006)

Jesús nació en verano, por José Delfín Val

24 Nov 06
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Jesús nació en verano

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 1 (2006) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidEl científico Johannes Kepler​ descubrió cierto día un relato del rabino Abarbanel en el que éste mencionaba la gran influencia que los astrólogos judíos otorgaban a la constelación de los Peces, sobre todo cuando supieron que en ella se cruzaban los planetas Júpiter y Saturno. El rabino afirmaba que el Mesías tendría que venir al mundo en el tiempo de la constelación de los Peces. Kepler recordaba estas circunstancias en el año 1603 mientras veía en Praga la conjunción de Mercurio, Júpiter y Saturno.

Pero ocurrió en 1925 algo insólito: el religioso alemán P. Schanbel descifró unos documentos cuneiformes de la Escuela de Astrología de Babilonia, en uno de los cuales se mencionaba la conjunción de Júpiter y Saturno el año 7 antes del nacimiento del Mesías. Esta conjunción se repitió hasta tres veces consecutivas en un espacio corto de tiempo, de ahí que se piense que la llamada estrella de Oriente pudo ser el cometa Halley influido por esta conjunción.

Ilustración de Miguel Ángel Soria RuanoPor cierto, la traducción “hemos visto su estrella en Oriente” del evangelio de San Mateo, podría ser incorrecta. Dicen que lo suyo hubiera sido traducir “hemos
visto aparecer su estrella en los resplandores del crepúsculo matutino”. No aparece la voz “oriente”. Pero, ¿quién es el majo que le enmienda la plana al P. Nácar, canónigo lectoral de la catedral de Salamanca y al P. Colunga, profesor de la “Ponti” y del convento de San Esteban, que hicieron la traducción directa de las lenguas originales, revisada después por el P. García Cordero, del convento salmantino de la Orden de Predicadores?

Otro error de interpretación se da en la época del nacimiento de Jesús, cosa que analizaremos en seguida. Pero antes, sepan que Herodes, como todos los políticos de todos los tiempos, preguntó a quienes sabían más que él dónde iba a nacer el Mesías según las profecías. Y los sacerdotes y escribas le dijeron que según Miqueas (700 años atrás) el nacimiento se produciría en un lugar insignificante. El texto decía: “Tú, Belén Efratá, eres pequeña para figurar entre las regiones de Judá; de ti saldrá quien ha de ser dominador de Israel”. Y Herodes mandó a los Magos (que no reyes, otra distorsión, sino astrólogos) al lugar llamado Belén de Judá que entonces se denominaba Bet Lahm.

Celebramos el nacimiento de Jesús en la noche del 24 al 25 de diciembre desde el año cero. Pero parece ser que no se ajusta a la realidad del tiempo el acontecimiento, por errores de cálculo cometidos por el monje escita Dionisio el Exiguo, cuando vivía en Roma y le encargaron que determinara la nueva era cristiana.

En el evangelio de san Mateo, se dice que Jesús nació en “los días de Herodes el rey”. Pues bien, Herodes fue nombrado por Roma rey de Judá el año 40 a. C. pero murió el año 4 antes de la era cristiana, lo que significa que Jesús debió nacer antes de ese año. Y no en invierno, pues también se dice que los pastores “pernoctaban al raso y vigilaban por turnos el ganado”. Eso sólo podía hacerse entre los meses de marzo y septiembre, ya que durante los meses de invierno las temperaturas son de varios grados bajo cero, las lluvias son intensas y los pastores alimentan a sus rebaños en los establos, al no poder salir al campo.

Aunque percibimos ya un notorio cambio climático, el clima en Palestina no ha cambiado mucho en los últimos 2.000 años. Que Jesús naciera seis años antes del comienzo de la era cristiana no es ninguna barbaridad; y que las representaciones invernales sean, probablemente, inciertas por haber ocurrido el nacimiento en meses calurosos, no empaña ni el sublime acontecimiento ni la tradición cristiana. Mantener lo que hemos llamado el “belenismo” va con nuestra consustancial tradición cristiana. España e Hispanoamérica se alzan como abanderados de esta tradición que en Valladolid se mantiene vigorosa.

José Delfín Val

Ilustración de Miguel Ángel Soria Ruano

Portada de la revista «¡Aleluya! n.º 1» - Asociación Belenista de Valladolid (2006)

Belén y el nacimiento del hijo de Dios, por Vidal González Sánchez

24 Nov 06
Presidencia FEB
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Belén y el nacimiento del hijo de Dios

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 1 (2006) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidA la entrada del caserío de Belén, existía en tiempos del siglo I una amplia edificación con un gran patio adosado, que tenía amplios porches de madera a modo de soportales que le rodeaban. Patios y soportales en los que se apretujaban animales de carga junto a sus dueños y usuarios en ocasiones como las que vivió un humilde matrimonio llegado desde Nazaret. No había lugar ni allí ni en los varios pero muy reducidos cuartuchos interiores que también se alquilaban, en ocasiones de gran afluencia de peregrinos, a los más pudientes, a cambio de muy subidos precios.

En aquella posada con un diáfano patio abierto y a pesar de sus minúsculos aposentos privados, no pudo hallar asiento acomodado a su pobreza ni a sus especiales circunstancias, aquel matrimonio formado por José y María, “La Virgen” por excelencia. Al menos, en aquella ocasión como en ninguna otra, aquel mesón pueblerino estaba atestado de nómadas del desierto que solían venir a Belén con regularidad para vender sus tejidos manufacturados de lana y aun de pelo de camello y sus quesos, para con su importe, comprar trigo, aceite y otros bastimentos, de modo similar al que hoy en día se puede ver. A estos nómadas rutinarios, se añadían por aquellos días otros muchos que llegaban con el único empeño de empadronarse como lo había mandado el Emperador de la poderosa Roma bajo cuya autoridad y dominio se hallaba toda aquella amplia región.

A nosotros nos puede resultar bella, sugerente y pintoresca aquella multicolor barahúnda de carretas desvencijadas, junto con el ruidoso y pestilente amasijo de camellos rumiantes, trabados con sus apeas, entre el rebuznar de los mansos asnillos, mientras las mujeres se disputaban algún pequeño rincón situado al abrigo de las corrientes de aire del frío diciembre. Añade acertadamente un perfecto conocedor de los modos de vida y de las costumbres orientales, cómo sobre toda aquella amalgama de seres humanos se dejaba sentir el fuerte hedor como a grasa caliente que, desde Grecia a Egipto y desde Argel hasta Teherán exhalaban sin distinción las multitudes de Oriente.

Por todo aquello precisamente, aparte de que el tiempo apremiaba porque “se habían cumplido los días en que María debía dar a luz”, José decidió instalarse con su esposa en alguna de las muchas grutas que había en las afueras de Belén, cuevas que cumplían con la misión de servir de refugio como establos para los ganados y rebaños de ovejas y cabras, como aún ocurre en el tiempo presente. En una de las esas grutas nació el Pastor de nuestras almas, Cristo, El Señor. San Justino mártir que escribió en el siglo II y conocía a la perfección aquellos lugares, habla de ellos profundamente testificando y señalando inequívocamente el lugar de nacimiento del Hijo de Dios. Antes, el evangelista San Lucas había resumido en su evangelio (2, 7) cuanto conocemos sobre tan gran acontecimiento y al tiempo tan sencillo y humilde en sus modos y tan deslumbrante y refiriéndose a la Virgen María, dice “…y trajo al mundo a su Hijo primogénito y lo envolvió en pañales y lo reclinó en un pesebre”.

En cuanto a la idílica escena y a la compañía de un buey y un asno junto al pesebre, según nuestra costumbre al instalar el Nacimiento familiar, tiene origen en el evangelio apócrifo llamado de “La Natividad”, rememorando palabras que se leen en las Sagradas Escrituras, capítulo I de Isaías donde dice “… conoció el buey a su amo y el asno el pesebre de su Señor”, y el profeta Habacuc precisó “… Te manifestarás entre animales…”, concepto y palabras que la liturgia cristiana, en un responsorio del Oficio Divino de la Navidad, recogió de este modo “…Gran Misterio y admirable Sacramento fue el hecho que unos animales vieran yacer a Dios en un establo”

Gruta de la Natividad en Belén (Basílica Constantiniana de la Natividad)

Gruta de la Natividad en Belén
(Basílica Constantiniana de la Natividad)

Hoy, a los que hemos tenido la dicha de visitar la iglesia de la Natividad de Belén, soberbia basílica constantiniana, nos da la impresión de majestad en su aula litúrgica contrastando fuertemente con la sencillez de la gruta-cripta en la que se manifestó la Misericordia Divina, a la que hay que bajar por una empinada escalera. Allí, en el lugar preciso donde se asentó el pesebre, una sencilla estrella de plata define el lugar del nacimiento de Jesús. Más rica y de mayor diámetro, fue otra estrella de los más ricos metales, que la reina de Castilla Isabel la Católica envió a los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa que, colocada en aquel tan santo lugar, fue más tarde robada en la ocupación de los mamelucos.

El acontecimiento que tuvo lugar en tan sencilla cueva no debía permanecer en secreto según los designios de Dios Padre y unos pastores que se hallaban en los alrededores haciendo la vigilancia nocturna de sus rebaños recibieron la visita de un Ángel del Señor que se apareció ante ellos mientras el esplendor de su gloria los envolvió. Sintieron miedo, pero el Ángel les confortó “No temáis: os traigo una nueva noticia, pues hoy en la ciudad de David, acaba de nacer un Salvador, el Mesías, El Señor”. Fueron a toda prisa y encontraron a María y a José y al recién nacido reclinado en el pesebre y de allí marcharon glorificando a Dios, como lo narra san Lucas. El cielo había revelado a los humildes lo que todo el mundo ignoraba, como era la aparición en el mundo de quien había de calificarse a sí mismo como “El Buen Pastor”.

Vidal González Sánchez

Portada de la revista «¡Aleluya! n.º 1» - Asociación Belenista de Valladolid (2006)

El Ángel del portal de Belén, por Jesús Tranque de los Ojos

24 Nov 06
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El Ángel del portal de Belén

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 1 (2006) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de Valladolid

“Y es que hoy os ha nacido,
en la ciudad de David el Salvador,
que es el Cristo o Mesías, el Señor nuestro”
.

Son las palabras que Lucas pone en boca del Ángel al aparecerse éste a los pastores.

Los ángeles, ejecutores de la voluntad divina, no faltan casi nunca en las representaciones navideñas. En el arte pictórico se representan como jóvenes de hermosa figura, bien flotando en las regiones celestiales o como niños que, cogidos de la mano, bailan. En los dramas litúrgicos también son jóvenes que hablan con los pastores y les explican lo que ha sucedido invitándoles a visitar al Niño.

Pintores y escultores, cada uno a su manera, han recreado una y otra vez la escena para enseñanza de los fieles. El autor de las pinturas de San Isidoro de León parece mostrarnos que la naturaleza queda paralizada ante el prodigio que el Ángel anuncia, pastores y animales se muestran expectantes y atentos a la Buena Nueva mirando hacia esa figura celestial.

Zurbarán, por ejemplo, en su “Adoración de los Pastores” retrata a los ángeles, separados del ambiente terrenal representado por la gruta, como coro cantor alabando la grandeza del recién nacido acompañado de ángeles músicos.

En el retablo de las Huelgas Reales de Valladolid, Gregorio Fernández nos acerca a un ángel en actitud de adoración.

Son distintas muestras interpretativas de un mismo hecho instaurado ya en la escenificación del “Belén”. Un pesebre; dentro el Misterio, fuera el Ángel en representación de una multitud del ejército celestial, proclamando la alegría del acontecimiento con su gloria in excelsis Deo.

A pesar de las variaciones de sensibilidad, artistas y artesanos de todo tipo han creado a través del tiempo esa figurilla característica, sin la cual el “Belén” no está completo, han enseñado a quien lo contempla que es el intermediario entre Dios y los hombres al anunciar a éstos: Y sírvaos de seña, que hallaréis al niño envuelto en pañales, y reclinado en un pesebre.

Y, más aún, esa escenificación se ha proyectado sobre escritores y poetas describiéndonos con su palabra la importante misión de ese Ángel anónimo, de desconocida categoría en el reino de los cielos.

Gloria in excelsis DeoÉl lo ha preparado todo según el orden por Dios establecido. Fue protagonista en la Anunciación, ha dado el mensaje del nacimiento del Niño-Dios a los pastores y ahora, suspendido en el aire entre el cielo de papel y el serrín del camino que conduce al “Portal”, será seguridad y guarda para el Niño. Y así, mientras poetas como Antonio Murciano nos impregnan de una visión etérea del momento al escribir:

Hoy he visto al Niño-Dios
en una gruta del aire,
ángeles y serafines
mecían su cuna de aire
y cantaban villancicos
de aire, al aire, por el aire
.

Otros, como Unamuno, nos acercan a una imagen más humana, más próxima a la realidad de un recién nacido. Dentro del refugio proporcionado por la cueva, María y José cuidan al niño, contemplan su sueño o su mirada inteligente o sus gestos infantiles según la interpretación que el artista haya hecho de él, el Ángel vela y aleja cualquier sombra que pueda perturbarlo. Sólo es Navidad, tiempo de amar y soñar que es, acaso, lo que más desea el hombre con quien Dios se ha hermanado.

Duerme Niño, duerme y sueña
que es el sueño quien enseña
a soñar;
duerme, Jesús, sueña y duerme,
no el corazón se te enferme
de esperar
.

No es fácil dormir y menos soñar sin pesadumbres para el hombre. Es posible que sólo en este tiempo de Navidad que debiéramos resumir en la paz familiar, en la disponibilidad hacia el otro, en la vivencia de la intimidad compartida, en sentirnos más cerca de Dios a través de su recién nacido Hijo, sea cuando mejor se capte el ensueño de Belén. Por ello, consciente de esa protección divina proporcionada por el Ángel, Lope de Vega ha sabido expresar con profundo amor la importancia del personaje perfilando con sus versos la escena:

Pues andáis por las palmas
ángeles santos
que se duerma mi niño,
¡tened los ramos!

Navidad. Dios se ha hecho niño, indefenso, mortal. Todo está dispuesto, cada elemento de ese misterio de amor está en su sitio. Y a pesar de la tarea bien hecha, a pesar de que las profecías se han cumplido, o quizá por eso mismo, ese Ángel innominado, el Ángel de la Guarda del niño, que levita sobre el portal, no parece muy contento cuando informa a Dios-Padre de su tarea:

¿Y el Niño?
-Señor, el Niño
ya empieza a mortalecerse
y está temblando en la cuna
como el junco en la corriente.
-Todo está bien
.

¡Pobre Ángel del Portal!, puede que entre todas las figuras del Belén sea quien mejor conoce el destino de ese niño.

-Señor, pero…
-Todo está bien.
Lentamente
el ángel plegó sus alas
y volvió junto al pesebre
.

Son los versos de Luis Murciano que parecen privarnos de la alegría del momento al señalar terribles premoniciones para ese Niño que nos es dado contemplar en el Belén.

Mas aún es pronto. Hoy sólo es Navidad: tiempo de amar y soñar. Tiempo en que el Belén nos reúne, nos acerca a ese momento religioso que el hombre siente como más próximo; tiempo en que recreamos el decorado del nacimiento de Jesús con toda la imaginación que los siglos han ido decantando y que los artistas han puesto ante nosotros para recuerdo y enseñanza en representaciones plásticas de extraordinaria belleza.

No importa que para algunos montar el Belén con sus pequeñas figuras distribuidas al azar o según la imaginación de cada uno, sea una muestra del infantilismo humano o algo carente de precisiones evangélicas.

La Navidad sigue siendo un misterio de amor aunque cada vez se vaya difuminando más tras lo anecdótico, tras de procesos de comercialización, tras de millones de lucecitas de colores que más parecen recordar una feria que una festividad religiosa… Afortunadamente todo eso nunca podrá sustituir el símbolo sagrado de la llegada del Hijo de Dios a la Tierra.

Jesús Tranque de los Ojos

Portada de la revista «¡Aleluya! n.º 1» - Asociación Belenista de Valladolid (2006)

Sin belén no es Navidad, por Juan-Donoso Valdivieso Pastor

24 Nov 06
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Sin belén no es Navidad

Artículo publicado en la revista ¡Aleluya! nº 1 (2006) de la Asociación Belenista de Valladolid

Imagotipo de la Asociación Belenista de ValladolidQuizá nadie antes había llegado a crear, con relación a la Navidad, una cosa tan simpática y tan popular como los belenes. Fue Francisco de Asís en el siglo XIII quien hizo por primera vez, en una gruta natural de un pueblo italiano, la representación del portal de Belén con animales y personas para presentar la historia del nacimiento de Jesús, de tal manera que todos lo pudieran comprender. Al poco tiempo esta costumbre italiana se extendió por Europa y por el resto del mundo.

Hace años, poner el Nacimiento era un acontecimiento familiar con amplia repercusión social. En algún lugar de la vivienda los mayores comenzaron a instalar portales de Belén con montañas, grutas, ríos y caseríos a escala mientras los demás integrantes del hogar iban colocando las figurillas sobre arena, heno, musgo, paja y serrín, iluminando la escena por diminutas luces de colores, serpentinas y espumillón.

Belén de la Cofradía de la Cruz Desnuda en la iglesia de La Inmaculada, en el Paseo de Zorrilla de Valladolid

Belén de la Cofradía de la Cruz Desnuda en la iglesia de La Inmaculada, en el Paseo de Zorrilla de Valladolid

Sin embargo, en la actualidad todo ha cambiado. Apenas se montan pesebres y se cantan villancicos. España ha optado por eliminar la simbología religiosa de las fiestas navideñas. Se monta el Belén sin Nacimiento y las fiestas en honor del Niño Jesús se cifran en el consumo. En aras de la laicidad, a veces mal entendida, y de la insoportable presión del dios dinero se extiende por todo el país la “Navidad laica”. Los mismos renegados de la Navidad son los más celosos apóstoles del consumo con la pretensión de imponer una Navidad despojada de toda referencia religiosa: directores de colegios que prohíben los festivales de villancicos por sus “connotaciones religiosas”; autoridades locales que sustituyen el establo por lo que se define como “paisajes de invierno”: ríos de papel de plata, laderas de musgo y espliego y montañas de corcho; todo más o menos como siempre, pero sin el Nacimiento. La Navidad laica se impone en las calles y plazas exhibiendo una decoración navideña que cuelga palabras obscenas y de mal gusto en vez de angelitos, campanas y aleluyas.

Belén instalado por la Asociación Belenista de Valladolid en la residencia de la tercera edad “El Encinar del Rey” de Valladolid. Diciembre 2004

Belén instalado por la Asociación Belenista de Valladolid
en la residencia de la tercera edad “El Encinar del Rey” de Valladolid. Diciembre 2004

Las navidades ya no son lo que eran. La religión no es más que una excusa para consumir, cuanto más mejor, que se ha convertido en el único termómetro válido de estas fiestas. Para no menos del 68% de los españoles la Navidad “es cada vez una fiesta menos religiosa y más comercial”, según una encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). Pese a todo, las navidades están rodeadas por un ambiente de buena voluntad y de bondad entre las personas, una magnificencia de bienintencionados deseos inunda el mundo de cartas, tarjetas, felicitaciones, mensajes sms, llamadas telefónicas… Hemos interiorizado que hay que ser amables en estas fechas y hasta es posible que la afección navideña apunte a que queremos ser de otra manera. Como sostiene el sociólogo Javier Elzo, al menos “estas fiestas seguirán vivas mientras lo esté la familia, una institución a la que, en una sociedad agresiva, cada día le pedimos más y más”. Es decir, mientras haya familia, habrá Navidad.

A todo esto, como es lógico, se opone la Iglesia y convoca a sus fieles a defender los símbolos de la tradicional Navidad cristiana. La Navidad no es tiempo para dejarse llevar por la debilidad religiosa y menos para dejarse seducir por los que enturbian el sentido profundo del misterio de Belén. Celebrar una Navidad sin Jesús es como que en el cielo no brillaran las estrellas, como si en un jardín no hubiese flores, como ver un cuadro sin un paisaje o un rostro de niño sin una sonrisa. Sin embargo, la triste realidad es que para muchos hay Navidad sin Jesús porque tienen tal vez todo, pero no le tienen a Él. Sólo aprovechan la ocasión para divertirse y pasar un buen momento, y se encuentran muy despistados del verdadero significado de la Navidad, alejados del que fue el humilde niño de Belén.

Belén instalado en la iglesia de La Inmaculada de Valladolid, en la cripta, por D. Ángel Moretón García. Navidad 2005

Belén instalado en la iglesia de La Inmaculada de Valladolid, en la cripta,
por D. Ángel Moretón García. Navidad 2005

Lo cierto es que la sociedad de consumo quiere robar la Navidad, e incluso algunos la quieren matar. Remedando lo que dice una canción: “en este mundo moderno ya no hay lugar en la Tierra para el Niño Jesús”. Pero como decía Ortega, “si Dios se ha hecho hombre, es que ser hombre es lo más importante que se puede ser”. La Navidad, pues, es un acontecimiento que llevamos en el corazón y da un sentido trascendente a la vida humana. Para eso hay que dejar de lado el conformismo y caminar hacia la libertad. Quien aviva la libertad no consiente ser esclavizado por el dios consumo de la Navidad comercializada, porque es libre para elegir lo bueno que también hay en estas fiestas (descanso, vacación, encuentro humano) y dejar de lado lo demás. Entonces Navidad sí está en nuestro corazón e imprime trascendencia a nuestra vida.

Podemos concluir diciendo que no tienen ningún derecho a celebrar la Navidad todos aquellos que no conocen a Jesús, ni le han recibido en sus corazones como Salvador, Rey y Señor.

Juan-Donoso Valdivieso Pastor

Belén instalado en la iglesia de La Inmaculada de Valladolid, montado por D. Ángel Moretón García. Navidad 2005

Belén instalado en la iglesia de La Inmaculada de Valladolid,
montado por D. Ángel Moretón García. Navidad 2005

Logo de la Asociación Belenista de El Burgo de Osma

En cada casa un Nacimiento, por Andrés L. Cañadas

15 Dic 01
Presidencia FEB

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En cada casa un Nacimiento, por Andrés L. Cañadas

(Artículo publicado en la revista El Pastor de Nochebuena n.º 1 (2001) de la Asociación Belenista de El Burgo de Osma)

Como un remanso de paz en este agitado tiempo que nos ha tocado vivir, cada año, con la llegada del mes de diciembre, se produce, por todos los rincones de nuestro país, el feliz reencuentro con la entrañable costumbre de la instalación de Pesebres, Belenes o Nacimientos, cada uno con su peculiar estilo según el lugar, pero con la finalidad esencial de conmemorar un acontecimiento que marcó la historia de la humanidad y que no es otro que el Nacimiento, en la pequeña aldea de Belén de Judá, del Hijo de Dios.

Así viene siendo desde la noche de los tiempos, como lo corroboran testimonios tales como el más antiguo de los textos navideños conocidos conservado, la antifona «Hodie Cantandus» de Tutilón de San Galo; y así permanece la tradición, recobrada y fortalecida tras unos años en que, con la irrupción en nuestra sociedad de manifestaciones foráneas, llegó a temerse incluso por la desaparición de esta piadosa costumbre, cuyos orígenes sitúan algunos estudiosos en la Iglesia de los Padres Jesuitas, de Praga, en el año 1562, seguida pocos años más tarde –en 1567- en la casa de la Duquesa de Amalfi, en lo que podría considerarse el primer Belén familiar y que en lo que a España se refiere parece tener el primer testimonio documentado en la Iglesia de los Teatinos de Barcelona en 1666.

Con la representación plástica del Nacimiento de Jesús, en templos y hogares; promovidos por instituciones o por la espontánea iniciativa particular; a la que sumarían la maestría de su arte, en su época, imagineros como la «Roldana» o José Risueño, Francisco Salzillo, Pedro Duque Cornejo o Ramón Amadeu, por citar tan solo algunos de los más representativos y de la que, a lo largo y ancho de la geografía hispana, existen magníficas obras como los Nacimientos de Salzillo, sin duda el prototipo de todos ellos, o los de la Catedral de León, el Hospital Provincial de Palma de Mallorca, la Iglesia parroquial de Melgar, en Burgos, o el Convento de las Agustinas Recoletas, de Salamanca; y el llamado «Belén del Príncipe», que Carlos III hiciera traer desde la fabrica italiana de Capodimonte, para su hijo que posteriormente reinaría como Carlos IV, 0 la maravillosa «Montaña de Coral», del Monasterio de las Descalzas Reales, en Madrid, entre otros, se ha querido recrear siempre el sublime instante de la venida de Jesús al mundo, teniendo como testigos a unos humildes pastores mientras los ángeles enviaban su mensaje de paz en la tierra a todos los hombres de buena voluntad…

Y en esta hermosa tarea de preservar la tradición que hasta nosotros, según testimonios, trajeran los Padres Franciscanos, qué duda cabe que las asociaciones de belenistas o de pesebristas, cuantos en ellas se integran, quienes se afanan año tras año en crear auténticas obras de arte para representar el Nacimiento del Hijo de Dios, sacando del viejo arcón o de un rincón del armario las figuritas de barro que celosamente conservan, de padres a hijos, como un legado precioso, son los artífices auténticos de que hoy como ayer se siga produciendo el milagro de unir las familias al amor de la lumbre, de ese calor humano que acerca e iguala, que abre los corazones y que predispone al entendimiento entre todos los seres, sea cual sea su condición y procedencia.

Con la sencilla tarea de montar el Pesebre, el Belén o el Nacimiento, cuando se coloca el tablero o se habilita un lugar sobre el aparador con la misma finalidad, al extender el serrín o crear mágicas montañas con papel encolado o con corcho, al poner papel plateado como si fuera el agua del río o el cristal transparente con idéntico fin, al ir repartiendo las figuras por la efimera geografía creada en un minimo espacio, no sólo se está produciendo un verdadero trabajo artístico, que eso dependerá de la más o menos depurada técnica belenista del autor, siempre valioso en todo caso, sino que se está propiciando el clima adecuado para que puedan erradicarse de entre nosotros el odio, la violencia y la injusticia.

Esa es, verdaderamente, la importancia de la tarea que vienen llevando a cabo, en Cataluña o las Canarias, en Andalucía o en las dos Castillas, en el País Vasco o en Galicia, en Mallorca o Extremadura, en el archipiélago Balear o en el Levante, en todos los rincones de España, en suma, las asociaciones que promueven y fomentan la piadosa tradición del Pesebre, el Belén o el Nacimiento, quienes en esta época del año se convierten, con sus públicas o domésticas representaciones, en heraldos de buena voluntad, cuyo ejemplo debiera prender y permanecer todo el año…

Andrés L. Cañadas – Periodista


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El belén popular, por José Manuel López Sotillo

15 Dic 01
Presidencia FEB
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El belén popular, por José Manuel López Sotillo

(Artículo publicado en la revista El Pastor de Nochebuena n.º 1 (2001) de la Asociación Belenista de El Burgo de Osma)

Sin lugar a dudas, el más bello de los Belenes o Nacimientos es el llamado «popular» 0 «tradicional» que consiste en una representación geográfica y escenográfica del momento histórico del nacimiento de Jesús elaborada con corcho, musgo, serrín, piedras y ramas secas, todo ello sobre una vieja mesa o una improvisada plataforma.

En su montaje suele colaborar la familia al completo y se caracteriza por el afán, el cariño y la expectativa con que se hace; donde todo está permitido y justificado por la tremenda ilusión que todos ponen en la construcción de las montañas y el cielo, de los caminos y el río, del Portal y las casas y en la colocación de las figuras que van a dar vida a ese mundo en miniatura que es el Belén.

Pero montar un Nacimiento tradicional no es una tarea fácil, el lograrlo plenamente presenta a veces grandes dificultades. Al final siempre aparecen fallos en la iluminación, algún mecanismo no funciona, la perspectiva no es correcta o no hay concordancia en el tamaño de las figuras. En este artículo, que trata de ser un resumen de la parte teórica del curso dictado en nuestra asociación por el Maestro Belenista José Manuel López Sotillo, vamos a intentar dar conceptos e ideas básicas para que, cada vez más, nuestros Belenes, dentro de su sencillez, sean más bonitos.

Planteamiento del belén

Tipos de Nacimientos:

  • Históricos o Bíblicos: tratan de representar de manera más o menos fidedigna lo que fue Belén en los tiempos de Jesús, referido no sólo a la geografía, sino también a la parte costumbrista del pueblo judío en indumentaria, utensilios, arquitectura, etc.
  • Populares o tradicionales: responden al ingenio e iniciativa del que lo construye, mezclándose a veces el sentido bíblico y el costumbrista, propio de la región geográfica donde se ubica. Tenemos claros ejemplos en España con los nacimientos catalanes, andaluces, murcianos, etc., y en el resto del mundo con los napolitanos, provenzales y el amplio abanico de sudamericanos, entre otros.
  • Libres: en ellos no se utilizan materiales tradicionales, sino de la más diversa procedencia, como el cristal, metal, cera, tejidos, etc.

Condicionamientos previos:

Generalmente el Nacimiento se coloca en la habitación de la casa en torno a la cual se reúne toda la familia, siempre que no entorpezca su normal desenvolvimiento, y todo ello dependiendo del espacio que se necesite. Es también muy importante el contar con una plataforma sólida (mueble, mesa o tablero sobre caballetes) que nos sirva de base.

Influye de forma decisiva, a la hora de montar el Belén, las figuras de que dispongamos, fundamentalmente su estilo y tamaño, de tal forma que, a medida que estas sean de menor tamaño, se podrán incluir en el Nacimiento más escenas y paisaje, consiguiendo mayor perspectiva y lejanía.

Clases de Nacimiento:

  • Abiertos: son aquellos que pueden contemplarse desde varios lados, como es el caso de casi todos los Belenes populares.
  • Cerrados: cuando solo pueden observarse desde el frente, a través de una embocadura, teniendo entonces que tener muy presentes factores como la perspectiva, el cielo, iluminación, etc.

Planificación:

Es bueno que antes de comenzar el montaje hayamos hecho un boceto donde aparezca reflejado el paisaje, las edificaciones y la colocación de las figuras, siendo importante que sea una persona la que dirija el montaje, pero admitiendo las opiniones de todos los que intervengan.

La perspectiva:

Para obtener una buena perspectiva una de las consideraciones que primero hay que tener en cuenta es que el cielo que hay detrás de las montañas, visto de frente, debe ser redondeado, sin tener esquinas. Esto se consigue montando en la plataforma un bastidor de madera con las esquinas redondeadas, sobre el que se tensará una cartulina blanca en rollo, para que no tenga uniones o una sabana blanca o azul, también en rollo y siempre bien tensada para que no aparezcan sombras; serán tubos fluorescentes azules colocados detrás de las montañas los que den el color al cielo. Los más artistas pueden pintar nubes y colocar distintos tipos de estrellas que den más realismo al cielo de nuestro Belén.

La perspectiva también se consigue disminuyendo proporcionalmente el tamaño de las figuras y edificaciones a medida que nos alejamos del primer plano, buscando siempre que haya concordancia entre el tamaño de figuras con el paisaje (árboles, casas, montañas, río, etc.). Es importante también que los colores se vayan difuminando con la distancia, a medida que se alejan de nosotros.

Construcción del belén

Materiales:

Debemos procurar que estén a nuestro alcance en el medio que nos desenvolvemos, tanto para comprarlos, como para buscarlos en el campo o para reciclarlos de cosas que ya no sirven.

  • Corcho: es uno de los materiales imprescindibles que siempre ha formado parte del Belén Popular. Puede utilizarse tal como se extrae de la corteza del alcornoque empleándose para la construcción de la Gruta y para las montañas, ensamblándose con tornillos unos trozos con otros y rellenando de musgo las uniones. También en planchas industriales de corcho se emplean para todo tipo de edificaciones, murallas, puentes, pozos y distintos útiles y mobiliario.
  • Musgo: sirve muy bien para representar la vegetación, pero empleándolo con moderación, utilizando los cepellones más cortos para simular la hierba y los más largos para matorrales.
  • Cepas: las raíces y el tronco de las vides es un material apto para la construcción de la Cueva y para simular accidentes en el terreno, pero hay que tener en cuenta que es un material muy duro y dificil de manipular.
  • Escoria: la escoria de carbón, hoy en desuso por no quedar prácticamente calefacciones de carbón, se utilizaba también, tanto para las montañas como para hacer el Portal, uniendo los trozos entre sí con escayola, disimulada luego con pintura.
  • Madera: material insustituible en el Belén, tanto para el soporte e infraestructura como para la fabricación de todo tipo de edificaciones, puentes, escaleras, vallas y cercados, útiles de labranza, etc., con resultados sorprendentes. Derivado de la madera es el serrín que también se utiliza en la elaboración del paisaje y junto a las edificaciones.
  • Piedras y arena: para las montañas resulta un material muy pesadon y difícil de transportar, pero resulta muy útil en el lecho de los ríos y para hacer senderos y caminos, buscándolas de distintas procedencias y tamaños.
  • Poliestireno expandido (porexpán): por su versatilidad y múltiples aplicaciones es de los materiales más utilizados en la actualidad, pudiendo sustituir a casi todos los materiales antes citados en la elaboración de montañas, edificaciones, muros, vegetación, etc. Es fácil de trabajar cortándose con cuchillas y uniéndose con cola blanca de carpintero o con pegamentos especiales sin disolventes. Requiere de cierta práctica y habilidad para obtener los resultados deseados.
  • Escayola: se usa para recubrir montañas de tela o arpillera y en todas las construcciones de porexpán. Tiene gran adherencia a las superficies, y una vez seca, se pinta con facilidad obteniendo efectos sorprendentes. Similares resultados, con mayor tiempo de trabajo, se consigue con el Aguaplast® o plaste de tapar grietas.
  • Material reciclado: aquí están incluidos los motores de lavadoras, microondas, limpiaparabrisas, restos de embalajes de porexpán, material eléctrico y cualquier trasto almacenado antes de tirarlo.

Construcción de la Cueva o Portal de Belén:

Se colocará en un sitio preferente, ya que es la escena principal del Belén, generalmente en primer plano y a la izquierda. Hasta nosotros ha llegado el dato de que Jesús nació a las afueras de Belén, en una de las cuevas que utilizaban los pastores para guardar su ganado.

La mejor forma de hacer la cueva en nuestro Nacimiento es con trozos de corteza de alcornoque (corcho), unidos entre sí con tornillos, sobre un armazón de listones de madera y tapando las grietas con musgo, apretándolo bien para que no dejen pasar la luz. El suelo lo podemos poner de arena o serrín y pajas.

Construcción del paisaje:

Debemos procurar que se asemeje a un ambiente real que nos recuerde el momento histórico del nacimiento de Jesús. Para lograr esta ambientación siempre hay que tener en cuenta la perspectiva: los objetos serán más pequeños a medida que se alejan de nosotros y los colores también se irán difuminando con la distancia.

En la construcción del paisaje tendremos presentes tres planos. En primer plano siempre se colocará el portal con el Misterio, donde acaban los caminos; así como el final del río. En segundo plano ira la Anunciata a los pastores, el cortejo de los Reyes Magos y pastores de camino; y en último término montañas, pueblecitos y el castillo con Herodes y sus guardias.

Las montañas nunca deben ir pegadas al celaje, sino separadas una distancia suficiente para colocar unas luces azules que den el color al cielo. Estas montañas pueden hacerse con corcho, con porexpán modelado o con tela metálica y sobre ella arpillera con escayola y luego pintadas.

Construcción de edificaciones:

Las edificaciones se pueden hacer con madera o corcho, aunque en la actualidad el mejor material es el porexpán revestido de escayola y luego pintado. Lo mejor es ir haciéndolas a lo largo del año y guardarlas luego de un año para otro.

Ni qué decir tiene que las casas en cuanto al tamaño deben estar en concordancia con las figuras y con el paisaje. Como criterio para su confección debemos saber que las casas eran muy humildes, de adobe o de piedra, generalmente de una sola planta, con pocas y pequeñas ventanas, puertas bajas y cubiertas de cúpulas o terrazas; agrupadas en conjuntos amurallados para una mejor defensa.

Construcción del río:

Es uno de los elementos que más realismo puede dar al nacimiento cuando se hace con agua real, aunque también se puede hacer con agua simulada y dentro de estos últimos pueden ser ríos planos (con papel de plata, celofán, espejo, etc.), o con lecho labrado con o sin cubrir con cristal.

Si lo queremos hacer con agua al planificarlo debemos saber que nacerá en una zona elevada y terminará en una de las más bajas, evitando grandes pendientes. El lecho lo podemos hacer con doble plástico fuerte, delimitado por listones de madera donde se grapará el plástico, pero siempre por la parte de fuera; el río terminará en un recipiente con capacidad suficiente para albergar toda el agua del circuito, completado todo con una bomba preferiblemente de inmersión, ya que las de lavadora son más ruidosas y complicadas, que suba el agua hasta el comienzo del río.

Vegetación:

En los Belenes bíblicos tenemos que reproducir la vegetación propia de Palestina en los tiempos de Jesús, bien con plantas naturales buscadas en el campo, con vegetación artificial o complementándose unas con otras.

Dentro de la vegetación natural lo más utilizado es el musgo, líquenes, tomillos, ramas secas, etc., que se pueden guardar perfectamente de un año para otro. La vegetación artificial se puede conseguir utilizando cartulinas, plásticos, poliestireno expandido, alambres, etc., con resultados aceptables.

Iluminación:

Criterios generales utilizados para una buena iluminación del Belén son que las luces estén en la parte alta del Belén, cuanto más arriba mejor, para así evitar hacer sombras. Las casas por dentro deben tener una luz tenue y pobre, que tendrá que estar sincronizada con la luz ambiental si queremos utilizar los aparatos que consiguen el efecto día-noche.

Para resaltar la importancia del Portal de Belén, elemento esencial de todo Nacimiento, este debe estar bien iluminado, independientemente del momento del día o de la noche en que estemos; esto se consigue enfocando a la cuna del Niño Jesús con una luz directa y penumbra en el resto de la habitación.

Con todo esto solo hemos pretendido dar unas normas básicas de partida para planificar el montaje del Belén, detalles que iremos ampliando con otros artículos en esta revista, charlas, vídeos y cursillos.

José Manuel López Sotillo – Maestro Belenista y Secretario de la Asociación de Belenistas de Madrid


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Los orígenes del belenismo, por Mª Pilar de Pablo Catalina

15 Dic 01
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Los orígenes del belenismo, por M.ª Pilar de Pablo Catalina

(Artículo publicado en la revista El Pastor de Nochebuena n.º 1 (2001) de la Asociación Belenista de El Burgo de Osma)

Las primeras y más importantes fuentes literarias del ciclo de la Natividad fueron los Evangelios de Lucas y Mateo. Mateo narra el nacimiento de Jesús en el contexto de la Judea dominada por la ocupación romana, texto recogido en su capítulo 2, versículos 1 al 20:

[…] Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto, ordenando que se empadronase todo el mundo […]. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la ciudad de Nazaret a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de casa y familia de David. […] y [María] dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento […].

En este corto relato están contenidos los tres nombres tradicionales que ha recibido el Belén en España: Belén, por la ciudad de Bet-lehem, la Belén del relato; Nacimiento, por el Nacimiento de Jesús que, empleado con mayúscula, pasa de ser un nacimiento genérico a ser específico, por lo que se llama también Misterio al conjunto de sus protagonistas, al referirse al Misterio de la Encarnación, es decir la presencia de Dios en carne humana. Finalmente, es de uso en Cataluña denominar pessebre al Belén, término muy acertado, pues del pesebre, en latín praesepio, arranca la tradición inicial.

La parquedad de las narraciones evangélicas respecto al nacimiento de Jesús, así como la discreta atención prestada por las primitivas comunidades cristianas a tal acontecimiento motivaron, en buena medida, la escasez y tardanza de las representaciones plásticas a él dedicadas. Escasez y tardanza a la que contribuyen también las persecuciones y la consecuente ocultación de los símbolos cristianos. Sólo la llegada de la Paz de Constantino (313 d. C.), con la publicación del Edicto de Milán, en el que se reconoce a los cristianos el derecho a celebrar sus cultos, hará que tal situación se transforme, aflorando con ello, y de modo creciente, las representaciones artísticas del cristianimo.

El primitivo arte cristiano se desarrolla en el ámbito funerario de las catacumbas, y es en la pintura funeraria, donde hallamos las primeras muestras plásticas del tema de la Natividad. Se trata de un fresco del siglo II que se encuentra en la Capella Grecca, de la catacumba de Santa Priscila. En dicha pintura se contempla la figura de la Virgen, que aparece sentada en un sitial, sin respaldo alguno y sosteniendo en su brazo izquierdo al Niño, envuelto en un rebujo de pañales. A su lado, apuntando hacia el cielo, como indicando la estrella anunciadora del nacimiento del Mesías, figura el profeta Isaías.

A partir de este momento abundan numerosos ejemplos en los que se va fijando iconográficamente el tema de la Natividad. En la catacumba de San Sebastián, en una pintura del siglo IV, se representa un verdadero nacimiento, con el buey y el asno; pero faltan San José y la Virgen que bien pudieran ser unas figuras que aparecen en el fondo.

San José es, por otra parte, el gran ausente de estas representaciones pictóricas primitivas. La divinidad de Cristo, negada por los arrianos, es causa principal de que la imagen de San José no esté generalizada hasta bien pasado el siglo IV, queriéndose evitar con ello cualquier participación humana en la concepción de Jesús.

Sin embargo, a partir de este siglo, el grupo completo aparece ya con asiduidad en sepulturas, sarcófagos y tablillas de marfil y madera como consecuencia de la definición como dogma de la genuina naturaleza humana y divina de Cristo en los diferentes concilios de Nicea (325), Constantinopla (381) Éfeso (431), Calcedonia (451) y nuevamente Constantinopla (553).

Destacan por su importancia las primeras representaciones en relieve del Nacimiento de Cristo, presentes en diferentes sarcófagos de los siglos IV, V y VI. En ellos, junto a otras escenas, se representa la venida de Jesús, a través de una iconografía que irá fijando diversos motivos: así, encontramos, por primera vez, la representación del lugar del nacimiento como una choza; la figura de Jesús recién nacido, acostado en una cesta de mimbre; San José, portando una vara; la Virgen alzada sobre una roca y flanqueada de palmeras… En el sarcófago de Santa Priscila, se representa la anunciación a los pastores y en ella aparece una figura que perdurará en todas las manifestaciones belenistas posteriores: la del zagal llevando una oveja sobre sus hombros; en el sarcófago de Arlés, es la adoración de los pastores la escena central, y en el de Ancona la presencia de los magos es el motivo principal.

No es extraño esta frecuente aparición del nacimiento asociado a un arte funerario, que se explica porque el día de la muerte, era para los cristianos de los primeros siglos, el dies natalis, el día de su nacimiento a la vida sobrenatural.

Por otra parte, y como consecuencia de la costumbre de reproducir en Occidente los más famosos santuarios orientales con los que se tenía alguna especial relación, pueden considerarse también como precedentes históricos de los Belenes las réplicas o representaciones de la Santa Cueva de Belén, que en muchas iglesias, principalmente de Roma, se hicieron para venerar el recuerdo del nacimiento de Jesús.

Según la tradición, algunas maderas de la originaria gruta o cueva de Belén fueron traídas a Roma desde Palestina. Con ellas, en el pontificado de Sixto III (432-440), se construyó la primera imitación del antro praesepis, o cueva del pesebre, por lo que se dio el nombre de Santa María ad Praesepe a la iglesia que la albergó. En ella, siglos más tarde, el papa Teodoro I (642-649), de origen palestino, mandó construir un oratorio que recogiera las supuestas reliquias de la cuna del Niño Jesús, donde el pontífice celebraba la primera de las tres misas de Navidad.

Debido a su mayor vinculación con los Belenes, recordaremos también los llamados «Misterios de Navidad»: funciones semilitúrgicas que se remontan al siglo X y que solían tener lugar en el interior de las iglesias, donde se representaban los episodios principales, tales como el Anuncio a los pastores o la Epifanía.

La representación, originalmente respetuosa y acorde con el carácter sacro de los templos donde se celebraba, fueron degenerando en bullicio y algarabía que convenían poco a la quietud de las iglesias, por lo que se dispuso su realización en los atrios, para acabar siendo prohibida por el papa Inocencio III (1198-1216). Aunque los clérigos solían disfrazarse, también cabe la posibilidad de que existiera cierto apoyo plástico para el decorado, y de que se emplearan figuras tridimensionales o, al menos, pintadas y recortadas, para representar a los personajes sagrados. Esta idea de «espacio» y de «teatro» puede ser el antecedente de los Belenes por tratarse de personajes integrados en un entorno espacial.

Con el tiempo, este teatro religioso va perdiendo referencias dogmáticas, incorporando multitud de elementos populares evidentes en la lengua, en los personajes y en las actitudes que estos manifiestan.

El juego escenográfico que estas manifestaciones teatrales suponen, la incorporación a ellas de la cultura popular, el tránsito continuo de figuras y personajes, el movimiento generado alrededor de la Santa Cueva… son, entre otros muchos, elementos que, procedentes de estas representaciones escénicas, llegarán posteriormente a los montajes belenísticos, que precisamente alcanzan su máximo esplendor en el mismo momento en que el teatro manifiesta sus más altas cumbres: la época barroca.

Al tiempo que se expandía la visualización del drama sacro y se iniciaban los primeros pasos hacia la configuración del Belén en toda su complejidad, el teatro, pese a las restricciones y limitaciones, seguía un camino paralelo. De hecho, puede decirse, que los orígenes del teatro europeo se remontan a estas representaciones del ciclo de la Natividad, especialmente las que se refieren a la Natividad y Anuncio de los pastores, y las de la Epifanía. Suele citarse como ejemplo temprano, un fragmento del Auto de los Reyes Magos, que se conserva en la biblioteca de la catedral de Toledo, escrito en castellano y fechado en el siglo XIII.

En el siglo XIV, el tema del Nacimiento es motivo de representación propiamente teatral, lo que pudiera contribuir a la existencia de los Belenes.

Es oportuno también recordar las obritas teatrales cortas mallorquinas, llamadas Pastorells, que se ponían en escena, por lo menos desde el siglo XVIII, cuyo tema central era la ofrenda de presentes hecha al Niño Jesús por un grupo de jovencitos ataviados de pastores. Así también, los «teatrillos parlantes» o de marionetas, como el que se sigue representando en Alcoy (el Belén de Tirisiti), tuvieron su influencia en los Belenes.

Con todo lo dicho se deduce cuál era el clima de devoción al Misterio del Nacimiento de Cristo, propagada también por la Orden del Temple, y que influirá después en la práctica navideña de los Belenes. Pero será a partir del siglo XIII cuando se dé un impulso vigoroso a la conmemoración plástica del hecho del nacimiento de Cristo.

En la Europa del siglo XIII, se producen cambios importantes. El poder feudal va decayendo. Del cerrado estudio de los claustros se da paso al más abierto de la Universidad. Roto el estricto cauce del monasterio, el obispo concede licencia a los clérigos para enseñar fuera del ámbito monacal. Con ello la cultura se populariza… En este singular ambiente nace una nueva orden religiosa, la franciscana, que, en lugar de encerrarse en los conventos, sale a la plaza pública, a los caminos, predicando una religión más popular. No hay duda de que aquellos nuevos aires, con la devoción por lo sencillo y lo popular, servirían de simiente adecuada para el surgimiento del belenismo.

San Francisco de Asís (1182-1226) es el autor del milagro de la extensión del misterio del Nacimiento. Tomás de Celano, biógrafo del santo, nos cuenta que, en el año 1223, pidió San Francisco licencia a Honorio III para poder representar, en la noche de Navidad, en una cueva de Greccio, en la Toscana italiana, el nacimiento de Jesús, dispensa necesaria pues hacía dieciséis años que el papa Inocencio III había prohibido cualquier manifestación teatral en las iglesias. Obtenida la autorización, en la cueva se figura el Nacimiento de Jesús, quien, según la tradición, milagrosamente cobró vida en medio de la celebración.

A partir de aquel momento, los frailes llegaron a hacer tradicional en todas las iglesias franciscanas la costumbre de representar la escena divina, recreando pesebres vivientes y extendiendo así la visualización del nacimiento de Jesús, antecedente próximo de los Belenes.

Ello es la razón que llevó a las Asociaciones Belenistas de todo el mundo a solicitar del Vaticano la proclamación de San Francisco como patrono universal del belenismo, lo que felizmente se logró el año 1986.

En la propagación del belenismo es también fundamental la labor de las clarisas, vinculadas a la orden franciscana. Aunque no se trata propiamente de belenismo, las clarisas son las iniciadoras de una tradición que se extiende a muchos conventos de monjas: cada novicia traía al ingresar en la comunidad la imagen de un Niño Jesús que luego era vestido con atuendos creados por las propias monjas. Dicha tradición llegó a España y fue especialmente viva en Levante, dando lugar a los repos de Jesús (descanso de Jesús).

En los tiempos de la Contrarreforma, serán los jesuitas quienes den un nuevo impulso al belenismo como medio para reprimir cualquier brote de protestantismo. Se animan los servicios divinos de Navidad, por medio de escenas de Belén, realizadas por tallistas y escultores.

La nobleza no tardó en querer poseer belenes similares en sus capillas privadas y, de allí, la costumbre saltó a los hogares de la alta burguesía, para arraigar, más tarde, en el pueblo llano. Para recreo de los niños, se representaban no sólo la escena del nacimiento de Jesús y el pesebre de Belén, que seguía ocupando el mural central, sino también motivos de la vida cotidiana de los creadores de estos Belenes: los campesinos, los artesanos…

Similar labor de difusión del belenismo realizan los teatinos y un siglo más tarde, en el siglo XVII, los escolapios. Siglos más tarde, en el período decimonónico, otro sacerdote español, San Antonio María Claret, fundador de los claretianos, también alentará de modo decisivo la devoción belenista, tan enraizada en la esencia del pueblo hispano, y que, gracias a él, adquiere nuevo impulso.

M.ª Pilar de Pablo Catalina – Asociación Belenista de El Burgo de Osma

Bibliografía consultada para este artículo:

  • Martínez-Palomero, Pablo. El Belén. Historia, tradición y actual. Barcelona, Aura Comunicación, 1993
  • Pérez-Cuadrado, Juan. El mundo del Belén. San Sebastián, 1986
  • Arbeteta Mira Letizia. Oro, Incienso y Mirra. Los Belenes en España. Madrid, 2000

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Qué es ser belenista, por Mª Carmen Casado de la Rica

15 Dic 01
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Qué es ser belenista, por M.ª Carmen Casado de la Rica

(Artículo publicado en la revista El Pastor de Nochebuena n.º 1 (2001) de la Asociación Belenista de El Burgo de Osma)

El Belenismo está de moda. A esa conclusión se podría llegar si observamos el auge que las manifestaciones belenísticas están teniendo en nuestra sociedad. Hay multitud de asociaciones, belenes monumentales, macroexposiciones sobre el Belén donde se presentan los tesoros de nuestro arte desde los siglos más remotos hasta nuestros días. Se muestran las mejores tallas, los mejores relieves, las mejores pinturas, realizados a lo largo del tiempo por los más prestigiosos artistas. Donde se exponen también las humildes figuras populares de barro de principios del siglo XX, que ya comienzan a ser antigüedades, y los maravillosos dioramas con bellas figuras de artesanos actuales, realizados por las asociaciones belenistas. Son exposiciones atractivas para todos, por el valor artístico de las piezas, por la ternura y sensación de paz que inspira el Nacimiento, y por despertar esa faceta infantil que hay dentro de nosotros. Además, a veces es una auténtica lección de Historia Sagrada.

Pero detrás de todas estas manifestaciones, subyace el espíritu de unos artistas y autores que han querido transmitir sus sentimientos, dotando a sus obras de una expresividad concreta.

Cuando el belenista realiza un diorama (representación tridimensional de una escena bíblica de la infancia de Jesús) o un Belén, intenta reproducir lo más fielmente posible el ambiente en el que se desarrolló ese hecho (arquitectura, geografía, flora, fauna, etc.). Intentará realizarlo cada vez mejor, investigará y se documentará de cómo era Palestina en los tiempos de Jesús, la sociedad judía, los oficios, etc. Intentará crear una perspectiva que dé realismo a la escena. Así, buscará reflejar de la manera más fiel posible y desde su fe cristiana, lo ocurrido hace más de 2000 años: el Nacimiento de Dios, que quiso ser hombre y llevar una existencia humana, que eligió nacer en una familia humilde y en un pesebre y que nos dejó un maravilloso mensaje de Amor.

Quiero terminar, animándote a poner un Belén cada Navidad, símbolo de la paz y solidaridad que cada día son más necesarias en el mundo.

Mª Carmen Casado de la Rica – Asociación Belenista de El Burgo de Osma


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Nació en un establo porque no había sitio para ellos en la posada, por Antonio Bernal González

20 Dic 98
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Nació en un establo porque no había sitio para ellos en la posada, por Antonio Bernal González

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Al amparo de esta frase he realizado el belén que los arcenses y cuantos visitantes deseen acercarse a Arcos, podrán contemplar esta Navidad’98 en el Centro Anais (Hermanas Salesianas) en calle Corredera.

La idea parte de una conversación que casualmente mantuve el pasado año con el Párroco de Jédula D. José Palomas. En dicha conversación sacamos a relucir el controvertido asunto de la postura del posadero, al parecer plasmado en la mente de todos como un hombre sin sentimientos que no dio cobijo a María y José en ese momento tan delicado en que María se disponía a dar a luz en un lugar extraño para ella.

Pero antes de adentrarnos en sacar conclusiones, recurramos un poco a la historia.

Existían dos ciudades de Belén: Belén de Judea y Belén de Zabulón. Los evangelistas se refieren a la primera, por ser el lugar del nacimiento de David.

El nombre completo era Belén Efrata, que quiere decir «Casa del Pan», por tanto se supone que había cereales y almortas (no se utilizaba el trigo); también era tierra de pastores y, por tanto, de queseros.

Belén estaba situada a 8 km al sur de Jerusalén, a 700 m sobre el nivel del mar, en el borde del desierto de Negueb y en el camino de Jerusalén a Hebrón y Gaza. En sus afueras había un «Caravassan», equivalente a nuestras ventas de Andalucía, Murcia y Castilla. Este «Caravassan» fue construido en el siglo V antes de Jesucristo por Roboan.

En el «Caravassan» siempre había lugar. Era un patio con soportales, una fuente y un lugar para los camellos y los asnos. El ganado menor se dejaba en las pequeñas grutas de los alrededores.

El «Caravassan» no era el lugar adecuado para dar a luz en medio de tanta gente como en aquellos días que acudían a censarse, por lo que tuvieron que buscar una de las cuevas próximas y posiblemente anexa a la misma posada.

Por último decir que la cueva donde nació Jesús y según se desprende de lo que queda de ella en la actualidad, pudo tener unas dimensiones de 12 x 4 m, y 2 m de altura.

Pues bien, este año he querido representar lo que pudo ser, con muchísimas posibilidades, el escenario de la posada, con su patio porticado repleto de gente instalada en los soportales, con animales de carga descansando en las cuadras, con un posadero en actitud vigilante ante el portón principal, pero a la vez relajado y entretenido jugando con los perros despues de haber buscado aposento a la «familia en apuros», instalándolos en el establo de la posada.

De esa manera, María pudo dar a luz con cierta intimidad, rodeada de los animales típicos del belén: el buey y la mula.

El posadero no fue tan malo.

Antonio Bernal González

Algo de historia, por Inmaculada Porro Baena

20 Dic 98
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Algo de historia, por Inmaculada Porro Baena

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Según los libros que he podido consultar, para conocer cuándo aparecen las primeras manifestaciones artísticas sobre el Nacimiento de Jesús, y más concreto sobre la costumbre de montar un nacimiento, o representar un belén, puedo contaros que los primeros indicios los podemos encontrar en las Catacumbas de Priscila hacia el año 180 ó 200; son unas pinturas relacionadas con motivos navideños como la Virgen María sosteniendo en brazos al Niño Jesús.

También podemos encontrar algunos motivos relacionados con la Epifanía de Jesús, en sarcófagos y tablillas de marfil, sin especificar el año concreto.

Pero donde más se aprecian es en algunos relieves bizantinos de la catedral de Rávena del siglo VI, en las cuales se nos ofrecen escenas como el sueño de San José o la Virgen embarazada junto a San José camino de Belén y la clásica escena del pesebre con el buey y la mula junto al Niño, San José y la Virgen.

Sin embargo, la primera representación de la Navidad fue realizada por San Francisco de Asís, el cual era un gran admirador del nacimiento del Niño Jesús.

En la Nochebuena de 1223 escenificó una versión de tan gran acontecimiento en el santuario italiano de Greccio con personajes y animales vivos. Santa Clara siguió el ejemplo de San Francisco, la cual lo difundió por todos los conventos franciscanos.

La primera referencia en cuanto al montaje del belén, realizado con figuras en lugar de personas y animales fue en 1252 en un monasterio alemán y en el 1300 se exhibió una en la catedral de Barcelona.

Más tarde, ya en el 1500, la Contrarreforma ayudó a su difusión por todas las iglesias y monasterios españoles gracias al favorecimiento de todas las expresiones de devoción popular. Ya en el siglo XVIII, el rey Carlos III encargó a José Ginés y José Esteve (artesanos alicantino y valenciano) la construcción de un belén de 600 figuras para su hijo, Carlos IV. En estos momentos de la historia podemos observar que la tradición artística de montar un belén o nacimiento durante los días navideños se limitaba a un sector privilegiado de la sociedad o incluso podríamos decir que eran los únicos que podrían observarlos y contemplarlos… Con lo cual podemos deducir que el valor artístico de dichas figuras sería sin lugar a dudas soberbio y exquisito, y estarían realizadas con los mejores materiales que pudieran obtener.

Pero como el Niño Jesús quería en estas fiestas estar en todos los hogares, esta costumbre de montar el belén se fue extendiendo a todas las clases sociales, apareciendo otro tipo de figura más tosca, vulgar y popular y por supuesto más accesible a todas las personas, incluso a las clases más humildes.

Se tiene referencia de que en 1786, en una feria de Barcelona (feria de Santa Lucía), se vendían figuras de belenes, de barro y cartón, con lo cual sólo al mencionar estos materiales podemos deducir que serían destinados para un sector humilde de la población, y por supuesto su realización podemos centrarla dentro de talleres familiares.

En el siglo XIX, la afición por montar un belén ya se ve en las casas, ya sean monumentales, o lugares públicos o privados… Se ha extendido por toda España, y la difusión de figuras de belenes para todos los bolsillos contribuyó gratamente a dicha expansión.

Podemos firmar que este siglo no había un hogar, ya fuese humilde o distinguido, que en estos días navideños no tuviera instalado su nacimiento.

Bueno, espero que este relato sacado de los diferentes libros de belenes que he podido leer os sirva, o nos sirva, para algún día poder detallar que en el siglo XX también tuvimos la suerte de conseguir que el belén fuera algo muy habitual en todos los hogares españoles.

Inmaculada Porro Baena

Llega Navidad, poema de un belenista anónimo

20 Dic 98
Presidencia FEB
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Llega Navidad, poema de un belenista anónimo

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

En estos días del año
todo el mundo espera ya
la llegada del Mesías
y con Él la Navidad.

El Belén hay que montar
y sacar las figuritas
que entre virutas y pajas
aguardándonos están.
Nerviosos y parlanchinas
todas quieren salir ya,
piensan y dudan el sitio
donde se colocarán.
Los pastores y sus rebaños
se han conseguido juntar
para salir los primeros
y un buen aprisco buscar.

El sol le dice a la luna:
¡no te duermas, vienen ya!,
que alumbrar hemos a todos
los que van hacia el Portal…
Los Reyes Magos alforjas
cargadas las tienen ya,
los pañales para el Niño
y muchos regalos más.
La estrella dispuesta está
para ir cruzando fronteras
y a los pueblos anunciarles:
¡que ya llega, que ya llega!

Felices el buey y la mula
juntos caminando van,
para calentar al Niño
cuando lleguen al Portal.

Las campanas de mi pueblo
toques ensayando están,
para cuando nazca el Niño
dormirlo con su sonar.
José, la Virgen y el Niño
impacientes todos están,
porque quieren con nosotros
renovar la Navidad.

Un belenista

Cómo conseguir el efecto «lluvia» en el belén, por Antonio Bernal González

20 Dic 98
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Cómo conseguir el efecto «lluvia» en el belén, por Antonio Bernal González

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Todos los belenistas, por muy expertos que sean, coinciden en la gran dificultad que encierra el manejo del agua natural en la construcción del belén, ya sea en forma de río, lago, o como en el caso que nos ocupa, de lluvia.

La dificultad se basa fundamentalmente en el control del agua, de tal manera que no se escape por ningún sitio no deseado y nos chafe todo el invento.

Hacer que llueva en un belén puede ser un tormento si no delimitamos la zona de lluvia y sobre todo si no impermeabilizamos perfectamente la zona donde llueve.

Por tanto, mientras más pequeña sea la zona en la que llueve, más fácil lo tendremos.

Voy a desarrollar los pasos a dar para hacer que llueva en un belén cuyo desarrollo es fundamentalmente un patio porticado, en torno al cual se construyen los edificios que cierran el patio, de tal manera que evitemos en esta ocasión construir espacios grandes con paisajes lejanos en los que sería muy complicado el efecto de lluvia.

Por tanto, tenemos un belén que consiste en un desarrollo interior de edificios que conforman un patio que será donde llueva.

Fase 1

Construiremos una plataforma con fibra de vidrio -se trata de una especie de malla blanca de fibras entrecruzadas que al aplicarle un producto endurecedor se convierte en una plancha impermeable y poco pesada-. Este material se encuentra en droguerías y tiendas de pinturas.

La plataforma deberá ser algo más grande que el cuadrado o rectángulo que formará el patio sobre el que queremos que llueva. Deberá tener un borde lo suficientemente alto como para que el agua que recoge no se salga (unos 3 ó 4 cm). Una vez comprobado que la plataforma es totalmente impermeable haremos un agujero en el centro al que conectaremos una salida para que el agua pase al depósito desde donde será bombeada de nuevo.

El depósito deberá tener capacidad para recoger toda el agua del circuito una vez en reposo y podremos utilizar una bomba de lavadora para hacer el circuito cerrado deseado.

Fase 2

Construir sobre la plataforma las edificaciones que cierran el patio e impiden que se vea el celaje. El agujero central deberá estar protegido con una malla o filtro que impida el que el agua arrastre al depósito suciedad.

El suelo del patio que queda lógicamente sobre la plataforma impermeabilizada, puede rellenarse de piedras diminutas que darán al mismo tiempo un efecto real y servirán para que a través de ellas se filtre el agua y pase por el desagüe central al depósito.

Fase 3

Se construye una parrilla del tamaño del patio en el que queremos que llueva utilizando para ello tubos de riego por goteo. Se trata de unos tubos de plástico duro que traen unas cánulas por tramos, por las que gotea el agua. Se puede incrementar el número de cánulas cortando el tubo e introduciendo cánulas que venden sueltas.

Este material se puede encontrar en fontanerías o tiendas donde vendan material de jardinería. Hay elementos suficientes como para montar nuestra parrilla sin más herramientas que una cuchilla para cortar los tubos de plástico y, si acaso, un mechero para calentar el tubo y facilitar la colocación de las cánulas y las distintas piezas de empalmes.

Si la cantidad de gotas es insuficiente se pueden incrementar perforando los tubos en los sitios donde se desee, con una boca muy fina, si acaso de 1 ó 2 mm.

Fase 4

Colocamos la parrilla justo encima del patio, y fuera del alcance de la vista (si bien no podremos abusar de la altura, ya que la bomba tiene un límite de altura para bombear), conectando con una goma la salida de la bomba de agua junto al depósito con dos de los extremos de la parrilla de tal manera que la presión llegue bastante repartida a la misma.

Si tenemos un aparato electrónico de luces que nos permita conectar el mecanismo del agua en una fase concreta, podremos hacer que llueva, por ejemplo, en el amanecer mientras que en las demás fases escampa.

Antonio Bernal González

Para empezar el tiempo navideño, por Manuel Porro Martínez

20 Dic 98
Presidencia FEB

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Para empezar el tiempo navideño, por Manuel Porro Martínez

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

No estamos solos, contamos con muchos miles de seguidores, en los cinco continentes los nacimientos son construidos y adorados. Podemos contemplar la naturalidad de la confección del belén, dependiendo de las habilidades y posibilidades de cada uno, del material disponible, del espacio que tengamos libre, de las horas que podamos dedicarle al montaje del belén y de las «ganas» que tengamos ¡pues podemos fallar!…, pero lo que no se nos puede olvidar, es que todo belén construido (por simple que sea) nos da la oportunidad de contemplar la grandeza del nacimiento del Niño Dios.

Cuando salga esta revista a la luz del día, ya debemos tener nuestros belenes montados en casa, o casi terminados, porque la Navidad es un acontecimiento tan maravilloso que nos obliga a no olvidarnos de poner un pequeño belén en casa, pues son fiestas de familia, de mucho amor, de gran sinceridad de bastante amabilidad, y de gran respeto para todos, y ni qué decir tiene, que es el momento de sacar a la luz lo mejor de nosotros mismos, utilizarlo como herramienta para montar, colocar y confeccionar ese maravilloso belén que siempre hacemos con mucho cariño.

Cuando ya tenemos construido el belén, por ese Altísimo Designio, por decirlo de alguna manera, debemos pararnos ante él y pensar primero en el trabajo que siempre conlleva el montaje de un belén; segundo, pensar en la creación personal, en el acoplamiento de tantos detalles que le dan una personalidad a nuestra obra, y finalmente, interiorizar una oración por la obra terminada, por ser una participación personal para gloria de Dios, una obra construida por nosotros mismos que nos da la oportunidad de acercarnos más a Él.

A mí particularmente, me gusta visitar los belenes, porque a todos, siempre les encuentro algo, no sé qué, pero hay un particular detalle en casi todos ellos, unos con un fondo espléndido, unas montañas increíbles, un río de piedra o agua lleva, unas palmeras esbeltas, unas casitas primorosas, unas grutas maravillosas, esos pastorcitos con esa cara de admiración, unos adorando y otros demostrando su bondad, esas lavanderas lavando su ropa, otras mujeres acarreando los búcaros con agua de los pozos ¡y esa gracia de los pozos!, los caminos, esos Magos de Oriente, esa Estrella con su destello, la gruta donde nos encontramos con el Niño Divino, su Madre María y su Padre San José, esa mula y ese buey, esos rebaños de ovejas y cabras que, con arte y salero, son puestos en los belenes, para recordarnos ese magnífico acontecimiento que todos los años volvemos a recordar y disfrutar por estas fechas.

De todas las fiestas, ésta de la Navidad es quizás la mayor, es más familiar, participan los «reyes» de la casa, nuestros hijos, y también los mayores, los abuelos, se realizan las comidas en familia con el famoso pavo, los polvorones, los mantecados, los turrones, los anises, sin olvidar los Vinos de Jerez y siempre o casi siempre, terminar con un dulce brindis que nos transmita los mejores deseos a todos los miembros de la familia.

Es un acontecimiento Santo, que continuamente lo tenemos de manifiesto, ante nuestros ojos de día y de noche, nos revela de nuevo el milagro del nacimiento del Hijo de Dios. Cada vez que pasemos por el sitio tan entrañable, en el que tengamos montado nuestro belén, debemos pararnos delante de él, nos invita a arrodillarnos, a encontrar tranquilidad, amor y paz en el ajetreo de nuestro caminar diario, a hacer una pausa para conocernos mejor, quedarnos con nuestras buenas cosas y rechazar todas las malas que tengamos acumuladas en nuestras almas pecadoras.

Es un acontecimiento tan enorme y maravilloso que tenemos que compartirlo con nuestros seres más queridos, con la familia, con los amigos…, el belén debe convertirse en ese centro de unión en el que se unan y reencuentren todos nuestros sentimientos y pensamientos.

Ojalá pueda comprobar que he logrado convencer y sacarle todo su fruto al montaje de los belenes, sería una buena recompensa personal el logro de que todo el que lea el artículo comprenda la importancia de la construcción del belén.

Manuel Porro Martínez

¡Hay que ver cómo pasa el tiempo!, por Rafael Castro

20 Dic 98
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¡Hay que ver cómo pasa el tiempo!, por Rafael Castro

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Es muy frecuente oír, sobre todo en personas de una cierta edad, la frase «¡hay que ver cómo pasa el tiempo!», y efectivamente el tiempo ha pasado, estamos de nuevo en Navidad y parece que fue ayer cuando esta revista vio la luz por primera vez el pasado año. Es época de ajetreo para los «tontos de Nacimiento». Me explico:

Hace algún tiempo, comentando con un conocido mi afición belenista, éste exclamó: «¡ah!, entonces tú también eres tonto de Nacimiento, ¿no?». Asentí sonriendo el chiste y de alguna manera ha quedado en mi mente el doble sentido de la frase.

Nunca mejor dicho aquello de : «mal de muchos consuelo de tontos», ya que somos tantos los tontos de Nacimiento, que lo que en principio pudiera parecer un insulto, pasa a ser una gran satisfacción. Es compartir esta bonita afición con personas (mujeres, niños y hombres) de edades dispares, profesiones diversas, distintas ideologías, etc., convertidos en estas fechas en verdaderas fuentes de creatividad, de minuciosos «artistas» del porexpán, la escayola y de tantos detalles que lleva implícito la creación de cualquier escena de un belén. Es rememorar cada año un aspecto religioso, lúdico, folklórico o tradicional, según el enfoque personal de cada uno, muy ligado a nuestra vida.

El único fin, totalmente altruista (afortunadamente no existen competitividad, premios, diplomas, ni medallitas), es mostrar y disfrutar con el pueblo en general el trabajo realizado, a veces durante meses, en ratos libres y días festivos (mezcla de gozo y sacrificio) una escena de un belén (diorama) o un belén «abierto». A partir de ahí, sólo esperas sentir en tu interior que algo vibra, viendo la mirada de un niño con ojos de asombro, a los mayores hacer comentarios señalándose unos a otros los detalles que van descubriendo. Saber que les gusta, y hasta entusiasma ver, una puerta vieja, una hoguera, los cambios de luces de un atardecer, el río corriendo moviendo una noria…, te sientes muy a gusto por ello porque… en el fondo somos vanidosos.

Si alguien quiere incrementar la lista, no hay límite de edad para ello, sólo tiene que proponérselo y, a partir de ahí, rodeado de un grupo de amigos, se va a iniciar y ayudar para que un «tonto» más ponga su Nacimiento.

Sean felices.

Rafael Castro

«El futuro de la Asociación está en manos de los jóvenes». Entrevista a Carmen Temblador

20 Dic 98
Presidencia FEB
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«El futuro de la Asociación está en manos de los jóvenes». Entrevista a Carmen Temblador

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Carmelita Temblador, como cariñosamente la llamamos todos los que la conocemos, es la presidenta de la Asociación de Belenistas «La Adoración», nació en Arcos de la Frontera hace 65 años y lleva al frente de la Asociación desde su fundación, preocupándose siempre de cuidar y mimar todos los actos que por estas fechas tan entrañables se organizan en Arcos de la Frontera.

Cómo recuerda la Navidad en su infancia? ¿Participaba el pueblo en esas fechas como lo hace ahora?

Recuerdo la Navidad con cariño y emoción, sobre todo unas Navidades con la familia Benot, que vivían la Navidad con entusiasmo y tenían un nacimiento precioso, yo no tenía nacimiento y todo el proceso del montaje lo vivía con ellos; para poder colaborar más directamente, mi padre, que trabajaba en el campo, me traía hierba y yo se la llevaba a ellos, y así ellos me dejaban colaborar muy directamente de tan entrañable momento.

Las Navidades de mi infancia eran muy bonitas, y la participación del pueblo era diferente a la de ahora, ni más ni menos, pero era más desde las propias casas, cada uno en la suya.

¿Cuándo comenzó su afición por las figuras de nacimiento, por los belenes? ¿Recuerda su primer Misterio?

Hace mucho tiempo, casi 24 años, yo tengo actualmente 65, y tenía 40 ó 41 años, y nunca había podido tener un misterio. El primero me lo regaló la Marquesa de Villareal, que era la dueña de un cortijo donde yo tenía mi escuela. Cuando ella vio mi afición al belén me regaló uno que era de su madre, aún lo conservo y me hizo muchísima ilusión. Ahora está instalado en un diorama de la Asociación.

Cuéntanos cómo surgió la Asociación de Belenistas de Arcos. Contactos previos, gestiones, etc.

Todo tiene su historia, yo tenía mucho contacto con la agencia de viajes Ecuador y allí sorteaban todos los años en una fiesta que se organizaba unos viajes, y a mí, por ser clienta, me llamaron para acudir a la fiesta. Tras unos altibajos me decidí a ir con la suerte de ser la agraciada con el viaje de ese año. El viaje era a Gijón, yo no sabía nada, sólo que quien lo organizaba era Vicente Prieto Bononato (presidente de la Asociación de Belenistas de Jerez), y este señor me comentó que a lo mejor ese viaje a mí no me gustaba pues era para acudir a un congreso belenista. Yo me puse loca de contenta y, claro, él se quedó admirado. Fue el primer congreso belenista que se organizaba y allí conocí a las diferentes asociaciones belenistas que existen en España.

Al llegar de vuelta a Arcos, contacté con Manuel Porro y le comenté lo que había vivido y nos pusimos manos a la obra para realizar este proyecto… y así realizamos la primera exposición de dioramas en Arcos, en una habitación de las Gradas de Santa María que nos cedió Juan Candil… y así hasta hoy.

¿Recuerda qué ubicaciones han tenido las exposiciones de dioramas y nacimientos?

Hemos cambiado cuatro veces de sede: la primera fue en Santa María, nos trasladamos a El Pósito, de allí nos fuimos a San Miguel y por último al Ayuntamiento Viejo. De los cuatro salones, el marco de San Miguel, para la exposición de los dioramas, es incomparable.

Recientemente, hemos perdido a un gran belenista y a un gran hombre: Víctor Marín Solano. ¿Qué nos puede decir de él?

Era una bellísima persona, nos ayudó muchísimo, siempre estaba disponible, fíjate, la primera cuenta corriente de los belenistas se puso a nombre de Manuel Porro y de él. Personalmente lo he sentido mucho, era alguien brillante, desinteresado…

Sabemos que usted ha viajado bastante, y que viajar es una de sus pasiones. ¿Ha tenido la ocasión de viajar a Tierra Santa? Si es así, ¿qué es lo que más le ha impresionado?

¡Sí!, he ido. Me impresionó la Iglesia de la Trinidad donde nació el Niño Jesús, todo allí es emocionante, nos escapábamos después de las rutas programadas con el guía, que era sacerdote, y nos explicaba todos los detalles maravillosos de aquella tierra.

La gruta de Belén, el Monte de los Olivos…, volvería, claro que sí, pero cuando se calme políticamente un poco la situación.

¿Qué opina del árbol de Navidad?

No me gusta nada, lo respeto como costumbre, pero personalmente no me gusta, aunque cada uno puede vivir la Navidad como quiera, pero para mí donde va un nacimiento no va nada.

¿Cuál va a ser la sede de la Asociación belenista? ¿Será la definitiva?

He de hablar del local que nos ha cedido el Ayuntamiento de Arcos, situado frente al Colegio de San Miguel, en el matadero: estoy, o mejor dicho, estamos toda la Asociación muy agradecidos al Ayuntamiento por ello, pues se han portado muy bien con nosotros; así podremos instalar allí nuestra sede de trabajos y contactos.

¿Cómo ve el futuro de esta Asociación?

En el futuro, si se sigue trabajando, si se motiva a la gente joven… Todo está en manos de la gente joven, en las mías cada vez menos, pero yo confío mucho en ellos.

¿Qué puede hacerse, según su opinión, para ampliar el número de socios?

Los socios han de ser voluntarios de verdad y no socios de cuotas, prefiero 30 socios de verdad y belenistas que a 100 que paguen mucho.

Imaginamos, ahora que se ha jubilado, que dedicará más tiempo a su labor belenista. ¿Qué le gustaría proyectar o hacer ahora que tiene ocasión?

Todo el tiempo que pueda dedicarle, me gustaría que los belenistas hagamos alguna labor social también, algo con niños y personas mayores, para lo que queremos ponernos de acuerdo con la Iglesia y no abandonar de mano este campo de trabajo, nuestra labor ante todo debe ser religiosa.

¿Qué opinión tiene del Belén Viviente, y de su organización?

Me gusta mucho y la organización reconozco que hace todo lo que puede, es una labor digna de admiración; prefiero pocas escenas y bien organizadas que muchas y mal estructuradas, de todas maneras es un trabajo excelente el que realizan, para el que siempre pueden contar con nuestra cooperación.

Dios en casa, por Vicente Prieto Bononato

20 Dic 98
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Dios en casa, por Vicente Prieto Bononato

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Poco narra la Escritura
de cómo el parto sería,
qué cantó la angelería,
ni cuál fue la partitura.
Qué sonó desde la altura
cuando se abrieron los cielos,
y la Gloria vino al suelo
cayendo sobre un pesebre,
sin que una brizna se quiebre
de lo leve de su vuelo.

Cumpliendo lo revelado
asno y buey reconocieron
que el Niño que le pusieron
sobre el pesebre acostado
era el Mesías esperado,
varón de dolores pleno;
y calentaron el heno
-humilde trono de Dios-
embelesados los dos
con aquel lirio moreno.

Sé que llegaron pastores
que velaban cerca al raso,
cuando la luz del ocaso
se llenó de resplandores
y ángeles anunciadores
cantaron la buena nueva
de que en una humilde cueva
había nacido el Mesías:
Jesús, hijo de María,
nuevo Adán y nueva Eva.

Y magos desde el Oriente
que no sé si fueron tres,
ni si adoraron después
o antes de Los Inocentes.
Lo que sí tengo presente
llegado el tiempo de Adviento
es que la paz y contento
que a mi corazón abrasa,
la trae Dios a mi casa
cuando pongo el Nacimiento.

Vicente Prieto Bononato – Presidente de la Asociación de Belenistas de Jerez

¿Qué es la Navidad?, por Juan Roig Carretero

20 Dic 98
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¿Qué es la Navidad?, por Juan Roig Carretero

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 2 (1998) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Dicen que llega la Navidad. Y yo me pregunto, ¿qué es Navidad?

Navidad, para una Niña, que aceptó la voluntad de Dios, fue la inmensa alegría de ver nacer de sus entrañas a todo un Dios, nuestro Niño Jesús que ponemos todos los años en el belén.

Navidad fue para unos magos un motivo de regocijo, al lograr ver el fruto de sus investigaciones y estudios.

Navidad fue para unos inocentes el motivo, que por avaricia y maldad un desaprensivo llamado Herodes, les cegara sus cortas vidas.

Navidad ha sido a lo largo de la historia un motivo de inspiración para pintores y escultores.

Navidad era no hace muchos años, un motivo de felicidad, unas fechas en las que las familias que a lo largo del año padecían estrecheces económicas, mínimas licencias culinarias o escasez de regalos (juguetes), olvidaran sus penurias, sus agobios y no sé, si por la paga de Navidad, se regalaran ropas, a los niños juguetes (tal vez la muñeca de trapo o el carrito de madera y los bueyes de cartón), se comía pavo, mantecados, turrón, se bebía anís y cognac, la familia montaba el belén en casa, belén de corcho, de serrín, de escorias de trenes, con figuras de pellizco, con casas de cartón de cajas de zapatos, etc. Se iluminaban las calles, pero se iluminaban de verdad, pues de tener una bombilla cada treinta metros pasaban a tener treinta cada uno.

Navidad era un alto en el camino, era un motivo de esperanza, se ansiaba que llegara Navidad, nos visitaban los parientes, esos que solo se veían de Navidad en Navidad. Será porque yo era niño, pero con qué ilusión y con qué alegría se esperaba y se recibía a la Navidad.

Navidad es hoy en día -sin embargo-, casi una cosa más, un día más: regalos, juguetes, exquisiteces culinarias, las tenemos a diario; yo diría que estamos hartos de recibirlos, de comprarlos, de saborearlas.

Derrochamos, tiramos más que lo que utilizamos, bebidas nunca nos faltan, viajar en cualquier época del año es bueno. Entonces hoy en día, en estos tiempos consumistas en los que vivimos, ¿qué es Navidad? Tal vez, si sólo la viéramos de una terrena, mundana Navidad, son unos días que van desde dos números rojos en nuestro almanaque: el 24 de diciembre y el 6 de enero.

Pero, si tenemos la suerte de elevar los ojos al cielo, si tenemos la enorme dicha de sentir la verdadera Navidad, Navidad sigue siendo un enorme período de alegría, una justificación y un motivo de darnos a los demás, para hacer el bien, pero bien con mayúsculas, sin saber a quién y sin esperar nada a cambio.

Navidad es una necesidad de dar a conocer con nuestra forma de ser, con nuestro actuar, que en Navidad nace Dios, nuestro Dios, nuestra Luz, el principio y el fin de nuestra vida.

En esta línea, Navidad es para los belenistas, y creo que estas páginas están dirigidas principalmente a ellos, a nosotros, el momento de pregonar con nuestros montajes, con nuestros dioramas, con nuestros belenes, la grandeza y la humildad de nuestro Dios, de inspirar y ser capaces con nuestros nacimientos de tocar el corazón de cada espectador anunciándole que Dios, nuestro Dios, ha nacido, que debemos y tenemos que hacer que Jesús, que ese Niño, nazca y florezca en nuestro interior, en nuestras vidas, porque, realmente, estamos en NAVIDAD.

Juan Roig Carretero – Presidente de la Federación Española de Belenistas

Recuerdos de una infancia, por Conchi Porro

20 Dic 97
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Recuerdos de una infancia, por Conchi Porro

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 1 (1997) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Llegando estas fechas tan entrañables, me hago una pregunta… ¿Por qué este gusanillo en mi familia hacia el belén?… ¿A qué es debido?

Remontándome en el tiempo recuerdo por estas fechas el trasiego de cajas, bien guardadas y amarraditas con su cuerda blanca y su gran letrero (muy bien escrito y detallado), diciendo lo que contenían.

A continuación se presentaba el siguiente dilema… dónde se iba a poner este año. Sobre el mueble aparador o sobre la mesa del comedor. Daba igual un sitio que otro, al final siempre iba sobre la mesa del comedor.

Lo primero era buscar papel marrón de envolver para tapar la mesa y luego papel azul para el cielo, al mismo tiempo que del papel de plata del paquete de tabaco de mi padre recortábamos estrellas y una luna.

El sábado íbamos a la carpintería para recoger serrín para construir los caminos, recoger el corcho para las montañas y el polvo de talco para que existiera la nieve, pues según me decía mi madre en aquella época hacía mucho frío…

Por la noche cuando nos sentábamos en la candelita mi madre recortaba trozos de la tela para hacer las ropitas del Niño y ponerlas en el tendedero de la Virgen.

Después venía colocar la gruta, las casitas, el castillo de Hérodes y el mayor problema para mi padre, instalarle la luz en las casitas; cosa que siempre solucionaba mi madre, con sus tijeras y su esparadrapo, a la vez que nos reñía para que no nos subiéramos a la azotea a coger verdín y musgos, para la vegetación, y por último, desembalar todas las figuritas; por cierto, nunca me dejaban tocarlas, pues eran de barro y podía romperlas, más tarde nos compraron unas de plástico para que pudiéramos moverlas y tocarlas y esas no se partían.

Esas las movíamos (los Reyes Magos) cada día un poquito hacía el portal para que llegaran a su destino y el día señalado ponerlas a adorar al Niño.

Creo que mi pregunta queda solucionada con estos recuerdos.

Me agrada y enorgullece haber heredado la costumbre navideña de montar el belén, y de habérsela transmitido a mis hijos… Gracias Papá.

Conchi Porro

Técnicas de construcción de belenes, por Antonio Bernal González

20 Dic 97
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Técnicas de construcción de belenes, por Antonio Bernal González

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 1 (1997) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Visitando, observando, y conversando con algunos de los excelentes belenistas jerezanos, he aprendido a perfeccionar muchas de las técnicas de construcción y acabado que, año tras año, vengo aplicando en los míos de Arcos.

En esta ocasión voy a explicar algo que descubrí a raiz de mi visita, la pasada Navidad, al belén de Antonio Peña Bernal en Picadueña Vieja.

Venía observando como Antonio daba a sus construcciones un acabado de pintura que me llamaba la atención de manera especial: rincones, recovecos, techos de vigas, piedras y baldosas de ladrillo viejo.

Lo que me contó y lo que yo he sido capaz de descubrir, utilizando esta técnica, constituye la base del contenido de este artículo.

Envejecimiento del pintado con «tierras»

Una vez construida y recubierta la edificación, con escayola o plaste (se consiguen excelentes resultados trabajando con paciencia el plaste pues permite acabados más minuciosos y delicados), se utiliza la conocida técnica del claro-oscuro, empezando por pintar de gris o caqui, que puede ser un color también muy apropiado para el fondo.

Después vamos aclarando con sucesivas manos de blanco un poco manchado de ocre o sencillamente con blanco.

Esperamos que la pintura esté totalmente seca, para lo cual es recomendable dejar el trabajo para el día siguiente.

Por último aplicamos el pintado con las «tierras».

Las llamadas «tierras», se venden como tales en droguerías y casas de pinturas y son unos polvos para disolver en agua. Los colores más usados, en nuestro caso, son: el ocre, verde y marrón (nogal).

Cómo trabajarla

La «tierra» se disuelve en agua dándole más o menos densidad según queramos que sea la intensidad de la mancha.

Se aplica sobre la superficie a tratar con una brocha o una esponja empapada en el líquido resultante, pasando de inmediato a limpiar con un trapo o esponja mojada en agua limpia y escurrida lo suficiente como para que limpie lo que deseemos y deje manchado lo que nos interese.

Esta operación se repite cuantas veces sea necesaria hasta conseguir el efecto deseado.

Mezclando el verde con algo de marrón se consigue el efecto de paredes manchadas por el paso del tiempo.

El marrón sólo (en mayor o menor intensidad), imita casi a la perfección, las manchas producidas por el chorreo de betunes y aceites aplicados a las maderas para su conservación.

Los tres colores trabajados con habilidad, son de una gran ayuda para dar realismo a piedras de tipo de areniscas, con tonalidades que van desde el amarillo suave, pasando por el amarillo verdoso al marrón más o menos oscuro.

Todo lo que cuento lo he aplicado, con cierto éxito, en el belén que esta Navidad se podrá contemplar en el edificio que las Hermanas Salesianas, tienen en la Calle Corredera.

Antonio Bernal González – Secretario de la Asociación de Belenistas «La Adoración»

Diez nociones básicas para mejorar su belén, por Rafael Castro Cotrino

20 Dic 97
Presidencia FEB
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Diez nociones básicas para mejorar su belén, por Rafael Castro Cotrino

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 1 (1997) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Aunque nuestra Asociación organiza cada año cursillos sobre técnicas de construcción de belenes, para aquellas personas que por cualquier razón no hayan tenido acceso a ellos, a continuación se enumeran una serie de recomendaciones para ayudarles en la construcción de los suyos:

En primer lugar tenemos que pensar en la ubicación del mismo, qué espacio y con qué figuras contamos. Para aquellos que no estén muy iniciados es recomendable que hagan un boceto.

El material más utilizado hoy en el belenismo es el porexpán (conocido vulgarmente como corcho blanco), por su poco peso, manejabilidad, fácil de cortar y precio asequible. Se puede pegar entre sí o con otros materiales, con cola blanca de carpintero o pegamento especial. Recomendable la cola blanca. Para mantener las uniones se emplean puntillas o palillos de diente. Una vez seca la cola, se cubre la construcción con escayola, se espera que seque bien y se pinta con pinturas al agua.

Cuidar desde el inicio la proporcionalidad: entre figuras, construcciones, utensilios, etc.

No cargar excesivamente una escena; poner una figura o un adorno de más puede arruinar el conjunto.

Si el belén es abierto, campo, montañas, ríos…, para conseguir efectos de lejanía o cercanía, tenga en cuenta que los colores cálidos: rojos, anaranjados, amarillos… acercan, y los colores fríos: azules, verdes, violetas, grises… alejan (por ejemplo, las montañas lejanas, irían en tonos azulados y violetas).

La luz debe ser suficiente para que se vea bien la escena que se quiere representar, adaptándola al momento del día de dicha escena.

Para la construcción de puertas, ventanas, celosías, etc., son muy buenas las cajas que vienen con las fresas. Si no es posible hacerse con éstas, existen en el mercado la madera de balsa, okumen o tablex.

Una hoguera siempre crea un efecto más humano y le da «Calor de hoguera» a la escena.

Para dar efecto de caída a las telas que se empleen cubriendo puertas, ventanas y vanos, se deben mojar en agua con cola y darle forma. Una vez secas quedarán rígidas, tomando la forma deseada.

Plantas naturales usadas como vegetación (utilizar siempre teniendo en cuenta las proporciones): pequeñas pitas (de las de pitón), otros pequeños cactus, muy socorrido para todo el tomillo, dependiendo del tamaño puede servir como árbol, enredadera, matojo, etc. Pequeñas ramas de arbustos para árboles sin hojas. El ramaje de los árboles se puede crear con carrasca, esparragueras y ambulagas. También se utiliza el romero. La hoja del pino para simular los juncos de un río. Con el musgo, que se puede coger en cualquier sitio de nuestra sierra, se puede crear, pinchado en un palito, lo más parecido a un pino.

Para terminar, esta receta belenista:

Coged estas nociones, un poco de paciencia, algo de voluntad, ponedles el entusiasmo de los niños, añadir que seais un poquito manitas, unos pastiños y un copita de anís, pedir que sigamos viviendo en Paz y mezclar todo enérgicamente. Dejar reposar, y cuando lo veais a punto, empezad a disfrutar de una Feliz Navidad. Es mi deseo.

Rafael Castro Cotrino

Recordando la Navidad, por Manuel Porro Martínez, belenista

20 Dic 97
Presidencia FEB

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Recordando la Navidad, por Manuel Porro Martínez, belenista

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 1 (1997) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

De nuevo ya está en nuestros oídos y en nuestros corazones, esta dulce serena y grandiosa palabra, ¡Navidad!

Nos maravillamos nuevamente con esa Noche Santa, que no es otra que la Noche Buena, volverá a resplandecer la luz, que esa bendita noche brillará más que ninguna otra, porque ha nacido el Niño de Dios hecho hombre.

Sonarán las campanas, las panderetas, las castañuelas, las palmas, las zambombas, los Villancicos y volveremos a desearnos muchas felicidades, con besos, abrazos y cómo no, reconciliarnos con nosotros mismos, con nuestros familiares y amigos. Todos los años nos parecen nuevos esos sonidos, esos cánticos y esas felicitaciones que incluso llegamos a creernos y hasta prometemos que vamos a ser mejores.

De verdad lo vamos a cumplir a partir de este nuevo año; una medida muy eficaz sería instalar, cada uno en su casa, un belén, aunque sea solamente el Misterio de la Sagrada Familia; es bastante, no hace falta más, lo tengamos expuesto en esta Navidad para que lo miremos, le rezemos, le cantemos y le pidamos al Niño Dios. Creo que poniendo el corazón, sinceramente algo se habrá conseguido, porque no falta el pedir solamente por nosotros, sino también por nuestro prójimo.

El belenista debe provocar con su obra el sentido de llegar a ese corazón que según dicen todos tenemos, creando en su propia obra un vehículo de comunicación con el espectador. Creando un belén, se convierte en un medio para alcanzar un buen fin, así que cuando hablemos de la perfección de un belén, no debemos criticar la obra de una manera aislada, hay que profundizar en cómo el belenista ha plasmado sus sentimientos y nos ha hecho llegar su mensaje. Sería triste y vacío el hacer un belén en el que el único deseo fuera el llegar a una perfección entre la realidad y la obra. El espectador participa en el belén, en el sentido de ser necesaria su figura para completar la comunicación que supone la contemplación del belén.

Podríamos afirmar que la obra no está acabada si no hay quien la contemple. Y esa contemplación resume y da sentido, con el único deseo para el belenista de que su obra sea mirada con el corazón.

Manuel Porro Martínez – Belenista

Para los belenistas viejos y nuevos, por Víctor Marín Solano, «viejo belenista»

20 Dic 97
Presidencia FEB

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Para los belenistas viejos y nuevos, por Víctor Marín Solano, «viejo belenista»

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 1 (1997) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

El domingo día nueve de noviembre pasado, recibí la simpática visita de unos jóvenes belenistas que, si por un lado me llenó de alegría, por otro me puso en situación de compromiso, pues venían pidiendo mi colaboración, para una revista, que la Asociación pretende lanzar para las vísperas de Navidad, y claro, el tiempo apremiaba pero consideraban que mi calidad de ser el más «viejo» de los mismos me obligaba a ello.

Y, ¿quién decía que no?, tengo material para llenar un libro, y decidí centrarme en algo que ya he dicho, y que, por reiterativo, como los anuncios, hacen más efecto.

¿Me creeríais si os digo que cuando estaba dedicado a construir algo para un belén era tal la concentración que ponía en ello que el alma la sentía enferma?

Tal como me sucedió cuando construí el famoso Templo Egipcio, (hoy propiedad de la Asociación), mi entrega fue total, hasta el agotamiento. Realmente sufrí por las dificultades encontradas, pero también disfruté a lo grande.

La mayoría de las personas sólo conocen su parte material, su aspecto externo, pero ignoran su esencia íntima, ese espíritu que de ello emana y que tan claramente lo percibe quien lo construye.

Por eso el belén es mucho más, tanto que huye de toda definición. Es un cúmulo de sensaciones sublimes, es una auténtica manifestación de fervor, un culto interior a estos sublimes misterios, un verdadero poema de religiosidad que llena el alma y la inunda de gozo espiritual. Es fragancia de gracia que llena la morada del cristiano.

¿No creéis que cuando el constructor de un belén o diorama, extasiado en su labor, aislado de todo otro pensamiento, no está más cerca de Dios, alabándolo tan intensamente, que sin palabras está dirigiéndole una verdadera oración?

Sin embargo, no todos piensan igual; hay quien, en su ignorancia, sostiene que el belén es cosa pueril, ingenua, sin ninguna trascendencia, permitiéndose mirarnos desdeñosamente con la sonrisa indulgente del que todo lo sabe, al ver a personas ya mayores dedicadas a tan noble tarea, que llenan el alma de ilusiones y entrega en un auténtico arrebato espiritual, que a ellos parece denigrante y aún deshonroso.

Pero nosotros, los belenistas, mirémoslos impasibles y despreciativamente desde lo alto de nuestro sublime pedestal y sigamos tranquilamente con tan loable afición.

Este embrujo que irradia de su hermosura es sólo un vehículo para plasmar un tema religioso, el de aquel momento y lugar en que nació el Niño Dios.

Por eso, aquel belén o diorama que fantaseado, plasmado e ilusionado en nuestra obra, es nuestro Belén; un paisaje que aún imaginado, creemos verdadero y para nosotros ha conseguido transmitir su sublime mensaje. El construir un belén no es un pasatiempo, es algo más profundo y transcendental.

Por ello, os invitamos a que pongáis vuestro belén, sencillo, elemental, pero que no falte en ninguna familia un algo de esta costumbre tan cristiana, como española.

Y…, sería mucho pedir que os olvidéis de esas zarandajas de cintas de colores, arboles de Noël, bolas de brillantes producto de extraña importación de paises no demasiado cristianos y, ¡quién sabe con qué fines!, que con su brillo y relumbrones y el afán de novelero pronto ganaron adeptos, pero que no tienen más belleza que sus destellos y fulgores, pero carecen de toda emoción espiritual, de ese atractivo que nos produce aquel niño abrigado por las pajas que lo envuelven y el aliento de los dos nobles animales bajo la tierna mirada de sus padres.

¡Qué abismo de uno al otro!

Ánimo amigos, haced un esfuerzo y manos a la obra y poned aunque solo sea aquel misterioso Misterio.

Víctor Marín Solano – «Viejo belenista»

Dos caminos hacia una misma meta, por Vicente Prieto Bononato

20 Dic 97
Presidencia FEB
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Dos caminos hacia una misma meta, por Vicente Prieto Bononato

(Artículo publicado en la revista Pesebre n.º 1 (1997) de la Asociación de Belenistas «La Adoración»)

Los caminos del Señor son inescrutables. Inesperadamente y sin alcanzar a explicarnos por qué, unos acontecimientos previstos y programados nos conducen a unas consecuencias muy distintas de las pretendidas. La suerte…, el azar… Para los que tenemos fe, la mano del Dios omnipotente que mueve los hilos de nuestra existencia según sus sabios e infalibles designios.

En fechas muy cercanas al Congreso Nacional Belenista, celebrado en Gijón en el año 1985, y cuando ya la Asociación de Belenistas de Jerez preparaba su viaje hacia tierras asturianas, fuimos invitados en Jerez a un acto público promocional de no sé qué iniciativa de Iberia Lineas Aéreas. Allí y tras las perceptivas intervenciones de los organizadores presentando el producto, el locutor Manolo Doña, conocido y buen amigo, procedió a sortear entre los invitados, varios obsequios de distinta índole, donados a tal fin por entidades y casas comerciales.

Gracias a nuestras relaciones con los munícipes jerezanos habíamos conseguido en aquella ocasión, la cesión gratuita de un autocar de 50 plazas para proveer el desplazamiento a Gijón de los belenistas jerezanos inscritos a las jornadas del congreso, en el cual disponíamos de varias plazas libres.

En nuestro interés por promocionar públicamente (de manera gratuita en este caso), las incipientes actividades de nuestra Asociación, se nos ocurrió donar para su sorteo, dos plazas de dicho autocar para asistir al mencionado Congreso. Así lo hizo el presentador y allí mismo fueron adjudicadas a unas señoras desconocidas para nosotros, que asistían sentadas en una mesa próxima.

Puestos en contacto con las agraciadas, resultaron ser de Arcos de la Frontera y ¡oh casualidad!, grandes amantes del «Nacimiento» y de las tradiciones navideñas, por lo que puestas al día del programa, no dudaron en inscribirse para viajar con nosotros en disfrute de su suerte; como así hicieron a las pocas fechas en unos días de gratísima convivencia belenista entre las personas de sensibilidad concordante.

Allí nació nuestra sincera amistad y gran estima por Carmen Temblador, «Carmelita la de Arcos» como los belenistas jerezanos llamamos cariñosamente a la activa y eficaz cofundadora y hoy presidenta de la Asociación de Belenistas “La Adoración” de Arcos de la Frontera.

Testigos del paulatino asentamiento y contínuado crecimiento «en edad, saber y gobierno» del belenismo arcense, en bastantes ocasiones desde entonces, hemos repetido la gratísima experiencia de viajar juntos para asistir a Congresos Belenistas en los más dispares puntos de nuestra geografía, primando siempre entre los belenistas de Jerez y de Arcos una especial corriente de simpatía que con los años se ha convertido en amistad y admiración hacia una asociación que consideramos como algo muy próximo y entrañable, y con la que cualquier posibilidad de colaboración se ve siempre satisfactoriamente culminada por ambas partes, para bien de nuestra tarea difusora del belenismo en la provincia gaditana.

Los tiempos y nuestra responsable predisposición, nos han llevado a ocupar desde 1994, la presidencia de la Federación Española de Belenistas, actual punto de encuentro y epicentro de todo el asociacionismo belenista en nuestro país y germen vivo de la difusión de nuestras tradiciones belenistas y navideñas, en cumplimiento de nuestro común mandato estatutario.

Cuatro asociaciones de belenistas tiene la provincia de Cádiz integradas en la Federación; siendo por orden alfabético: Arcos de la Frontera, Cádiz, Jerez y el Puerto de Santa María, constituyéndose acaso con Alicante, la provincia que aporta mayor número de entidades a la nómina federativa, clara muestra de la vigencia y pujanza del belenismo en esta bendita tierra, que sabe amar sus tradiciones como nadie.

Poco a poco, pasito a pasito, sin prisas pero sin pausa, con mimo entusiasta, nuestras asociaciones coprovincianas van consolidando su presencia en la sociedad y adquiriendo la vitalidad que hace prever muchas e importantes metas.

Buena prueba de que este es el camino emprendido por la Asociación de Belenistas «La Adoración» de Arcos de la Frontera, son sus cada vez más numerosas y atractivas actividades, marcadas siempre con el sello auténtico y justificador de lo hecho con el corazón. En este capítulo de actividades belenistas, nos complacemos ahora en escribir el primer prólogo de esta revista que por primera vez ve “la luz de La Peña”, que canta el popular villancico arcense, y al que deseamos y auguramos una larga y prolífica andadura, para bien de nuestra «bendita manía belenista».

Vicente Prieto Bononato – Presidente de la Federación Española de Belenistas